MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
Desde el escenario de una carroza vintage con carteles que homenajeaban al Titanic y también a una Minnie Mouse de trazos criollos, el sábado 12 en la noche de Palermo, la cantante de Coco rock, Noelia Mourier, y el guitarrista de Miranda, Lolo Fuentes –bien ataviados para la ocasión y con altavoces a modo de accesorio– dieron el puntapié inicial de carnaval rock y celebratorio de la moda arty en la vereda y puertas adentro de la peluquería Roho, situada en Malabia 1931.
Los anfitriones, la revista digital Lunfarda, la peluquería ya mencionada y las firmas de gafas Vulk convocaron a media docena de diseñadores del underground, pero también otros de vasta trayectoria para concursar en la categoría Mejor Disfraz. No hubo prensa ni etiqueta, la convocatoria al público se realizó por redes sociales y fue el epílogo de la edición marzo de esa publicación online consagrada a estilos de Carnaval.
Daniela Cortese y Gabriela Filici presentaron su traje celebratorio de “Hedwig” en alusión al film homónimo y que llevó la supermodelo Luciana Marinissen, la firma Bandoleiro mostró su colección “Vinchucas”, extrañas representaciones de personajes mitológicos con divas del Carnaval, remixes de parafernalia sado en cuero y metales bordados, que modelaron el artista Ariel La Vogue y sus consortes Joaquín y Nicolás. La pasada número tres, correspondió a A.Y. Not Dead, con su trajehomenaje de las bellas artes –un tocado de crayons ostentaba la modelo Mecha Iñigo– y el atavío fue apodado “Alfreda Yabrilla”. La cuarta pasada tanto desde la pasarela indoors de la peluquería hasta la calle y el barco carroza en cuestión, fue para la firma Merbellux, quien presentó media docena de modelos con el concepto “Rainbow Dash” y quienes cautivaron por su cruce rara avis del street wear, la estética new rave y las plumas de aves exóticas para sambar. Mientras que la firma Amores Trash Couture, apodó carnaval a su vestido minicri con patchworks multicolores que lució Violeta Durand; Tramando convocó a Romina D’Angelo, musa de su reciente presentación en la pasarela BafWeek y del corto Retrotramando que se exhibirá el 22 de marzo en el auditorio del Cmd y en el contexto de la primera edición de Buenos Aires Runaway. La performer y bailarina, vestida con el modelo “Fantasma”, tuvo esta vez como grupo soporte a una agrupación de murgueros, ataviados con sus caseros y dedicados atuendos a quienes se sumó el diseñador Martín Churba.
Del lado del imaginario dark, emergió el traje “Exu, Guardián del Carnaval”, atavío de encapuchado y catsuit todo en uno, de fulgurante rojo y con tacones, diseñado por Pomba Negra.
Last But Not Least cautivó un traje rosa chicle ideado para una reina de carnaval pop por Kito Rojas, desde su firma y casa de vestuarios para el show business Casa Magdalena.
Desde los altavoces y en un display contiguo a la cabina del DJ –el músico Carca– se lanzó el nuevo merchandising de Roho. El nuevo fetiche del lookbook de peinados y artificios de Oscar Fernández es la línea de gafas Antipaparazzi y que se compone de modelos masculinos apodados “Cretino”, “Canalla” y “Soberbio” y uno femenino, “Mostra”, que fueron realizados junto a la firma especializada Vulk.
Pero además del desfile de modas, y donde resultaron ganadores, Merbellux, Bandoleiro y Pomba –Fausta Fabris ofició de contadora de votos y el jurado estuvo integrado por el diseñador de joyas Marcial Berro con outfit de traje blanco con zapatilla y una rosa a tono, el estilista Manuel Morales con antifaz verde, la experta Simona Martínez ataviada de geisha y fabuloso kimono para la ocasión, Pam Light con fulgores plateados que encadilaban de tanto glam y al tono de un colgante que con swarovskis deletreaba su nombre y esta cronista sin otro dsfraz que un querido vestido Pesqueira llamado “modelo mamá” con prints de bambi blancos sobre satén azul y de su placard de uso diario–, se celebraron los estilos y trajes caseros que vistió la audiencia.
Allí, un traje de santo enmascarado de plata que llevaba una experta en iluminar bandas al trajecito de conejo que ostentaba una niña bebé, antifaces y otros ardides del imaginario “casa de disfraces”. Desde el balcón contiguo a la fachada con neones de Roho, una pareja de extranjeros aplaudía y celebraba el desfile y el happening, mientras tomaban un té –el otoño emergió ese día postsunami– y los carnavalistas brindaron con Campari y con júbilo.
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