Vie 01.08.2003
las12

EXPERIENCIAS

Muñecas, de antes y de ahora

Las hermanas Mabel y María Castellano donaron su impresionante colección de muñecas al Museo Fernández Blanco, donde ahora están expuestas. Por su parte, la arquitecta Aída Daitch, junto con dos amigas, creó a Eva, una muñeca última generación –esto es: cero plástico–, que se consigue en jugueterías de diseño.

Por Victoria Lescano

Las hermanas Mabel y María Castellano Fotheringham, una vestida con trajecito de lana blanca en tramas de ochos, la otra con tailleur y camisa con jabot y pintitas azul y blanco que bien podrían llevar alguna de las poupeés de su valiosísima colección, se desplazan por el interior de la gran casa de muñecas que simula el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco. Es la semana del comienzo de las vacaciones, los niños que en la tarde visitan la muestra les piden autógrafos, las madres gritan y las abuelas y devotas del coleccionismo les relatan memorias de su infancia. Tal es el título de la muestra que hasta el 28 de septiembre reúne piezas fechadas entre 1870 y 1930 que las hermanas Castellano donaron al museo argumentando: “Siempre podemos venir a visitarlas, no queremos correr el riesgo de que se vendan y desaparezcan del país”.
En el recorrido, mientras las expertas conducen a la cronista de la mano y explican las piezas más difíciles de cada vitrina pronunciando sus denominaciones en perfecto francés e inglés, de la interacción con el público se deslizan tramas absurdas; se discute sobre el styling de la Shirley Temple y la Marilú, si tal muñecas viajó o no a París.
“Coleccionamos muñecas toda la vida, empezamos con las que nos regalaban nuestros padres, después compramos en ferias de San Telmo y los remates del Banco Ciudad. Sobre las piezas más raras destacamos a las fashion dolls, las muñecas de flirty eyes u ojos coquetos de la firma Simon & Habert, las de tres caras y las criaturas mecánicas con cajita de música incorporada. También una muñeca negra del 1800 y la serie de bebés de carácter para las que sus creadores se inspiraron en fotografías de niños. Nos interesa mucho aclarar que la mayor parte de la ropa –hay algunas piezas originales– fue confeccionada con telas exquisitas y mucha dedicación por mi hermana Mabel, documentándose con libros especializados, porque ella les hizo hasta los calzones”, dice María Castellano. Interrogada sobre su muñeca favorita, no vacila en contestar. “Todas las de la casa Jumeau, por algo un historiador destaca la profundidad de los ojos pensativos de esas muñecas.”
Algunas aclaraciones que se desprenden de una visita por las vitrinas, rigurosamente documentadas del Fernández Blanco.
Muñecas chinas: Dícese de las que en 1830 tomaron forma en Alemania con cabeza de porcelana. Realizadas primero vía prensado y luego por drenado de la porcelana, formaban una sola pieza junto con los hombros. Por regla general eran terminadas en los hogares, las mujeres y las niñas les cosían el cuerpo. Representaban a mujeres adultas, tuvieron una extensa variedad de peinados y aplicaciones de flores o peinetas. En 1860 apareció una variedad de porcelana llamada biscuit, con un asombroso parecido a la piel humana.
Fashion dolls o poupées mannequins: Tienen cuerpos confeccionados en cabritilla, madera o tela, curvas muy acentuadas –fueron las encargadas de modelar los últimos gritos de la moda francesa hacia el mundo–.
Se fabricaron en Francia y Alemania por los expertos de las firmas Gaultier, Jean Paul, Bru, Rohmer, Huet y Jumeau.
Maison Jumeau: Pierre François Jumeau empezó importando cabezas de porcelana desde Alemania hasta que armó su fábrica propia en 1870 en las afueras de París. Los famosos Bebés Jumeau tenían como rasgos particulares ojos de vidrio iridiscente, que el argot muñequero bautizó paperweight, y excelencia en la ropitas.
Bleuette: Creación de la Sociedad Francesa de Fabricación de Bebés y Juguetes, alianza de expertos muñequeros para desafiar a los alemanes, con las que aprendieron a coser varias generaciones de niñas parisinas. Se produjeron veinte mil entre 1905 y 1960, acompañó las prédicas estéticas de la revista La Semaine de Suzette y la que reúne Memorias posa en una camita de hierro y madera y está provista de cómoda, roperito y mesita de luz con florero incluido.
Freak dolls: En esa categoría se podría incluir a la muñeca que patentó en 1890 Carl Bergener con la particularidad de fusionar tres raras caritas en una misma pieza: así una versión sonríe, otra llora y la última duerme con sólo girar un dispositivo ad hoc.
Otro caso de Dr. Frankenstein sucedió cuando Jules Steiner aplicó sus conocimientos de relojería al desarrollo de muñequitas y tramó ejemplares que se enojaban, lloraban y una muy caprichosa a la que llamó Gigoteur –léase muñeca pateadora–.
Marilú y Shirley Temple: Una anécdota asegura que la diva infantil Shirley Temple recibió de regalo una Marilú, la muñeca favorita de las niñas de clase media alta argentina. En 1932 Alicia Larguía, fan de la publicación francesa La Semaine de Suzette, encargó la realización de una muñeca de porcelana a la firma alemana Kammer & Reinhardt, y luego a Konig & Wernicke. Tuvo una revista propia y francamente chiquérrima y un guardarropas sublime que muchas veces concordaba con atuendos que la casa Marilú Bragance ofrecía a sus clientas adultas. En las vitrinas se la puede apreciar vestida con guardapolvo muy almidonado, con tapadito color arena, en traje de comunión y junto a su colección de muebles, vislumbrar el célebre minitapadito de paño rojo con cuello de terciopelo.
El anecdotario de la Shirley dice que tomó forma en 1934, cuando la firma norteamericana Ideal Novelty & Toy Co. decidió encargar una muñeca a imagen y semejanza de la actriz. Su vestuario fue rico en vestidos muy cortos y frou frou con los que los vestuaristas de la Fox exaltaban sus tics de niña bebé rubia fatal. Cada Shirley en versión muñeca traía un broche con el slogan Genuine Shirley Temple, an Ideal Doll.
La curadora de Memorias de la Infancia, Daniela Pelegrinelli, quien pasó años investigando sobre muñecas, sitúa en los cuartos de costuras del mundo muñecas el espacio de preparación para el matrimonio y la maternidad de las niñas y destaca la elegancia de la época victoriana. También se refiere a la prensa femenina e infantil: “En Francia la prensa femenina reforzó la relación de identidad entre costura, muñecas, y feminidad. En 1863, el Journal des Demoiselles, especializado en la moda y destinado a mujeres elegantes, lanza ‘La poupée Modele’, un suplemento con moldes que permiten vestir a la muñeca. En febrero de 1905, el lanzamiento de La Semaine de Suzette, marca el inicio de las revistas de costura dirigidas exclusivamente a las niñas. A las suscriptoras se les entregó, junto con el primer ejemplar, una muñeca llamada Bleuette por el azul de los ojos”.

Creando a Eva
Con un discurso que privilegia el juego a las piezas de coleccionismo, una tarde del último verano la arquitecta Aída Daitch y dos amigas, la empresaria Mercedes Guarch y Ana Digiorgio, ex contadora del Banco Francés, empezaron a dar forma a la muñeca Eva. Compraron kilos de vellón e interlock rosa para contenerlo, sacaron una máquina de coser eléctrica al jardín de la casaquinta de Ana e hicieron su primeros experimentos. Resultó una muñeca con cuerpo de trapo que –como la favorita de la niña del mejor cuento de terror hecho película La noche del cazador– podría incluir un botín en su interior. Eva y su versión masculina, Teo, llevan trajes violáceos, vestidos de estilo bariloche rojo y blancos, gorros aún discutidos por sus estilistas, pelambres de lana y ojos bordados. Otro común denominador son las mochilas bolso para guardarlas, con camisón/ pijama y una perchita troquelada. Se consiguen en Oda, mariasymas o en la dirección [email protected].
“Eva es un homenaje a las habilidades manuales femeninas heredadas de madres, abuelas y las clases de economía doméstica de la escuela pública. Es la primera de una serie de personas de trapo que irán componiendo una familia lúdica argentina. Surgió en un momento de mucha crisis, con el deseo de tener un producto identificado con lo nacional y remite a una industria sin chimeneas, que intenta recuperar quehaceres tradicionales. Para nosotras el juego de muñecas remite a abrazarla, a mimarla, dormirla, cambiarla y se aleja del lugar común de lo lindo y la risa payasesca”, agregan sus autoras.
Vale aclarar que Aída, en simultáneo con su trabajo como coordinadora de la publicación de la Fadu Contextos, es quien arma los cuerpos con brazos que rotan sostenidos por un botón, Ana las cose y Mercedes teje la ropita y el pelo. Dicen también sobre el proceso: “Nos costó dar con la forma de las manos y los pies, que fuese para jugar nos fue definiendo muchos aspectos del diseño, porque esto tiene una base de diseño y no es lo que va saliendo. Tiene forma de un bebé recién nacido y permite el juego de niñas de 3 a 9 años”. Y Aída concluye: “Creo que también incidió que nosotras tuvimos muñecas de porcelana y papel maché que no se podían mojar. Además yo soy carenciada de muñecas, tengo tres hijos varones, uno fue el fundador de un grupo de heavy metal. Años antes de tramar muñecas y en simultáneo con su diseño del célebre puente y demás puestas que transitaron los asistentes a la Primera Bienal de Arte Joven, Aída lo acompañó en muchos de los ensayos y conciertos de Rata Blanca.

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