[IN CORPORE]
› Por Gabriela Notti *
Hace muchos años, al principio de la democracia, daba clases de danza para mujeres mayores. Cuando se iban de esas sesiones de locura (para la época) en donde, muchas, se reconocían por primera vez el cuerpo, le escuché decir a una de mis alumnas: “¿Sabés cómo me siento? Más viva”. Esa frase definió mis futuros objetivos y búsquedas y encontré en Pilates un equilibrio en donde recuperar rituales femeninos ancestrales y gozosos, no negar que nos importa nuestro cuerpo, pero sí negarnos a obsesionarnos con un modelo único de belleza. Pero, por sobre todo, tener como meta la alegría.
No hay una sola fórmula. Entender qué actividad es más efectiva para cada una será un trabajo que implique paciencia, registro y conocimiento personal, identificando también qué beneficios trae cada estilo, qué limitaciones tiene para distintas edades y qué trabajo se prioriza. En mi caso elegí el método Pilates, tomado como un sistema que usa distintos equipamientos (trapecio, chair, spine corrector, barrel, mat y reformer) y complementándolo con las tendencias en fitness como son las plataformas vibratorias y suspensión, porque es considerado una de las actividades más integrales, responde a objetivos variados, se adapta a distintas edades y trabaja sin aislar ninguna parte del cuerpo.
Pilates es un método holístico que se basa en realizar ejercicios de estiramiento y fortalecimiento muscular con la intención de lograr más flexibilidad y fuerza. Consiste en una educación corporal completa a través de la cual se trabaja tanto la musculatura más profunda como la más periférica. Los principios en los que se basa el método son alineamiento, centralización, concentración, control, precisión, fluidez y respiración.
Estar a gusto con una actividad física dependerá de saber escuchar lo que nuestro cuerpo necesita. En este sentido, asumir que nuestras tensiones, dolores, contracturas y malas posturas son consecuencia de compensaciones que realiza el cuerpo es el primer paso para entender que hay que reeducarlo. Pilates trabaja la reeducación neuromuscular y se propone recordarnos la tonicidad y flexibilidad que tuvimos de chicos con el objetivo de recuperarlas. Para esto es imprescindible contar con instructores/as que dicten la clase teniendo en cuenta la necesidad de cada persona. El rol de ellos o ellas es monitorear a cada alumno/a y entender dónde está la dificultad de cada uno/a.
Asimismo, es recomendable proponerse mantener la constancia y la continuidad de las clases, ya que para reeducar el cuerpo cuánto menos tiempo dejemos pasar entre una clase y otra, mayor el recuerdo que tiene el cuerpo de lo aprendido. Los resultados se traducen en un cuerpo más fuerte y flexible, mayores niveles de energía y un incremento en la capacidad de afrontar las tensiones de la vida diaria. O sea: más alegría.
La belleza nace de adentro hacia afuera y no es cuestión de entrar en un ciclo de obsesiones en busca de un cuerpo perfecto, sino que con sólo tomar conciencia sobre el cuerpo, entenderlo y equilibrarlo, lograremos aumentar nuestra seguridad para mejorar nuestra autoestima y sentirnos bien con lo que realmente somos.
* Bailarina y directora de www.pilatesol.com.
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