[IN CORPORE]
› Por Carlos Carrere *
En los últimos años, tanto en países centrales como en la Argentina, estamos asistiendo a un nuevo fenómeno: son cada vez más las mujeres que quieren ser madres a edades más avanzadas, tanto porque se quieren desarrollar –primero– en el campo profesional, porque priorizan sus carreras en el terreno laboral o porque conforman una pareja estable con la que se plantean tener un hijo a una edad superior a la que lo creíamos habitual.
En Estados Unidos la mujer que quiere ser madre por primera vez tiene una edad promedio de treinta y cinco. En Argentina, en los últimos cuarenta años, entre las mujeres universitarias, la edad se atrasó siete años. Esto implica que en la década del sesenta la maternidad llegaba alrededor de los veintitrés años y, ahora, casi a los treinta. Así, miles de mujeres deciden ser madres a una edad donde su capacidad reproductiva comienza a declinar.
Pero esto no significa que el embarazo no sea posible. Aunque la cuestión biológica sigue igual que hace cuarenta años: no es que los ovarios tienen una vida útil mayor que hace cuatro décadas. Ser madre a una edad mayor, con un embarazo espontáneo, es tan difícil como hace cuarenta años.
Sin embargo, hoy existe el avance de la ciencia que permite el mejoramiento de los óvulos en el laboratorio o bien un novedoso desarrollo: la vitrificación de óvulos. Esta nueva técnica implica que las mujeres que hayan superado la barrera de los treinta, y no quieren tener hijos en ese momento, podrían postergar su maternidad guardando sus mejores y más jóvenes óvulos para utilizarlos en el momento en que decidan –si es que lo deciden– ser madres.
Poder preservar óvulos para una maternidad diferida le podría permitir a una mujer tener su hijo con esos ovocitos que estaban en su mayor potencial de fertilidad, ya que el útero no envejece pero sí los óvulos, que tienen una declinación importante después de los treinta y cinco y, más aún, después de los treinta y siete años aproximadamente.
Lo más positivo de estas expectativas es que pueden implicar la posibilidad de alcanzar metas integrales en la vida, sin arriesgar el sueño de tener un hijo.
* Director de Procrearte, primera Red de Medicina Reproductiva y Molecular.
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