RESISTENCIAS
El Tribunal Oral Federal Nro 5 prohibió que las cámaras –de foto o video– registren el juicio que se les sigue a los responsables de la ESMA durante la dictadura por crímenes de lesa humanidad. Pero la memoria tiene sus estrategias y desde la agrupación Hij@s y la Universidad de Buenos Aires se hizo una convocatoria para que el registro gráfico de esas audiencias históricas lo hicieran a pulso estudiantes del Instituto de Arte.
› Por Noemi Ciollaro
“Vengan a dibujar en los juicios a los genocidas en los tribunales de Comodoro Py. No se los puede filmar, no se los puede fotografiar, pero se los puede dibujar. Los crímenes de lesa humanidad cometidos por el Estado durante la última dictadura cívico-militar están siendo juzgados porque las heridas han agraviado a la humanidad”, expresa la convocatoria que el Departamento de Artes Visuales del IUNA (Instituto Universitario Nacional de Arte) y la organización Hij@s lanzaron en mayo pasado. Desde entonces, el Tribunal Oral Federal (TOF) Nº 5, donde están siendo juzgados los represores responsables de la ESMA, cuenta entre su público a los alumnos y alumnas del IUNA que ponen el cuerpo en las audiencias y se dedican a registrar a través del dibujo lo que no puede dejar grabado la tecnología.
“En estos juicios podemos escuchar a las víctimas y a los victimarios, y verlos. La palabra en vivo que describe los hechos aberrantes supera y conmueve más que la palabra escrita. Ir a ver los juicios para convertirlos en obras expresivas nos parece una lección de militancia por la vida. Por eso alentamos a todos a participar con sus armas vitales de comunicación, sensibilidad y estética”, afirma Julio Flores, decano del Departamento de Artes Visuales del IUNA, al referirse a la iniciativa abordada como un trabajo constante por la plena vigencia de la Memoria y la Justicia junto a los estudiantes.
La Sala de Audiencias del TOF Nº 5 está ubicada en el subsuelo del edificio de Comodoro Py 2002, en Retiro. LasI12 compartió allí con alumnos del IUNA e integrantes de Hij@s una jornada del juicio, en la que lo ocurrido en la ESMA resurgió con enorme crudeza en los relatos de los sobrevivientes que hablan mirando a los ojos a quienes han sido sus verdugos.
El público, ubicado detrás de una mampara de vidrio, sólo ve sus espaldas, los dibujantes y los familiares también. De frente sólo es posible observar a los tres integrantes del tribunal y al testigo querellante. En la jornada están presentes como imputados el ex oficial de la Armada e integrante del GT3 (Grupo de Tareas 3) Juan Carlos Rolón; y Ricardo Miguel Cavallo, ex teniente de fragata y parte del mismo grupo de tareas; dos de los 18 represores que están siendo juzgados en la causa ESMA. Las y los dibujantes vuelven una y otra vez a las distintas imágenes que es posible captar en la sala; entre el público varios pañuelos blancos identifican la presencia de Madres; sobrevivientes y militantes solidarios con los querellantes presencian la audiencia; y familiares de desaparecidos asisten con la esperanza de saber algo más sobre los suyos o ver de cerca a quienes han sido los responsables del dolor que no cesa.
Eva Cuevas (21), una de las alumnas del IUNA, dibuja a Andrés Castillo, el primer testigo del día, un militante bancario secuestrado por los marinos en mayo de 1977 y liberado en 1979. Pasó casi dos años en el sector conocido como Capucha, donde reemplazaron su nombre por el número 313. Eva no quiere perder palabra y a la vez intenta trasladar al papel cada una de las expresiones del sobreviviente.
Durante el receso, las estudiantes del IUNA, Eva Cuevas y Anabella Linzalata Raso, junto a Gisella Pícolo, coordinadora de Artes Visuales, cambian impresiones acerca del juicio. Eva no tiene familiares desaparecidos, pero siempre estuvo cerca de la agrupación Hij@s y se siente muy apoyada por ellos cuando va a dibujar en los juicios. “Es fuertísimo para mí presenciar los testimonios y ver a los represores, pero los chicos de Hij@s nos acompañan y nos contienen, en los descansos tomamos mate y salimos de la sala para conversar y relajarnos un poco. Dibujamos lo que elegimos. Yo me volqué siempre a dibujar situaciones de abrazos entre familiares, es libre.”
Anabella, de alguna manera, disfruta de la oportunidad que le dio la iniciativa: “Poder tener un modelo con historia cobra un valor extraordinario y genera emociones muy especiales. Estoy dibujando a una de las Madres de espaldas y también su reflejo de frente en los vidrios que nos separan de los abogados. En estas jornadas te das cuenta de cuánto sabíamos de las víctimas –a veces de manera estereotipada– y qué poco de los represores. Aquí los vemos en carne y hueso; y en todos sus matices, hay tantos como en la pintura...”.
Liliana Demaio, rectora del IUNA, sub-raya que el programa se enmarca en una política que lleva adelante la Universidad iniciada con la realización de homenajes a alumnos y profesores desaparecidos de la institución. “Tenemos una comisión de Inclusión y Derechos Humanos en la que discutimos y elaboramos políticas al interior de las cátedras y a nivel artístico para incrementar la visibilidad de los derechos humanos. La idea es reunir en un libro los trabajos de quienes dibujan durante las audiencias.”
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