MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
“Estamos lunfardeando”, señalan a dúo desde sus computadoras y rodeados de vinilos retro Gustavo Di Mario y Nicolás Monti, los editores de la flamante revista de 260 páginas y con formato online que con el título Lunfarda fue lanzada un sábado de fines de agosto en el club Cocoliche, vía proyección en pantalla gigante y ante una audiencia clubber de lo más diversa.
Va una descripción de sus contenidos que son vastos e innovadores, con un claro sesgo arty, militante en usos y costumbres y también costumbristas. Desde el decálogo con expresiones porteñas de antaño y de ahora –upite, otario, bataclana, cusifai, montoto, ladiya– que oficia de editorial, pues, como sostienen sus creadores, “no hay línea editorial, se trata de difundir lo que nos gusta, cada número será distinto al anterior en el abordaje y los contenidos se renuevan cada cuarenta días”.
Ya en la portada color sepia se anticipa lo que será el dossier histórico y avant garde: un rescate del portfolio de la cantante y vedette Egle Martin y allí una foto de la diva retratada por el mismísimo Divito, en pantalones, polera ceñida y cintura avispa. Además de citas autobiográficas de la misma Egle: “A los trece años me llevaron a ver a Gene Kelly en Un americano en París y me marcó la vida, descubrí la libertad en la danza. Yo, que estudiaba en el Colón desde los siete años, comencé a cantar el pas de deux de El lago de los cisnes como si fuera un blues o un saxo. Lo hacía en el baño de casa, bajo la ducha”. Sus textuales, referidos a los inicios en la revista de Walter Pintos, casi en la adolescencia, las actuaciones en cine, el paso por la escena del jazz y del tango, acompañan un archivo en blanco y negro y también en technicolor de sus looks absolutamente risqué y de avanzada, aun en 2010.
Egle luce un catsuit con encaje chantilly y bustier, pantalones orientales con corpiño de edición limitada y plumas ídem para la revista de Walter Pintos. Los atavíos cosidos por conocedoras del imaginario del Folies Bergère procedían de talleres parisinos y brasileños, donde se fusionaron claramente con la estética el Carnaval. Posa para la portada de la revista brasileña Cruzeiro con leggins, zapatos y tocado rojos plus, pequeña camisa de seda blanca emulando la morfología del top de un pijama de hombre. Aunque también se la puede ver con su silueta de va-va-boom, recreando a una jocketa provocadora, aunque naïf; o como modelo de calendario año 1964 de la firma de neumáticos Fate. En comparación, el internacional Pirelli parece un chiste viejo: Egle posa vestida y con catsuit severo sobre una moquette roja, mientras su caniche juega arriba de algún neumático. Lleva brazaletes y gargantilla dorada y una boquilla. Paneo al blanco y negro y la era de la TV local en black and white: allí en un show especial para la TV y rodeada de bateristas ataviados en traje y corbata, Egle recorre la pasarela y la puesta de Pérez Celis para la ocasión con sus danzas contemporáneas que celebran ritmos africanos, con vestido largo y pintado firmado por Duarte.
La revista salta la moda y las extravagancias contemporáneas de quienes frecuentaron una reciente convención de animé en Buenos Aires. En Animados, los cosplayers exhiben atuendos orientales a la usanza criolla, una joven mujer lleva poncho combinado con estola de piel y ojotas. ¿Es la heroína de un manga criollo?
El tributo a los textiles llega desde Cosas de Mocosos. Pañuelitos de mano retro y en colores chillones y textiles sin pedigrí que jamás se les ocurriría combinar a los hacedores de foulards de la tradición parisina. Hay payasos, gauchos y chinas bailando una chacarera, piezas absolutamente pop que fueron el souvenir habitual para cumpleaños, de quienes crecieron en el interior o el conurbano en los años ’70. La moda actual y en versión soirée y sin tabúes remite a escenas en interiores y el título: “Buenos Aires después de la función”. Las ropas, de saquitos de lentejuelas a vestidos de símil cuero y ñandutí, toreritas de paillettes, son de las firmas Merbellux, Salón Muaré, Dam, Juana de Arco, Bandoleiro y, entre ellas, cautiva el vestido negro tuneado con esqueleto de plástico a modo de ornamento, un ramo de flores a tono con el tocado floral que Marinissen lleva sobre su sombrero de noche.
Lejos de los ardides de la revista Vogue, Lunfarda hace también una retrospectiva del artista Ariel La Vogue y todos sus dibujos consagrados al mundo drag queen, y rescata la obra de Marcia Schwartz. Basta con clickear en www.revistalunfarda.com.ar o aguardar a su inminente lanzamiento en papel. Claro que será en su particular modus operandi y lunfardo: por pedido y a modo de ediciones limitadas, se las podrá conseguir bajo el apartado “Edición Gato”, léase en papel de diario y blanco y negro o en “Formato Pituco”, edición encuadernada a mano y con fotos a color.
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