José tiene doce años y vive con su mamá en un barrio conocido como Nelson Mandela, en Colombia. Pasa sus horas ayudándola a preparar comidas que luego vende en Cartagena. Todos los días José migra con su cargamento de víveres a cuestas hacia un barrio paquete. Dice que cada viaje es como mudarse a otro país. A Elvira, Matilde la conoció hace años durante la Bienal de Cuenca. Vendía espumas heladas a la salida del museo. La fotógrafa se acercó instintivamente (Elvira tenía el carro más pituco de todos, por lejos) y charlaron un rato. La vendedora le contó de su traslado desde Guayaquil a Cuenca, donde vendía muchas más espumas y su hijo podía atenderse en el hospital público. También le contó cómo ahora era feliz en la ciudad donde antes había sido una extraña. Dong, Mian, Hao, Ying y Xue son un grupo de estudiantes chinos. Ahora están viviendo en Sidney y se apelmazan todos juntos para la foto. Si uno les pregunta por qué se fueron tan lejos (siendo China una superpotencia que promete) los jóvenes contestan: “Pero ya no es bella”.

Ellos son sólo algunos de los personajes de “Migraciones (suite)”, la muestra de fotografía que se podrá visitar hasta fines de febrero en el Centro Cultural Recoleta. Los desplazamientos de “Migraciones (suite)” son los de los otros y también los propios. Porque si bien Matilde ya echó raíz con casa, taller y corazón en Buenos Aires, hubo un tiempo en que supo ser pasajera en tránsito. A los saltos por los continentes, vagando por Latinoamérica, Europa y Asia. En ese estar de paso desde siempre, en una seguidilla exasperante de hogares que duran poco. De su experiencia como artista-viajera nacieron estas obras.

En 1978, Matilde se graduó en la Escuela de Bellas Artes. Con título de escultora bajo el brazo, continuó perfeccionándose en la prestigiosa pero impronunciable Kunstgewerbeschule (Escuela de Artes y Oficios de Zürich) donde se entrenó en técnicas gráficas. Y luego de sus andanzas por el grabado, hacia fines de los ’90, dio un drástico giro hacia la fotografía y el video. Lo que le permitió un registro del mundo menos abstractizante y más cercano al rol del artista-testigo. Así empezó su interés por capturar el entorno urbano, también presente en algunas de sus series como “Bricolage Contemporáneo” (producido entre el 2002 y 2005) que retrata la recolección en distintas ciudades al sur del continente. Un cambio en el modo de vida vino de la mano de un cambio en la técnica de cabecera. Porque la foto es un arte prêt-à-porter, propicio para el viajero que sólo necesita meter en la valija un par de mudas y la cámara para volver (de nuevo) a su condición errante.

“A estos personajes y muchos otros los he ido encontrando en viajes de trabajo, a todos los he conocido y con algunos tengo amistad. A otros sólo los he visto fugazmente y al retratarlos les he contado que era para una serie de fotografías sobre la Migración. Todos han posado como se sentían en ese momento con sus penas y sus alegrías”, explica la fotógrafa sobre sus modelos y trotamundos latinoamericanos. Con ellos ensaya un (mini) diario de viaje fotográfico, un collage de personalidades (hay colores, edades y profesiones para elegir).

¿De qué se ríen todos y todas en las fotos? Ni una cara larga entre los retratados. Unos exhiben sin vergüenza sus dientes, otros achinan los ojos, otros se plantan frente a la lente con un gesto moderado pero contundente: de satisfacción. No es que la fotógrafa haya estado haciendo monerías detrás de cámara para sacarles una sonrisa. ¿Por qué tanta alegría, entonces? Matilde dice que es esperanza, que todos ellos se ríen porque fantasean un futuro mejor, un porvenir que se les abre en las tierras (prometidas) que harán de nuevo hogar.

“Migraciones” (suite) podrá verse hasta el 27 de febrero en el Centro Cultural Recoleta (Junín 1930). Lunes a viernes de 14 a 21. Sábados, domingos y feriados de 10 a 21.