Studio 488 es una galería de arte dedicada a la difusión de la fotografía argentina que da visibilidad a fotógrafos contemporáneos. Está ubicada en el Patio del Liceo, espacio refundado que ofrece la posibilidad de visitar locales con propuestas variadas y originales. Allí conviven artistas emergentes con fotógrafos ya consagrados, cuyas miradas comparten una visión contemporánea del mundo que los rodea. En ese marco se inauguró Doméstica, de María Laura Vázquez. La idea de la muestra pasa por la fascinación que tiene la autora con ciertos objetos que encuentra y acumula. Algunos forman parte de una obra, mientras otros quedan en suspenso en su taller. En este caso, la suerte que corrieron estos juguetes de lata –cocinitas, mesadas y heladeras– fue que pasaron a formar parte de su lenguaje fotográfico desde el cual se pregunta e ironiza –como en otras series realizadas– sobre el inquietante mundo de la infancia, los recuerdos, la naturaleza y el amor.

Encontrados en un mercado de pulgas o enviados desde otras localidades a través de mercadolibre, estos juguetes de marca Daisa (propios de los años ’60 y ’70) se resignificaron en Doméstica, a partir del disparo fotográfico. Juguetes que –lejos de los utensilios de plástico rosa y con stickers de princesas– eran réplicas de los artefactos que usaban madres y abuelas.

Pero, ¿por qué la cocina como lugar? “En algún momento fue el lugar donde estaban las mujeres. Mi abuela estaba siempre en la cocina, ese era su rol, que lo asumía perfectamente con sus preparaciones, como el tiramisú... Creo que es un lugar ligado al amor. Eso es lo que me hace acordar a ella. Y a mi madre también, aunque en menor grado porque hubo un quiebre y las mujeres empezaron a ocupar otros lugares. La cocina es un lugar de reunión, es el corazón del hogar, desde siempre. Yo tengo el adn de la carga de mi generación. Allí hay un instinto, sensibilidades, furias y pasiones que son distintas de las masculinas.”

Casi como un homenaje a esos recuerdos de infancias donde juega la identificación dejando marcas pregnantes, la autora resuelve su obra a partir de la simpleza de las imágenes. Los juguetes de lata se ven entreverados de plantas, florcitas y enredaderas naturales. A las huellas del pasado se suma la naturaleza, viva, radiante.

Por eso, la obra de Vázquez conjuga su fascinación y nostalgia por objetos antiguos con flores y plantas que parecen multiplicar esa vida que... ¿perdieron? “Son florcitas que están en mi taller. Trabajo con lo que me cruzo, con lo que es parte de mi vida –remarca la autora–. Partir de una situación casual me hace llegar a una serie. El lenguaje de la fotografía, de la representación, me hace poder lograr estas situaciones. Corté enredaderas y flores que abarrotan estos juguetes. Yo digo que la naturaleza siempre gana, y nuestro paso por acá es muy cortito.”

No es fácil poder decodificar el tamaño que los objetos tienen realmente pero una hormiga que aparece en una de las fotografías, da la pauta de la escala. Esos juguetes no tienen más de diez centímetros de alto. Sobre fondos casi neutros o grises –como nubes en blanco y negro– las imágenes se sitúan en una atemporalidad, en una representación del tiempo como duración, con sus marcas de existencia. “Trabajo desde lo que a mí me pasa y el apego es una cuestión. Con estos objetos trato de hacer obra. En estos juguetes que remiten a otro tiempo, hay como dos valores: el valor que uno les asigna y el valor utilitario en sí mismo. La casa de mi papá tuvo siempre una heladera Siam, que yo heredé. Eran cosas para toda la vida, y más allá de los objetos hay una carga emotiva detrás. Hoy vivimos épocas muy efímeras, la vida es muy vertiginosa. A mí me altera cuando sucede eso con las personas.” ¤

Doméstica, de María Laura Vázquez. Santa Fe 2729, 1er piso, local 31, de 16 a 20 hs. Hasta el 10 de mayo.