DIEZ PREGUNTAS A JOSEFINA ROZENWASSER *
› Por Clarisa Ercolano
—Por un lado el tango llegó a mí y no pude escaparme y por otro lado creo que él no pudo escaparse de mí. “Es un camino de ida”, dijo una vez un amigo y es muy cierto. Yo empezaba a cantar y me llegó la letra de un tango y me atrapó rotundamente. Esas ganas de saber más de la historia de amor que escondían esos versos me hizo profundizar más en el género. Encontrar más poetas, más compositores, nuevas melodías y letras que contaban las historias de ese modo me dejó sin escapatoria. A su vez el swing y los yeites del género me atraparon muchísimo.
—Manzi fue quien me enamoró del tango. Homero fue un tipo sobrenatural. Dijo las cosas de un modo que todos comprendieron, desde el intelectual hasta el tipo de barrio. Su forma de amar (o de escribir) es única y creo que me hizo entender que había formas de amar, de hablar de política, de odiar, de buscar, de entender la vida, que siempre iban a estar vigentes. Manzi no tiene época. Por otro lado, Expósito llegó a mí cuando estaba en crisis con el género. Tal vez harta de que siempre se crea este dicho de que “todo tiempo pasado fue mejor” apareció él. Expósito escribió siempre mirando para adelante.
—Desde lo más técnico del concepto intenta hacer un guiño a la Proyección Folklórica establecida por los musicólogos. Proyección Folklórica se llama a las nuevas corrientes del género, los nuevos enfoques, aquello que elevó o mejor dicho modificó (para que no se enojen los tradicionalistas) el folklore y lo plantó en un plano diferente que permitió otro laburo y análisis, que hizo que este increíble género se reinventara. La idea del disco es ésa. Rearmonizar, modificar timbres, permitir que otras voces canten al tango. Cuidando la esencia. Nuestra idea con el disco es hacer música, hacer crecer a este género tan inmenso, crítico y genial.
—Creo que la sociedad le abrió las puertas a la mujer y la mujer está a la altura de las circunstancias. El tango, pero el de verdad, no el de la tanguería, es un fiel reflejo de la sociedad. Cuando ésta crece el tango crece. Hubo un vaciamiento noventoso, en el que, por suerte, muchos tipos como Juárez la pelearon igual en esos años, pero por algún motivo que estoy segura, tiene que ver con la sociedad actual, el tango está de nuevo en crisis (entendiendo la crisis como posibilidad de cambio y crecimiento).
—Yo creo que el tango, muchas veces, es sobre la mujer, que la mujer es una musa indiscutida en el tango. El tanguero te asegura que es amor, que por amor dice lo que dice, aunque después la mujer salga lastimada o insultada. Pero entonces, no se entiende qué pasó con el amor. Los tangueros sufrían muchísimo por sus amantes. Gricel, por ejemplo, fue la fiel amante de Contursi, la que no se salvó, yo creo, fue su esposa. Pero ella (Gricel) fue ponderada y amada. Creo que hubo muchos poetas hombres que muy dolidos escribieron esos tangos, pero sufrían por amor y ahí siempre vale el lamento, el insulto, la estigmatización. ¿Si está bien? No, viéndolo como mujer no lo apruebo, pero cualquier tanguero viejo me sacaría corriendo, es algo muy cultural todavía. Los nuevos tangos traen ciudades que se quieren desde la distancia del exilio, por ejemplo, y ahí cambia la historia. Por supuesto que hay tangos machistas exagerados, pero intento no prestarles demasiada atención.
—Estoy empezando a componer algunas cosas. En la presentación del disco estrenamos un tango con letra mía y música de Matías Albamonte. Se llama “2978” y habla de mi casa de toda la vida. Nunca había logrado despedirme del todo por diferentes motivos y lo logré. Yo digo que escribir esa letra fue mi título de graduación de tanguera. No pensé que amaba tanto a esa casa hasta que me senté en el piano a escribirle a ella.
—Compartimos el escenario en el Tortoni, ella hacía un espectáculo con Jorge Navarro y yo cantaba con Juan Vattuone de invitada, con mi dúo, con Juan Ignacio Esteguy, luego. Ella es una genia, es muy real y verla tan de cerca, escuchar todo su discurso y ver una artista de esa trayectoria, haciendo sus descargos ideológicos y políticos, estuvo bárbaro; pero como no participó de la prueba de sonido y llegó cinco minutos antes del show y se fue no bien terminó, así que mucho más que eso no compartí.
—Imposible responder esta pregunta. Pero últimamente estoy muy fanática de Solo Muecas, de Carlos Moscardini (que grabamos en Proyección).
—Seguir haciendo música toda la vida. Lograr dejar mi gesto en el tango y poder seguir creciendo y compartiendo el escenario con mis amigos que son grandes músicos. Yo escuché muchas otras cosas y a veces me enoja lo que pasa en el tango con el reconocimiento de los que lo hacemos y no lo digo por mí que soy muy joven, sino por tipos muy increíbles que realmente no adquieren la popularidad que merecen. Creo que igual es culpa del género mismo que intento ser de culto y se olvidó que el reconocimiento popular vale muchísimo. A mí la música del litoral, desde Baglietto hasta el Negro Aguirre, me cambiaron la vida y me gustaría poder hacer que el tango amplíe su paisaje, que no se olvide del adoquín pero que incluya las montañas, los ríos, los mares.
—Se vienen fechas muy lindas. Estamos empezando a componer cosas nuevas con la banda de Proyección (Matías Albamonte, Agustín Uriburu y Alejandro Abbonizio), así que se viene eso por delante.¤
* Josefina Rozenwasser nació en Buenos Aires en 1986. Su formación como cantante comienza a los quince años con la profesora Marina Santillán. Se presentó en escenarios como el Café Tortoni (junto a Juan Trepiana en piano) y en el Centro Cultural Torcuato Tasso, con Vanguardia Vieja y Tajo y Tajo dúo (junto a Juan Ignacio Esteguy en piano). La próxima fecha es en el Espacio Ecléctico, en San Telmo el 28 de julio a las 21.
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