DIEZ PREGUNTAS A TAMARA ROSEMBERG *
› Por Clarisa Ercolano
–A fines de 2001 surgen en distintos barrios las asambleas populares. En esos días me estaba mudando a Parque Avellaneda, donde también funcionaba una asamblea. Fui la primera vez porque mi pareja justo no podía ese día y me enganché. El espacio físico donde aún hoy funcionamos era un bar abandonado que se llamaba La Alameda (de ahí nuestro nombre). Una vez cubierta la necesidad básica del alimento pensamos en generar fuentes de trabajo para estas personas que llegaban al comedor.
–La mayoría nos contaban que tenían alguna experiencia en talleres textiles. Con bastantes dificultades logramos que el Ministerio de Desarrollo Social nos diera el dinero para comprar las primeras cinco máquinas. Paralelamente, a partir de los relatos de los beneficiarios del Centro, nos fuimos enterando de que a nuestro alrededor estaba lleno de talleres clandestinos, colmados de personas traídas a través de engaños a nuestro país. Al llegar se encontraban hacinados, con una máquina para trabajar a destajo, sin salario. Fue así que empezamos a investigar y a denunciar estos hechos, a la vez que pusimos en marcha nuestro taller que al día de hoy sigue funcionando en forma cooperativa.
–En 2009 tuvimos oportunidad de conocer a una Cooperativa del otro lado del mundo, Dignity Return, de Tailandia. Ellos venían haciendo un trabajo muy similar al nuestro; fue así como nació la idea de generar juntos un proyecto global de difusión de la lucha por el trabajo digno. Como ambos producimos remeras nos propusimos generar una marca cuyo objetivo sea generar conciencia acerca de las condiciones de producción. Para ello decidimos convocar a diseñadores para que diseñaran pensando en nuestra consigna de libertad, dignidad, sin cadenas: así surgió No Chains, en junio de 2010.
–A raíz de la difusión que fue generando La Alameda con las denuncias que llevaba a la Justicia, mucha gente nos consideró una especie de “defensoría del pueblo”. Empezaron a llegar denuncias de trata de personas con fines de explotación sexual. Interactuar con una víctima de trabajo esclavo ya de por sí es difícil, por la situación de vulnerabilidad en que se encuentra, y moverla del lugar de víctima es todo un proceso que lleva tiempo; más difícil aún es si se trata de personas víctimas de explotación sexual, donde en muchos casos, por todo el trabajo de amedrentamiento al que fueron sometidas, justifican a los proxenetas que las explotan.
–Al comprobar que es cierta una denuncia contra una marca a la vez que los denunciamos en la Justicia, hacemos denuncias públicas, en lo posible en medios masivos y por las redes sociales, en general escrachamos un local con buena ubicación y tránsito de gente, ya que lo que menos quieren las marcas es dañar su imagen.
–El relato de una compañera víctima de trata y de trabajo esclavo. Ella contaba que para entrar al país con su hijo, lo tuvo que hacer pasar por nena porque era el único documento que tenía el traficante. Además, una vez en el taller la encargada le decía que meta a sus hijos en agua fría, que eso los haría dormir y ella podría trabajar tranquila, y en otra ocasión la misma encargada le cortó las pestañas al hijo.
–De quejarme por cosas que al lado de otros sufrimientos son una pavada. También me avergüenzo de la gente que prefiere no mirar lo que pasa a su alrededor.
–Creo que ninguna persona es imprescindible, aunque preferimos pensar que sí lo somos; en todo caso, cumplimos un rol que otras personas también podrían cumplir.
–Hay algunos proyectos como por ejemplo uno del INTI, de Responsabilidad Social Compartida, que consiste en auditar toda la cadena de valor, en este caso textil. Actualmente este programa es voluntario y muy pocas empresas se han inscripto; si fuera ley se erradicarían miles de talleres clandestinos y a cambio se podrían generar miles de fuentes de trabajo digno, con esas mismas máquinas que hoy esclavizan gente. Para eso también es necesaria una ley de confiscación de los bienes de esclavistas, tratantes.
–En primer lugar, a mi hijo. Y me cuesta decirle que no a alguien que necesita ayuda porque está sufriendo, aunque a veces no tenga un sí para algunos casos.
* Psicóloga y, actualmente, responsable del emprendimiento textil de La Alameda, en particular del proyecto No Chains. Además de trabajar contra las redes de trata de personas, procuran incluir a víctimas rescatadas dentro de estos emprendimientos. Para adquirir las prendas y ayudar a luchar contra el trabajo esclavo se puede ingresar a www.mundoalameda.com.ar
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