DIEZ PREGUNTAS A ANA ALVARADO *
El texto de Amancay Espíndola tiene esa característica, en medio de esa situación abismal, las dos mujeres conversan como sólo dos mujeres pueden hacerlo: “de todo”, profunda y tontamente. A ese diálogo, a esos cuerpos, se les suman imágenes visuales y sonoras, abstractas y enigmáticas creadas por Silvia Maldini y Cecilia Candia, que instalan lo íntimo en un contexto mayor.
–Porque los personajes de la obra de Amancay, en su discurso, expresan un imaginario propio de las combinaciones que hacen hombres y mujeres a lo largo del tiempo, recreando ritos y mitos de una cultura aborigen y campesina, combinándolos con símbolos cristianos y sazonándolos con imágenes adquiridas a través de la ficción televisiva y folletinesca.
–No, en absoluto, sólo me fascina lo que no es fácilmente comprensible, lo que no tiene una única respuesta y es factible de poetizar.
–Espero que sí. Cuando intuyo que algo fuera de mi comprensión está cerca, deseo que se trate de alguno de mis fantasmas amigables.
–Pensamos en un tiempo medible y fragmentable y en otro infinito e indivisible, en un tiempo íntimo y único y en otro histórico y social. El tiempo es la sustancia de que estoy hecho, dijo Borges. Ana Alvarado es una melancólica que da batalla y que trata de estar siempre dispuesta a dialogar con lo nuevo.
–Algunas cosas me las reservo para el público que vaya al teatro, pero otras son presentadas rápidamente en la obra: dos mujeres que andan solas y penando por algún amor, muy distintas, bonitas, de diferente edad, sin tener en claro si tiene sentido su viaje ni lo que están haciendo con su vida pero valientes y divertidas, que intuyen que no están exactamente donde creen.
–A los viajes por trabajo aunque me paguen poco. A los pedidos excéntricos de mi bella hija.
–Querría que existiese una ley muy estricta, una condena muy dura y un acuerdo internacional real para cumplirla, que termine con la esclavitud sexual de las niñas y jóvenes y castigue al tratante y al cliente.
–Sí, absolutamente.
–De mis prejuicios y de mi acostumbramiento al horror.
* Autora, directora e intérprete de teatro. Está a cargo de la carrera de dirección escénica del IUNA. Desde 1987 trabaja en la actividad teatral, integrando el Grupo de Titiriteros del Teatro San Martín. Fundadora, codirectora e intérprete del grupo El Periférico de Objetos. Ganadora de premios Konex, ACE y Fondo Nacional de las Artes. En la actualidad dirige Ojos verdes, en el Teatro El Extranjero (domingos a las 21 en Valentín Gómez 3378).
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