VIOLENCIAS
En España, una mujer que acude a un médico por dolor de cabeza, lesiones vaginales, depresión, trastornos de la alimentación o vómitos no es tratada sólo por su síntoma. El sistema de salud tiene, desde el 2007, un protocolo para detectar y actuar frente a la violencia de género impuesto por el Ministerio de Sanidad que genera que los/las profesionales tengan que indagar si una mujer es maltratada antes de diagnosticarla o darle el alta. Una forma de prevenir el origen del malestar y no sólo poner curitas que tapen el problema de fondo.
› Por Luciana Peker
Si una mujer llega a un consultorio y cuenta que está deprimida, el psiquiatra no debe recetarle psicofármacos que la callen sin antes preguntarle si es maltratada, ignorada o controlada en su casa. Tampoco si ella presenta lesiones, no puede respirar bien o tiene vómitos constantes corresponde que exclusivamente observen los efectos de su malestar sin indagar sobre los orígenes del dolor, que muchas veces remiten a la violencia de género.
El 28 de diciembre de 2004, en España, se creó la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género que, entre otras cosas, determinó que se genere una detección precoz y búsqueda activa de casos. Para eso, el Ministerio de Sanidad redactó, en 2007, un “Protocolo común para la actuación sanitaria ante la violencia de género” (ver recuadros) que busca que el sistema de salud no sea una puerta giratoria por donde pasan (sin ser atendidas a fondo) las mujeres y que las víctimas de violencia de género no toquen fondo.
“La violencia de género es un problema de salud pública. Por eso, el sistema sanitario le da mucha importancia”, resalta Rosa María López Rodríguez, coordinadora del Observatorio de Salud de la Mujer de España. “Con todos los representantes de todas las comunidades autónomas se generó un protocolo con síntomas de sospechas para que el profesional pueda detectar si tiene adelante un caso de violencia, con todos los impactos que tiene la violencia en la salud: depresión, dolor de cabeza, colon irritable... El objetivo es ver si detrás de esos signos existe violencia de género y evaluar qué intervención se puede hacer y si corre peligro la vida de la mujer”, apunta la experta invitada a la Argentina por el Programa de Salud Sexual y Procreación Responsable del Ministerio de Salud de la Nación.
–Es muy importante que los profesionales de la salud no se sientan desvalidos. Por eso, generamos un protocolo con indicadores claros. Y ahora descubren que antes daban una medicación y no respondía porque el problema de fondo podía deberse a la violencia.
–Ver qué está pasando con las hijas e hijos de mujeres víctimas de violencia de género. No se trata de niños maltratados sino de chicos y chicas que sufren en su salud por la violencia que reciben sus madres. Además, atender a los tres sectores más vulnerables: las embarazadas, las migrantes (que se encuentran más solas) y las víctimas de explotación sexual.
–En España es nuestro mayor problema. La violencia de género no respeta clase social ni profesión porque parte de la desigualdad y del poder de uno de los dos sobre el otro. El proceso va minando la autoestima y generando otros síntomas. El médico de atención primaria tiene los indicadores de sospecha. Lo lógico es que intente hablar con la mujer para que vaya a los servicios de salud mental y ella vaya reconociendo su situación.
–En principio, sacar los medicamentos que son para los síntomas o, si es necesaria la medicación, poder recurrir a grupos de apoyo o trabajos psicológicos. Hay experiencias en algunos ayuntamientos en que la mujer va mejorando, incluso, sin dejar al maltratador. Y al cabo del tiempo, que pueden ser años, llega a tomar la decisión de salir de la situación en la que está metida.
–Los modelos no se pueden trasplantar, pero creo que el papel importante que tiene el profesional de la salud para que la mujer se sienta apoyada es extrapolable a cualquier sistema sanitario y logra mejorar la vida de las mujeres.
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