MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
Una nueva biopic de moda irrumpe en el cine. Esta vez no se trató de parodiar o de redimir la fama de Cruella Devil de la editora del Vogue Anna Wintour, sino de una trama mucho más entretenida. El documental Ultrasuede: In Search Of Halston dirigido por el principiante de 41 años Whitney Sudler Smith (que fue estrenado hace una semana en el Tribeca Film Festival ante una vasta audiencia de fashion victims), hizo foco en la escena cultural y de festivales alrededor de la moda de los años ‘70 y precisamente en el dandy de Studio 54: el diseñador Roy Halston Frowick.
Nacido en Iowa, en sus inicios tuvo una pequeña tienda en Chicago desde donde supo realizar sombreros para Kim Novak y para Deborah Kerr (el clímax de su momento sombrerero fue el modelito que lució Jackie Kennedy para asumir como primera dama, combinado con un atavío de Oleg Cassini). Pero a fines de 1960, ya radicado en Nueva York, Halston devino diseñador y confidente de Liza Minnelli y de Elizabeth Taylor. Sus aportes a la historia de la moda remiten a vestidos de tubo, a monos de punto de seda, conjuntos de jersey y chaquetas de cachemira y vestidos de suede. Tales atavíos fueron realizados por regla general en blanco, arena o nude –como se dice esta temporada al beige–, admitieron el azul y el rojo y llegaron a la portada de la revista Time en 1978. El atuendo más conocido de Halston fue el vestido símil camisa hasta la cintura: “Ultrasuede” (que dio pie al título del documental) y fue presentado en la temporada 1972. En pocos días se transformó en uno de los modelos más populares entre las seguidoras de la moda norteamericana de entonces. Otra de sus ventajas consistió en que podían lavarse en el lavarropas.
De su manual de estilo se impone destacar a las blusas: Halston dictaminaba llevarlas abiertas hasta la cintura para enfatizar el escote y develar la delgadez adquirida bailando en la disco y en la incipiente religión del fitness. Así vestida, su amiga Diane von Furstenberg asistió a una gala en el Metropolitan, circa 1970. Su estética fue el modelo a seguir y copiado dos décadas después por el diseñador Tom Ford, al asumir como creativo de la firma Gucci y como sinónimo del minimalismo cool.. Pero así como Halston tuvo la austeridad de un monje en lo referido a las siluetas, por el contrario, su vida social, amorosa y sexual fue todo lo contrario. De una fiesta de cumpleaños para su amiga Bianca Jagger a tours de trasnoche con Liza y amoríos con un diseñador de interiores colombiano ilustran algunos matices. Y volviendo a sus hits de moda, estuvieron los perfumes con diseño de packaging de Elsa Peretti, la sumatoria de una línea de ropa para hombre y la sociedad con la firma Industrias Norton Simon, que devino en desencanto. Pero antes del final, hubo gafas, uniformes de trabajo y un encargo para la popular cadena Jc Penney. La presión de sus socios y el consumo de drogas precipitaron la caída. Halston debió declararse en bancarrota en 1984 y murió de VIH en 1990.
“Crecí escuchando historias acerca de Halston, mi madre daba fiestas en nuestra casa de la Quinta Avenida para quienes habían sido sus amigos, desde André Leon Talley –editor de modas en Vogue– hasta Bob Colacello. Como fui un chico en los años ‘70, mis gustos se cimentaron en esa época, creo que Halston representó el glamour y también la decadencia y un chic sensible que pareciera estar en extinción en las nuevas generaciones. De ahí que me gustaría que al salir de verla la gente brindase con una copa de champagne”, dijo con cierta nostalgia e inocencia el director al periódico The New York Times. Su método para este documental se redujo a conducir un auto vintage, con hilo musical de Roxy Music y de Chic para pasear a los amigos, los socios y los sobrevivientes de esa época de excesos. Lejos de una postura careta, el film se refiere al abuso de drogas y a los desbordes económicos, la pérdida del control sobre su marca y su enfermedad. En el corto, este debutante y no fashionista, durante una escena almorzando con el gran Leon Talley en un restaurante de moda, casi fue víctima de ser atacado con un cuchillo de plata debido a su desconocimiento de la historia de la editora inglesa Diana Vreeland. Otra, su primera entrevista del research en busca de la trama Halston, transcurrió con mucho pavor escénico y en el apartamento de Liza Minnelli, rodeados de retratos del clan Minnelli realizados por Andy Warhol –la pequeña Liza, su madre, Judy Garland y el director de cine Vincente Minnelli–. El director amateur llegó también a conversar con la actriz Anjelica Houston, la diseñadora Diane von Furstenberg, el músico Billy Joel, el diseñador Ralph Rucci, la modelo fetiche Pat Cleveland y la sagaz crítica del NYT Cathy Horyn. Alguien enunció que las puertas espejadas de su atelier superaban los 500.000 dólares de costo.
Pero las entrevistas fueron remixadas con material de archivo, fotografías de sus superlooks aportadas por amigos, y efectos en 3 D.
Durante el estreno del documental, y ataviada de Halston, se vio desfilar a la actriz y ahora directora creativa de moda Sarah Jessica Parker. En enero de 2010, el periódico de la industria de la moda Womens Wear Daily, anunció el cargo y los nuevos modos con que funciona la estrategia de alianza: ignoramos si sabe coser pero aun así fue designada directora creativa de la línea prêt-à-porter Halston Collection. En esa ocasión se anunció también que Sarah J. P. iba a tener un sillón propio para sentarse durante la junta directiva de la empresa, entre cuyos principales accionistas se destaca el zapatero Jimmy Choo, creador de los stilettos a quien su personaje televisivo homenajea una y otra vez. Claro que su personaje de ficción frecuentó la disco pero, por una cuestión generacional, no llegó a conocer los desbordes de estilo del mítico Studio 54.
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