Las calles de El Cairo enfrentadas a la cámara, y sobre todo a la instantánea de los celulares, han dejado al descubierto un panorama mucho más diverso que el que Occidente insiste en restringir a unos muchos señores fundamentalistas y unas pocas mujeres enmudecidas y cubiertas por una burka. Las mujeres en la plaza son muchas, no se parecen entre sí y están en Facebook, lo que aparentemente es mucho más que una presencia virtual.
› Por Graciela Zobame
Ni la brutal guerra entre Honduras y El Salvador que estalló en 1969 fue en realidad una “guerra del fútbol” como se la recuerda hoy tan simplificada, ni la revolución que se levanta contra una dictadura de 30 años en El Cairo es estrictamente una “revolución de Facebook”. (No podemos obturar que hay muertos, hay estrategias, hay un activismo que durante años ha expuesto los crímenes del dictador y hay presiones internacionales, por nombrar algunas variables que no merecen los apelativos de “seguidores”, “contactos” o “comentarios en el muro”.) Pero quién puede detener ese brillante modo de titular y de otorgar un sentido único que tienen los medios, que después de todo algo de razón llevan. La importancia de las redes virtuales en la transmisión de esta potencia, o “El triunfo de la I” como se llama hoy a esta euforia liberadora que vehiculiza Internet, es insoslayable. La mayoría de la población árabe tiene menos de 25 años, ha sido educada toda su vida bajo el régimen autoritario, no tiene ninguna experiencia de vida democrática, se desenvuelve con total naturalidad en las aguas virtuales. Durante los últimos cinco años ha estado circulando entre los mundos reales y virtuales utilizando las nuevas tecnologías para manifestar sus ideas. La visualización de unos y de otros se ha venido dando de un modo tan natural como se ha ejercido la educación bajo la tutela dictatorial. Han crecido bajo la mirada severa y paternal de una dictadura que se enriquecía y reservaba palacios en Londres nunca pensado como refugio sino como escapada y maltrataban, si no por igual, al menos con eficacia arrolladora, a ciudadanos y ciudadanas cada vez con menos oportunidades. Claro que además de cortar las redes de Internet Mubarak también podría manipular a ese pueblo que tanto dice amar con una buena estrategia cibernética. El dictador ha encontrado mucho más eficaz el recurso de la política tradicional, de intercambios y acuerdos por debajo de la mesa para hacer esta transición obligada. Sin dudas, la red no lo es todo. El medio no es el mensaje aunque sin dudas permite abrir los ojos a un modo diferente de ver las cosas, sobre todo cuando se trata de realidades invisibilizadas, silenciadas. Este es el caso específico de las mujeres en Egipto que aparecen en todas las fotografias que ilustran esta nota y que ya son centenares a lo largo de diversas páginas abiertas en Facebook. Testigos anónimos la mayoría, se han sentido convocados por el ímpetu de la red para ir armando este álbum de mujeres en las calles. Mientras todo lo referente al universo femenino del otro lado del Nilo se restringe a una antigua Cleopatra ni tan egipcia ni tan parecida a Liz Taylor, o a una señora vestida de negro, las mujeres luchando en las calles, saliendo a hablar en los medios y escribiendo artículos en los diarios, encontraron en este momento revolucionario una vía de visibilización. Una especie de efecto colateral de esta llamada a la democracia.
Así es que en el medio de esta historia, Facebook mediante, hacen su ingreso triunfal las invisibles. Esas mujeres de Egipto condenadas a ser vistas como las mudas, las sumisas de la burka, las oprimidas, las sufrientes incapaces por lo tanto de cualquier rebelión. De hecho, la inercia fotográfica hace que las imágenes oficiales que circulan hoy en los medios muestren muchos más varones que mujeres en las calles. Casi todos hombres haciendo o reprimiendo la revolución. Sin embargo ellas están allí, aunque nadie quiera verlas. ¿Quién quiere dar cuenta de esto? ¿Quién lo advierte? Facebook lo ha hecho de nuevo. Por lo pronto ya no habrá que esperar la llegada milagrosa de un reportero o reportera extranjera sensible, los celulares han dado provecho a esas aplicaciones secundarias. Espontáneamente, un adverbio muy propio de la era Internet, la gente ha ido tomando registro de la presencia femenina, tan diversa y las devuelve al mundo sin más texto que las poses robadas. Violentas, doloridas, curiosas, comprometidas, maternales, guerreras, ellas están allí. Comenzó siendo, como todo en este canal, una iniciativa desordenada y con la ayuda de muchas personas interesadas y anónimas se va completando cada día que pasa esta parte del cuadro que faltaba. También es cierto que por única vez todas y cada una de estas diferentes mujeres salieron de sus casas y se mezclaron bajo el sol. Aquí están las mujeres, parecen decir las fotos que diversos testigos van subiendo con una voluntad expresa de que se sepa que existen. Mostrar la cara presente y polifacética de una población femenina es parte de lo que está dejando hacia adentro y hacia afuera de Egipto, esta revolución. Mientras en los diarios del mundo y en entrevistas que realiza la misma CNN son nombres de feministas, periodistas y académicas egipcias las que se destacan en el análisis y la traducción al mundo occidental de lo que está pasando, la red virtual da espacio, en esta red de amigas, a las mujeres que viven del otro lado del mundo como activistas, como madres, como religiosas, como occidentalizadas, como jóvenes, como esposas, como ancianas, comprometidas por el futuro de su país.
ESTAS FOTOS FUERON TOMADAS DE LA PAGINA DE LEIL-ZAHRA MORTADO, UNA DE LAS TANTAS EN FACEBOOK DEDICADAS A VISIBILIZAR LA PARTICIPACION DE LAS MUJERES EGIPCIAS.(Versión para móviles / versión de escritorio)
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