PALABRAS MAYORES
No hay una sola muñeca de plástico, rubia, con medidas imposibles y precios inalcanzables como sus accesorios. También existen muñecas de tela. Pero no se trata de engatusar a las niñas con juguetes aburridos, sino de una colección (El Mundo de Juana) con una familia divertida, moderna, flexible y ensamblada. Como la vida misma.
› Por Luciana Peker
En la televisión las mujeres parecen muñecas. Hay muchos hombres –gordos, pelados, adultos, petisos, arrugados, teñidos, morochos, adultos mayores, jóvenes, etcétera, como en la vida– y una sola clase de mujeres: lindas o lo que se supone que son lindas, o las que, muchas veces –por lo menos a mujeres como yo– nos hace sentir no lindas. Un conductor gracioso y ex rockero tiene dos columnistas: una que tiene dos ex y dos lolas nuevas y una que tiene dos piernas. Preciosas ¡si! Pero el tema es que sólo la muestran para cruzarse y descruzarse de piernas. Muñecas. Pero la televisión es difícil de cambiar, aunque se cambie de canal.
En cambio, sí hay nuevas muñecas. Y tal vez jugar con muñecas más flexibles, parecidas, reales, diversas, probables, perfectibles, pero no perfectas –ni con una idea de la perfección que sólo pasa por cruzarse de piernas– sea un cambio posible para la mirada de las niñas. Al menos –¡y no es poco!– en la oferta de juguetes ahora hay variedad: nacional, artesanal, diversa y sin estereotipos de género.
“El Mundo de Juana es una nueva línea de muñecos de diseño y amiga del medio ambiente, diseñados y realizados en el país y con puro algodón. Está compuesta por siete personajes, entre los que hay una familia ensamblada, tres amigos y un perro”, cuentan Paola Flores (diseñadora especialista en indumentaria infantil y mamá de Margarita), Jessica Lipinszki (abogada especialista en derechos humanos y mamá de Manuel y Paloma) y Ana Correa (consultora de comunicación y mamá de Felipe y Malena), las tres aunadas por las ganas de trabajar en la costura de una nueva infancia. “Nos impactó comprobar lo estereotipado que era la oferta de juguetes para niñas. El sector de niñas era de un sólo color: rosa, siluetas ultradelgadas, y la profesión de las mujeres-muñecas: modelos o princesas. Estaba todo muy lejos de mujeres luchando por un mundo mejor, disfrutando y creando”, relata Correa. Y acentúa: “Las tareas asignadas a las muñecas eran las de maquillaje o de las tareas domésticas. Y como si esto fuera poco, eran frágiles, se rompían fácilmente. Fue un shock pensar que el espacio de juego de mi hija iba a ser color de rosa, superficial, frágil, irreal y que las pinturas las iba a usar para maquillarse y no para crear”. Pero ni ella, ni sus compañeras de juego maternal se quedaron de brazos (o de piernas) cruzados.
Juana es “una niña como vos” y eso ya no es poco en un momento donde ni las niñas ni las mujeres son reales sino que se parecen a las muñecas y las muñecas a las mujeres irreales. Juana, en cambio, es morocha –ufffffffff– y lleva un vestido con corazones rojos (tampoco hay que ahuyentar a las hijas, eh). Su hermana mayor (Lupe) se define como soñadora, tiene el pelo lacio y enormes ojos marrones y es hija de otro marido de la mamá.
Carola es la jefa de hogar de esta familia ensamblada y se le puede elegir como en un múltiple choice si se dedica a ser periodista, veterinaria o folklorista –y las opciones no son meras posibilidades sino la trasmisión de las distintas potencialidades y caminos que tiene una niña para soñar, estudiar, inspirarse o, incluso, retobarse y cambiar–. La mamá tiene la cartera (un signo de guardar plata, llaves, de abrir la puerta y de pagar la luz, por ejemplo) y una birome y un cuaderno que la muestran en actividad (y no sólo cruzada de piernas, si se perdona la obsesión, casi con ganas de incitar a una sentada, en contra de la idea de que las piernas de las mujeres no están para caminar, avanzar, increpar o –claro– gustar, sino para mostrar y callar).
Al papá le gusta el futbol (vivimos en la Argentina, che, una cosa es la diversidad y otra mostrar varones para encontrar con lupa y más en un año de mundial) y también estar conectado. Pero puede ser rockero o cocinero. La mascota también tiene sus rasgos: no es un bulldog para ahuyentar sino que el ahuyentado es él. A pesar de que parece un perro, les tiene miedo a los gatos. Que el mundo ya no es ni al derecho ni al revés. Es. Y por suerte las y los muñecos también son distintos, diversos y diferentes. Para que las nenas y los nenes sí tengan un largo camino por recorrer. Para correr, flexionarse, acostarse o hacer la vertical. Pero algo más que cruzarse de piernas. ¤
Más información: www.elmundodejuana.com.ar
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