PERFILES > KARLA LARA
› Por Sonia Tessa
Karla Lara venía activando en Honduras, su país, por el veto a una ley que prohibía la anticoncepción de emergencia, con sus canciones a favor de los derechos de las mujeres. El entonces presidente Manuel Zelaya vetó esa norma del Congreso. Pocos días después, se produjo el golpe de Estado que llevó de manera decidida a la cantora hondureña al activismo orgánico. Hoy forma parte de Feministas en Resistencia (FER), un espacio que integra el Frente de Resistencia Popular, y también de Artistas en Resistencia. Desde allí, no se cansa de recordar la falta de legitimidad del gobierno de Porfirio Lobo y los niveles cada vez más altos de represión, al punto de que dos de sus compañeras están exiliadas en Venezuela y México, otras tantas en el exilio interno, mientras analizan qué hacer con otras cuatro integrantes de FER, de los sectores populares de Tegucigalpa, que están siendo hostigadas, con serio riesgo para su vida.
En medio de esas graves preocupaciones políticas, Karla también ve los efectos concretos del activismo en su vida. Si en su primer disco, Donde andar, había una sola canción de su autoría, y en el segundo –Antes del Puente– no grabó ninguna creación suya, está en plena elaboración del tercero, al que pensaba ponerle Algo más mío”, porque todas las canciones le pertenecen. “Tengo mi producción, pero como todas las mujeres, he sido muy tímida en sacar lo mío, y en la misma medida en que me voy apropiando de mí, de mi espacio, de mi discurso, de mi autonomía, voy teniendo la certeza de que tengo una historia que contar. Y que si es bueno y demás, pasa por la sujetividad”, describe ese crecimiento. Ahora, tras la colaboración con la artista plástica Patricia Toledo, que imaginó esas canciones en talleres de creación colectiva, está pensando en un nombre diferente: Algo más nuestro.
Con sus temas como carta de presentación, Karla llegó al Encuentro Nacional de Mujeres, que se realizó en Paraná el fin de semana pasado. Cantó en el Festival por el Derecho al Aborto Legal, y en esos pocos días decidió que era hora de hacer pública esa posición también en su país. Empezó por la red social Facebook, donde ya encontró algunas resistencias, con comentarios del tipo: “Me fascina tu música, pero yo estoy por la vida”. Karla sabe que las pioneras pagan costos altos. “En estos días venía pensando si será tiempo de hablar del aborto legal en Honduras. Y pensaba, si a la primera que se le ocurrió decir que había que usar pantalones le fue tan mal como a la primera que se le ocurrió decir que teníamos que votar, y que teníamos derecho a eso, entonces, pues, ser pionera de una bandera así, radical, tiene sus riesgos”, se sonríe con modales suaves. La sonrisa que ilumina la cara y su pelo negro con rulos son el marco de unas manos que no para de mover mientras habla. Claro que tiene presentes algunas diferencias. “Honduras no es Argentina. Vivimos bajo una dictadura. Está el fundamentalismo religioso en el poder. Acá también está la Iglesia, pude ver el neofascismo, con cara y pantalones. Eso te provoca. No estoy diciendo que Argentina es otro planeta, pero allá la cosa está que arde”, apunta. Con el neofascismo se refiere a los hombres que se apostaron con custodia policial frente a las iglesias céntricas de Paraná, para defenderlas de las mujeres.
Karla es cantora, no le gusta definirse como cantautora ni como artista. En los dos casos, piensa que son términos sobredimensionados –“inflados”–, que provocan distancia. Sí se nombra como feminista y claro que defiende la canción política, que impulse los derechos de las mujeres, pero siempre con una búsqueda estética. “Hice canción revolucionaria en los ’80, panfletos. Teníamos un recetario de cómo hacer una bomba molotov hecha canción, con un grupo de El Salvador que se llamaba Cutumay Camones. Pero creo en la búsqueda estética y entonces, ya no quiero hacer el recetario. A veces no te sale, a veces sí, a veces hay poesía”, plantea su búsqueda.
Esa poesía pudo oírse tanto en el Festival por el Derecho al Aborto como en una canción, “Por ser mujer”, que cantó en la mesa de Feministas Latinoamericanas. Desde Tegucigalpa llegó a Paraná sin saber del todo adónde venía. Creía que era una reunión internacional y se encontró con el Encuentro Nacional. “Todo el mundo, las que venimos de Venezuela, de Colombia, estamos impresionadas por la capacidad de convocatoria que tiene el encuentro. El concierto fue muy fuerte, porque había mucha energía de brujas, juntas, y había mucha gente joven. Pero te lo voy a decir con toda la sinceridad del mundo, repetimos el vicio todas, porque no nos oímos –comenta su experiencia–. Te contrasta, porque estás viendo un lugar donde se habla del clímax de toda nuestra discusión del derecho sexual y reproductivo, que es el derecho a decidir un aborto, pero no nos podemos oír entre nosotras. Y te preguntás ¿por qué siempre somos más tolerantes con los hombres que con nosotras mismas?” Karla Lara actúa esta tarde, a las 20, en la empresa recuperada Impa, en la calle Querandíes esquina Rawson, en un Encuentro de Trovadoras y Trovadores por Honduras.
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