RESCATES > LILIANA SERANTES (1960-2011)
› Por Marisa Avigliano
Primero fueron un dibujito (hecho por los historietistas de Anteojito y Antifaz), dos nenitas de cabeza grande y cuerpo diminuto, una rubia, la otra morocha y cada una con un cartelito: Nu y Eve. Mientras la tinta se secaba, un concurso buscaba a las nenas reales que iban a rellenar el dibujo. Había que encontrarlas pronto y transformarlas en la imagen renovada del Canal 9. Transmitido en Sábados Continuados y conducido por Antonio Carrizo (era el año 1967 y algunos dicen que se presentaron 600 nenas), las hermanitas Liliana y Noemí llegaron a la semifinal con las por siempre desconocidas mellizas Pérez. Ganaron las Serantes y se convirtieron en famosas. Un tiempo después ya estaban dando los datos del tiempo en el noticiero del canal. Lo hicieron durante once años consecutivos, sin vacaciones. “Un día pedimos permiso para faltar dos días, por una publicidad que habíamos hecho de un shampoo muy importante acá para Chile; no nos dieron el permiso, ya era la época de los militares y el jefe del noticiero era un tal Raggi, estábamos hablando con él y nosotras, descendientes de vascos, le dijimos renunciamos.”
El cántico era complementario:“Yo soy Nu, yo soy Eve... las mellicitas del Nueve”. Algo conmovedor, castaño, que no pasaba al castaño oscuro. Una múltiple y meliflua variedad de lo que se ofrecía en esos años de pereza (Liliana Caldini después de Chesterfield). La silenciosa espera de que la multiplicidad fuera más fácil de resolver que cualquier otro intento por lograr una idea. Una vocación freak nacional quizás –el pelo largo, larguísimo de Andrea Del Boca, el Tele Pibe de Canal 13 con un resorte como cuello– unida a una esperanza hábil por lograr algún encanto después de la sombra muñequeante de Marilina Ross en La nena. Una especie de identidad geminiana, débilmente más fuerte que la trinidad vitalicia de las mujeres de polistas más rubias y desafinadas que la humanidad recuerde.
La adolescencia tardía las encontró haciendo programas infantiles: Cuentos de nunca acabar, El mundo de Frutillitas, Bosque de mellizas, Los ositos cariñosos en el mundo de Frutillitas. Las siempre igualitas, las hermanitas icono tuvieron tantas horas de pantalla como se pudo. Así que con el pelo rubio, a veces lacio y a veces emulando a Farrah Fawcett, Nu y Eve no se alejaban ni del guardapolvo de Jacinta Pichimahuida ni de los comentarios sobreexcitados de La Chona –cuando ella también contestaba por un millón de pesos–. También hubo cine con Hugo del Carril y teatro con Darío Vittori para las Serantes. Después, el olvido y sólo algún almuerzo que otro. La fecundación asistida trajo quintillizos (y sextillizos también), quienes, con padres incluidos, se conformaban con un cameo mucho más acorde con el siempre tirano tiempo de la televisión. Sus últimas apariciones fueron como invitadas y para hablar de la vida y de la muerte. A los cincuenta Nu y Eve ya no hacían televisión, no hacían más aquello para lo que fueron creadas, a los cincuenta, Nu y Eve sólo hacían radio y producían sus programas. Cuando Liliana murió (el domingo 9 de octubre) estaba haciendo Serantes con todo, un programa de radio en Puerto Madero que ahora seguirá haciendo Noemí.
Las nenas que empezaron a trabajar a los seis años en un circo por TV acompañadas por un payaso llamado Pan de Leche hacían de todo, hasta se subían a un elefante, muertas de miedo, sólo para hacerles caso a su mamá y a Alejandro Romay.
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