Vie 29.10.2010
las12

MONDO FISHION

Remeras chic y con anclaje solidario

› Por Victoria Lescano

Cuando en junio de 1944 la armada norteamericana difundió de modo confidencial una oda a la remera que elogiaba sus cualidades para filtrar el sol y proteger de los insectos (el informe fue titulado “Estudio de ropa y equipamiento para el trópico”), probablemente ignoraba que había creado una de las armas más eficaces para dominar al mundo a través de la indumentaria.

Porque con su trama de algodón, las t-shirts –denominadas así en tributo a la forma de letra T que adoptan al ser dobladas– son permeables a consignas políticas, idolatrías musicales y, en la última década, se hacen eco de la sustentabilidad y proclaman acciones de moda con anclaje solidario y consumo responsable.

Derivada de la ropa interior masculina, las primeras camisetas blancas se usaron en alta mar. Pasaron de los granjeros que a principios del 1900 las llevaron bajo el overall de trabajo, a vestuario favorito de Charlie Chaplin en Tiempos Modernos –1935– y de los protagonistas de Viñas de Ira –John Ford, 1940–. Pero en Rebelde sin causa James Dean usó la más blanca de las remeras de la era del technicolor.

En Buenos Aires y en la actualidad “La Remera” es el nombre de una nueva marca y proyecto con anclaje solidario para público abc 1, ideado por el diseñador Ariel Estanga, que se rige por un sistema de donaciones por la compra de cada remera que en la jerga se denomina “Get One-Give One”. Tal modus operandi en alza en Europa y en Estados Unidos en formato localista consiste en un sistema de donaciones a la Asociación Civil de Padrinos de Alumnos de Escuelas Rurales, para así ataviar con nuevas t-shirts a los niños que asisten a su red de 4500 escuelas.

El local marcado por la letra Ñ y situado en la rue des Artisans –calle afrancesada a la que se accede por Arenales 1239– conjuga percheros industriales, un sistema de iluminación de fluorescentes amurallados entre maderas de cajones para frutas y dos probadores que emulan cabinas de madera sin techo.

Allí se exhiben las remeras en blanco, rosa Dior, gris melange, verde musgo y crudo, de género unisex, holgada moldería, siluetas oversize y cuidadas asimetrías que, responden todas a nombres de mujer. Pues Emma, Lila, Carme o Eva, son los apodos que cuelgan de austeras etiquetas que indican su realización tanto en algodón pima como en tejidos de fibras de bambú. Los precios promedio rondan los 180 pesos.

Y en la sala de diseño contigua, pasando una cortina transparente están a la vista las remeras que emulan buzos de algún club, en mangas cortas y largas y combinaciones de blanco con celeste y azulados ideadas para el sistema de donaciones.

El fundador del proyecto “La Remera” tiene background en diseño gráfico, una especialización en diseño de calzado que le valió un contrato de la firma Zara y su base de diseño y producción en Alicante. Ariel destaca de allí su vasta experiencia en el mercado europeo, la labor de realizar prendas y accesorios premium para que luego un equipo de diseñadores los replicara en materiales que hicieran posible sacarlos a la venta a precios democráticos. Fan confeso de la morfología de la remera, su placard suma trescientas que exaltan protagonismo sobre un centenar de camisas; admite que buena parte de su colección proviene de marcas variadas, prioriza etiquetas belgas resultado de búsquedas en constantes viajes de trabajo. Si bien su labor se perfeccionó con el paso por Mango, no olvida el imaginario de los disfraces, ni los conjuntos de remeras y de enteritos cosidos por su madre durante la infancia transcurrida en la zona sur de Buenos Aires.

“Mi paso por esas firmas de ropa democrática y buena realización me dio habilidad para leer tendencias y también para hacer diseños populares. Pero la remera está en boga en las colecciones, todas las marcas aún Givenchy sumaron remeras de algodón a sus propuestas en pasarelas”, sentencia Estanga, quien regresó a Buenos Aires a fines de 2007, cuando fue contratado por la firma local Aires del Sur para la realización de moda y de accesorios para el mercado de lujo.

La colección debut se llama Travellers”, en homenaje tanto a esos viajes donde armó su fondo de placard en t-shirts como al protagonismo de sus kits de remeras chic aptas para vestidos de ciudad o de playa, salidas a nigth clubs o para abrigar el sueño.

Como correlato de las t-shirts básicas con o sin mangas, y las que emulan vestiditos (y se pueden combinar con shorts y con cinturones para regular su morfología), existen remeras de cuero italiano en negro y variedad de marrones que el manual de estilo de “La Remera” propone usarlas superpuestas arriba de una camiseta, cual si se tratase de una campera rocker de verano.

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