PASOS PERDIDOS...
› Por Liliana Daunes *
Una vez más cambia el Parlamento. Cambia el Gobierno –en continuidad–, cambian los gobiernos provinciales, locales y se renuevan los proyectos legislativos y políticos.
Como comunicadora feminista, como militante por los derechos humanos y por los derechos de las mujeres no es la mía una palabra solitaria, sino la multiplicación, como eco, y como diálogo, de muchas voces: las de las compañeras que día a día abren caminos desde la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, a quienes nombro con el sólo nombre de una, la pionera, Dora Coledesky, las de las compañeras de la Campaña contra las Redes de Prostitución y Trata de Personas, las de las compañeras que luchan contra los femicidios y toda violencia, las de las propias víctimas de diversas formas de violencia contra las mujeres, las de las colectivas feministas que defendemos el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas como territorios autónomos y espacios fundamentales para nuestras muchas batallas.
La democracia tiene muchas deudas: políticas, sociales, económicas, culturales. Y una de las deudas fundamentales es con los derechos de las mujeres. Es necesario –es imprescindible– avanzar ya! en la legalización del aborto legal, seguro y gratuito. Es necesario –es imprescindible–- que este nuevo Parlamento apruebe el proyecto de la Campaña, que volvió a postergarse en el 2011. Cada día que se sigue aplazando el tratamiento de este proyecto se siguen muriendo mujeres en abortos clandestinos.
La subordinación de las decisiones de las direcciones políticas del oficialismo, y de sectores de la oposición, al fundamentalismo religioso, sigue cobrando víctimas.
La vida no se puede negociar. No hay intereses electorales que justifiquen las muertes injustificables. Los derechos de las mujeres son derechos humanos. Y estos derechos siguen siendo violados cuando mueren mujeres en abortos clandestinos, o cuando desaparecen como víctimas de las redes de prostitución, o cuando mueren como víctimas de la violencia en sus propias casas.
Así, al mismo tiempo que celebramos la media sanción de la Ley de Identidad de Genero, y la aprobación de la ley de matrimonio igualitario, creemos que es necesario avanzar en todas las leyes que permitan construir la soberanía plena sobre nuestras vidas y sobre nuestra sexualidad. Y es una exigencia avanzar en políticas públicas que concreten los cambios en nuestra vida cotidiana.
Hacen falta políticas de educación en todos los niveles. Educar a los niños y niñas en la escuela, a través de los medios de comunicación, en las casas. Pero también educar a sus maestros y maestras, a sus madres y padres. Y además, a los médicos/as, a los jueces/as, a las y los periodistas. Hacen falta políticas de salud sexual y reproductiva, realizadas desde la experiencia y la mirada de las mujeres. Hacen falta políticas sociales, que no sean sólo remedios asistenciales. Cuando nos acercamos a los diez años del 19 y 20 de diciembre del 2001, esta carta abierta es una invitación a las compañeras de andares y de andanzas para que no se apaguen nuestros fuegos. Para que las hogueras de la rebelión sigan ardiendo y alumbren los vuelos de todas las brujas –las de antes y las de ahora– hasta la libertad, siempre.
* Columna de la conductora y comunicadora feminista en Marca de radio.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux