“Ya no quiero nada que no sea verdadero”, repite –a modo de mantra– el track uno de Ningún lugar, el sexto disco de estudio de la cantante y compositora Gabriela Torres. “La frase es una declaración de principios”, avisa a Las12 la mujer que inaugurase pistas en 1994, de la mano del larga duración Sin cielo ni gloria. La sinceridad se traduce, hoy, en una decena de canciones donde la fusión rítmica mixtura bossa, tango, milonga y candombe, felizmente revueltos y en armonía con buen temple y letras que discurren entre amores, soledades, búsquedas. “Me perdí por el Cuarto Camino y el maestro, entre giros, se reía de verme pasar. Y girando comprendí que el destino era perder el camino y el camino me iría a buscar”, canturrea en “Al principio y al final, todo lo que hacemos, lo hacemos por amor”.

“¡Casi tituló el disco como esa canción! ¡Todas esas palabras! El tema es una sátira sobre mi propia búsqueda espiritual pero, en verdad, creo que lo único que te completa es entrar en vibración con el amor. Ni siquiera otra persona. El otro puede ser la puerta para ese estado pero el engaño es creer que necesitamos de alguien más para elevarnos”, explica la cantora que, en su carrera, compartiera escenario o grabación con artistas como Virgilio Expósito, Jorge Drexler, Vicentico o (su ex) Lito Vitale, entre tantos otros. Y agrega: “Estamos en un mundo donde los valores mismos están tan llenos de silicona que la visión sobre la mujer sola es miope. ¿No decía Rilke, acaso, que el estado creativo por excelencia es en soledad? Si la soledad tiene mala prensa es porque el que inventó las reglas es un salame”.

Con un dream team compuesto por Luis Volcoff (guitarrón, piano, guitarra y dirección musical), Mintcho Garrammone (bajo, acordeón, cavaquinho, pandeiro y bolinhas) y Juampi Francisconi (batería, cajón), Ningún lugar se deja impregnar por esas ideas, siguiendo la línea instrumental de su trabajo anterior, No tan distinta (2006), trabajo que explora la fusión rítmica y que le valió una nominación a los premios Gardel a la música argentina 2007 en la categoría Mejor Album Artista Pop Femenina. “Tengo una carrera un poco tartamuda, en tanto pasan varios años entre disco y disco. Pero, cuando llega un LP nuevo, los temas vienen macerados, sin perder la cosa fresca, poco pretenciosa”, cuenta la mujer que, tres años atrás, empezase la carrera de Astrología en Casa XI, escuela dirigida por Eugenio Carutti.

Otro de los lujitos que ofrece Ningún lugar es la presencia (en voz y coros) de Lokua Kanza, músico, compositor y productor congolés de culto, exponente de la World Music. “Me confió la pluma y pude versionar libremente en español una música suya, ‘Un solo latir’, además de regalarme su voz para esa canción en el disco”, recala la artista de orígenes tangueriles. No sólo porque sus primeros trabajos estuvieran dedicados al género; también por “cierta información genética e información auditiva”, como ella misma define. Hija del tanguero Hipólito Torres, Gabriela recuerda cómo, a los cinco años, jugaba con un microfonito y cantaba “Melodía de Arrabal” mientras sus padres la iluminaban con un velador.

“Era el lenguaje expresivo cotidiano pero me costó asumirlo como propio; durante mucho tiempo lo sentí heredado. Finalmente me lo apropié pero ahora lo canto en dosis homeopáticas porque me pone en un estado de conciencia raro. El tango es puro dolor, es regodeo en el sufrimiento y aunque me encanta como grito, si uno grita todo el tiempo, se queda sin voz. El tango es vitalidad, te hace sentir vivo pero si tu vida es pura pasión, te terminás consumiendo”, ofrece la Torres, mientras augura giras por el interior del país y una por Europa, donde se pasea cada año, ofreciendo lo que mejor sabe hacer: sus canciones.

Gabriela Torres presenta Ningún lugar el viernes 9 de marzo a las 21 en Café Vinilo, Gorriti 3780. Reservas al 4866-6510. Localidades $ 40.