Vie 19.03.2010
las12

MONDO FISHION

DESIDERATA Y PORTSAID, DOS ESTILOS DIFERENCIADOS EN UNA MISMA FAMILIA

› Por Victoria Lescano

CASO UNO

Modelo rubia angelical y citas a princesas rockeras según “Desiderata”.

Toda colección de moda tiene además de una vasta cadena industrial o de realización a medida, una coartada. En su enunciación de la colección invierno 2010 los creativos de la firma se manifestaron por un homenaje a los iconos femeninos del rock: la poetisa punki Patti Smith, Mariana Faithfull (“As tears goes by”) y Dolores O Riordan, la vocalista de The Cranberries. Su ecuación admitió “la sensualidad y el misterio de Marianne, la furia vanguardista de Patti y la modernidad de Dolores”.

En un collage de influencia en el transcurso de una pasarela de día y bajo la arboleda de la actual Dirección General de Museos –éase ex confitería Munich, cuyos interiores mostraban fragmentos de carruseles con criterio avant garde– las asistentes brindaron con limonada con jengibre, delicias saladas y cupcakes la aparición de los looks: de saquitos de pailletes en dorado y vestidos de la misma familia textil a pantalones negros y faldas de cuero o de jean símil teñido con la vieja técnica hippie del atado con trapos, cortas, muy cortas y que el manual de estilo indicaba llevar con una camisa a cuadros o bien con un blazer entallado. Se vieron remeras de estampas vintage en negro, rayas marineras a lo Gaultier, cardigans a lo Chanel, con variantes en polka dots celeste + moño simil pajarita. Abundaron los cúmulos de cadenas doradas a modo de cinturón.

Las letras que el arquitecto Karnay bosquejó para el centro de recreo de Buenos Aires de antaño tenían como contracara un puesta de la coreógrafa Andrea Servera y la estilista Florence Argüello con tipografías de metal escoltadas por luces de colores .

La musa local para dar carnadura a tal crisol femenino pregonado por la firma fue la modelo Paula Gandolfo, de la agencia Pink Models, y desfilaron varias de sus compañeras de elenco.

La firma es la hermana moderna de Portsaid –asociada con diseños para ejecutivas y las trabajadoras de áreas diversas a precios democráticos y que aparecerá a continuación protagonizando el Caso dos. Pero antes, una tarde de marzo, en la emblemática esquina de Callao y Santa Fe donde antaño funcionó la coqueta confitería Del Aguila –la favorita de Beatriz Guido para tomar el té con bombitas de crema– la vitrina redondeada promociona los looks de Charlotte Gainsburg en Irm, su último disco que además estuvo sonando a lo largo del desfile. Existe una pequeña biblioteca decorativa con revistas de moda y libros con postales parisinas.

CASO DOS

Una semana antes de la escena bajo la arboleda, la misma empresa convocó a la hora del cóctel a un desfile en el hotel Crillon de la calle Bolívar al 100, ahora remozado por el holding NH. Pero antes de llegar al balcón con vista a los campanarios del Cabildo, un saloncito lounge y un vasto deck se presentaban gigantografías de la campaña gráfica: las fotos en technicolor de Martin Traynor con la modelo morocha Ana Clara Moistano en locaciones del down town porteño y fondo del Kavanagh. Con sonidos de música electrónica –accidental e incidentalmente matizada por los sonidos de una manifestación– y variantes a toda luz y con penumbra, se vieron trench coats en todas sus variantes, pantalones holgados a lo Garbo y otros ceñidos. Hubo también faldas pencil con blusas, sombreritos cloche y ornamentos de piel en solapas de tapado o puños; chaquetas de lana con brillo; suéteres bordados con lentejuelas y camisas de seda estampadas.

La estilista Dolores Navarro Ocampo, quien se sumó al equipo de la firma matizando los básicos con guantes de cuero y foulards de estampa animal, se tomaba un respiro en la terraza, mientras los invitados brindaban con daikiris, con cabernet o con fernet. La coartada de la colección Portasaid dictaba: “inspirada en el esplendor y glamour de los años 50, en el idealismo y la vanguardia vertiginosa de la década del 70 y en el volumen y la ostentación de la sastrería de los 80”. New Look, hippismo y odas al comienzo de la sastrería como uniforme femenino. Y esa diversidad para el placar convivía allí para el uso diario con las costumbres gastronómicas y mundanas allí predicadas: canapés de brie, las pequeñas bombas de papa y salchichitas parrilleras que en grandes bandejas se paseaban delante de la campaña institucional.

Portsaid cuenta con una base de diseño y fábrica en Munro y desde allí dirige las prendas a sesenta punto de venta trazados entre la Argentina, Paraguay, Uruguay, Chile, Bolivia, Ecuador y Australia.

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