Vie 19.03.2010
las12

PELIGRO DE EXTINCION

Una bibliotecaria sin biblioteca y una biblioteca sin libros despojada de su valioso patrimonio. El panorama que relata Diana Fasoli, quien durante años estuvo a cargo de la Biblioteca del Teatro Colón y que ha sido desplazada sin muchas explicaciones, resulta desolador.

› Por T.I.

Diana Fasoli dedicó gran parte de su vida a la biblioteca del Teatro Colón. Al menos hasta comienzos de 2009 cuando le notificaron, al igual que a otros cuatrocientos empleados más, que tendría que quedarse en su casa hasta nuevo aviso. Diana, ante semejante hecho, exigió una explicación, “a mí jamás me dijeron que hacía mal mi trabajo sino todo lo contrario, es por eso que no logro comprender por qué fui tan ignorada”.

Fasoli explica con certeza cómo durante muchos años el Teatro, su legendario patrimonio, fue respetado así como los monjes respetaban sus “manu scriptus”, como una pieza única.

Diana fue directora de la biblioteca desde el año 1991. Ingresó como colaboradora a los 21 años, siguió la Licenciatura en Bibliotecología en la UBA y ya en el cargo directivo se dedicó a conservar y cuidar el valioso material de esta biblioteca.

Con la nueva estructuración del teatro, la biblioteca se encuentra encerrada en tres containers en los talleres Lavardén situados en la calle Dr. Pedro Chutro. El pasado 14 de enero Fasoli, junto al juez Guillermo Scheibler y funcionarios del actual Gobierno de la Ciudad inspeccionaron en qué situación se encontraba el patrimonio de la biblioteca. Fasoli, que hacía un año que no sabía nada del paradero de este valioso material, no pudo sostener sus lágrimas. “Yo me considero una desaparecida de la memoria, jamás nadie me llamó para consultarme qué hacer con la biblioteca y aún no entiendo por qué en vez de estar en esos conteiners sin uso alguno, no se encuentra un lugar para seguir brindando servicio al público.”

Existe una cuestión fundamental en la actividad bibliotecaria y esa es la de preservar el patrimonio público y lamentablemente en el sitio que se encuentran en este momento, la preservación quedó en el olvido.

La diputada de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por el Frente para la Victoria Gabriela Alegre reconoce que “desde finales de 2007 varios diputados estamos muy preocupados por la situación que atraviesa el Teatro Colón, ya que vemos el total descuido que existe en cuanto al cuidado del patrimonio que es sumamente valioso e irrecuperable. Sabemos que el patrimonio silícico no es bien llevado, ya que existen bastantes cuestionamientos en cómo estas modificaciones se están llevando a cabo con respecto a la acústica, al clásico telón, los muebles y demás”. Lo más probable es que lo que se inaugure el 25 de mayo para el Bicentenario, sea solamente el Salón Dorado, o sea la sala principal”, concluye Alegre.

Diana siente que existe un muro entre el discurso de ella y el discurso de los funcionarios actuales: “No puedo hacerles entender la importancia de la preservación de la biblioteca, porque básicamente no les interesa, ya que he escuchado comentarios haciendo alusión a que se iba a dar de baja todo. Siento que el Teatro Colón al que yo pertenecí ya no existe, lo dejaron atrás”. “Cuando encontré la biblioteca en esos depósitos les dije a mis compañeros, ahora me voy a mi casa a llorar, mañana seguiré luchando.”

¿Cómo se creó la biblioteca del Teatro Colón?

–La biblioteca fue fundada el 23 de julio de 1940 por el musicólogo Ernesto de la Guardia. Se comenzó con la colección de programas de mano. También en ese momento se creó el museo, que con los años se unió a la biblioteca, entonces la biblioteca era un poco museo y un poco centro de documentación. Los programas de mano, cada vez que se preparaba una obra o se reponía una obra anterior, eran una fuente de información extremadamente importante al igual que el registro de las fotos.

¿Con cuánto material contaba la biblioteca?

–En total cien mil. Yo en el momento de la mudanza –junto a las cuatro personas que trabajan conmigo– nos ocupamos de hacer el nuevo inventario.

¿Estás de acuerdo con la digitalización del material?

–Claro que sí, lo digital reproduce y acerca el material al mundo, pero la pieza original sigue siendo única, ese es el documento primario que significa la base de todo y que no es posible la modificación. Para mí una biblioteca ante todo es una fuente de conocimiento, es lo que sustenta al ser humano, y eso hay que saber conservarlo en las condiciones necesarias.

Existe un rumor de que en 2008 se extravió material importante e irrecuperable de la biblioteca. ¿Cuáles son esos materiales?

–La lista es muy amplia. De momento no se sabe dónde están los 164 materiales, que entre ellos se encuentra el bastón de oro perteneciente al compositor Giacomo Puccini, muchísimas cartas, notas y postales como la de Carta de Giuseppe Anselmi dirigida al Sr. Picenzo, papel del Royal Hotel, fechada en el año 1906, programas del Teatro de la Opera y también los programas del Teatro Colón, el Legado Trinchero que consiste en fotografías de la época de los frisos y bustos del Teatro Colón, realizados por el escultor Trincherom, una tarjeta de Beniamino Gigli autografiada. Estas son algunos materiales que recuerdo en este momento, pero existe una denuncia hecha a Interpol donde se detalla cada objeto desaparecido.

¿Cómo te diste cuenta de que faltaban esos materiales?

–La biblioteca estaba en la planta baja del teatro, y yo estaba trabajando en el depósito haciendo el inventario para armar la mudanza, esos 164 materiales estaban ubicados en la sala de lectura. Cuando subo a buscar algunos programas de mano me doy cuenta de que muchos materiales faltaban, y sobre todo los que tenían un valor en el mercado financiero, como por ejemplo el bastón de oro de Puccini. Cuando me di cuenta de eso, fue una sensación de desazón terrible, como la que sentí hoy al ver la biblioteca metida en esos containers. Lo irónico es que todo el Teatro Colón estaba vigilado por una empresa de seguridad y yo a ellos les recalcaba constantemente que había que cuidar la biblioteca. En todos estos años que pasaron, nadie tocó esos materiales... entonces ¿cómo puede ser que falten?

¿Los directores en ese momento estuvieron al tanto de esta situación?

–Inmediatamente fui y le avisé a Sanguinetti, que era el director en ese momento, pero su secretaria me informó que él estaba ocupado, así que le informé a ella que había que hacer la denuncia y avisar a la Interpol, ya que yo quería y me parecía lógico que la denuncia la hiciera la institución, era necesario que esta denuncia la sostuviera la institución.

¿Te gustaría volver a ser parte de este nuevo Teatro Colón?

–Me encantaría volver a trabajar en la biblioteca, aunque siento que no sería lo mismo. Estoy muy dolorida, yo creo que ya me han dicho “ya no sos para el Colón”. Al no dejarme entrar a ver la biblioteca, al mover la biblioteca sin avisarme a dónde iba ir a parar, al no ser parte de esa mudanza y a eso sumar que los directores no me reciben, esas actitudes muestran indiferencia y de alguna manera es una respuesta. La respuesta que encuentro del otro lado es muy agresiva y lamentablemente esta agresión mete miedo, entonces muchos de mis compañeros prefieren dejar la lucha a un lado. Entonces yo pienso que la memoria ya no importa.

¿Pasó lo que tenía que pasar?

–Sí, yo no soy una persona de la política ni que hace política. Yo simplemente fui la responsable de la biblioteca del Teatro durante casi 17 años. La que peleaba por el patrimonio de la misma. La que reclamaba mejores condiciones, pero muchas veces y sobre todo los últimos años simplemente fui ignorada. Y en el presente sigo siendo ignorada, porque cada vez que pregunto por mi situación laboral, nadie sabe darme una respuesta.

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