MUSICA
A dos años del lanzamiento de su primer disco La hija del Loco, que la apuntalara como abanderada femenina de la nueva generación del rap argentino, Sara Hebe quiere retruco.
› Por Miss Bolivia
Acaba de editarse Puentera, el segundo trabajo discográfico generado y coproducido de modo ciento por ciento independiente por Sara Hebe junto a Ramiro Jota, su compañero en el estudio y la tarima.
Si bien Puentera continúa ubicando al rap como médula indiscutible y plataforma creativa a la hora de componer, la paleta estilística de este nuevo disco atraviesa una vasta pluralidad que va del reggae a la cumbia y del dancehall al drum’n’bass, sirviéndose de una habilidad métrica ostensible que se combina ingeniosamente con recursos poéticos en sus diversas claves, elevando la dosis de sagacidad, crudeza y realismo.
–El estilo está en constante movimiento. Yo hago rap, y si bien en el disco hay matices de cumbia, de canción o reminiscencias del universo electrónico, lo mío está situado en el interior de esta búsqueda, pero siempre desde la diversidad como punto de partida. Lo que hacemos no es purista, y estamos generando un espacio en construcción. Siempre fui muy esquizofrénica musicalmente, y ese rasgo se potenció con el micrófono. También tengo marcas musicales como individuo y como hija de una generación: escuchar Intoxicados, Charly García, estudiar teatro, baile, murga porteña, sobrevivir al menemismo, fueron todos detalles que de a poco orientaron mi tránsito e identidad musical hacia lo que hoy se expresa en el disco. Y esas coordenadas que te marcan, también te roban, te contaminan y pueden dejarte bien frito. Entonces entra en juego el desafío de la creatividad, que tiene que ver con lo que una es capaz de hacer con eso que te toca: si vas a comer mierda o si la vas a transformar en pregunta; si vas a dejar saquearte, o si te vas a poner en acción. Es a través del desplazamiento y la transformación que yo practico el rap como deporte de altura.
–Son postales urbanas de la vida real. Si el contenido del disco anterior había sido más visceral y vomitivo, en eso tuvo mucho que ver mi urgencia por decir. Podría afirmar que en Puentera traté de pensar un poco más. Hablé del bar, de la noche, de las drogas y el alcohol, del consumo de información, de las tierras, el agua, la minería. Esta vez hablé de amor, del romántico y del jodido. No obstante, la crítica social y la propuesta de resistencia son imperativas y pueden entrelazarse en una trama poética a la vez que política, yendo y viniendo rizomáticamente de lo bello a lo crudo sin que en el trayecto se caigan los anillos.
–Puentear es una palabra “rocha”, y es un verbo que implica la acción de arrancar un motor sin tener la llave. También es saltearse a alguien o a algo en el transcurso de un proceso. “Puentear” es trazar puentes: entre corazones, entre tribus, estilos y maneras de pensar. Un tronco puede hacer de puente para cruzar un arroyo, y un disco puede abrir cabezas y a la vez puentear la estructura, el manager y la discográfica. Y si le sacás la e, aparece “Puntera”.
El disco tiene 15 temas y va revelando a medida que avanza, una radiografía musical, sincera y atrevida de la mano de Sara Hebe, mientras dispara sin desperdicios una instantánea de la sociedad argenta desde la perspectiva de una rapera sub-30: “Son las preguntas que me hago todos los días, y si no me las hiciera, tampoco escribiría”. El primer corte, “Otra vez (cruzar)”, con flamante videoclip, evidencia la línea antiheroica que atraviesa Puentera de cabo a rabo: “Otra vez me vuelvo a equivocar / voy por el camino que no tenía que caminar”. Y prosigue: “Soy la peor y por eso nadie me puede imitar”, “Lo malo de la noche es que termina; lo malo de la vida es que te arruina”. A veces hay metáfora, y a veces metralleta.
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