Se arrodilla en el escenario y canta cerca del suelo como si intentara también oír entre las napas. Su enorme peinado afro la convierte en una antena que envía vibraciones al público. Zaika Dos Santos, oriunda de Contagem (ciudad de la periferia de Belo Horizonte), remarca que su desafío es hacer música desde las fallas. Su primer disco Desabafo, un EP que se puede descargar de Internet, propone ambientes sonoros que nacen desde el ruido hasta despejarse en un ritmo suave y adherente.

A sus 24 años, esta cantante de la escena del estado de Minas Gerais es MC (maestra de ceremonias) y activista del Frente Nacional de Mujeres de Hip-Hop de Brasil, relata que su momento favorito para componer implica el movimiento. Más precisamente: la locomoción. Sentada en un vagón del metro, con las luces filtrándose por las ventanas, Zaika se detiene a observar a los pasajeros e inspirarse a partir de ese estado flotante. Hacer música que acompañe el latido de la ciudad.

“Sólo escribo sobre lo urbano, sobre las relaciones que existen entre el espacio físico, el cuerpo espiritual y el contacto. Acerca del shock que acontece entre esas tres escalas. Lo hago en el metro, viajo para poder componer las músicas. Es muy gracioso, porque allí es el único lugar en que la gente descansa. Entonces el cuerpo se desprende del espacio físico, de ese frenesí del día a día y las personas dicen mucho visualmente. Esas expresiones son para mí la superación del diálogo.”

En sus letras aparecen fragmentos de “Yo tuve un sueño” de Martin Luther King, al tiempo que relatos sobre lxs guerrerxs cotidianxs. Su fraseo ajustado transforma algunas preguntas sobre la memoria, el futuro y la justicia en un manifiesto sonoro ideal para escuchar mientras se camina bajo el sol. Acerca de sus vivencias como mujer joven, negra y artista, Zaika traspasa el horizonte de su propia ciudad.

“Entiendo que hay muchos desafíos. Primero, conciliar la vida profesional con la vida personal: estudiar, trabajar, hacer varias cosas, ser amas de casa. Tener representación femenina en el hogar y fuera de éste a veces dificulta el proceso. Pero de todas maneras creo que las mujeres en Brasil vienen siendo muy guerreras. Ahora tenemos el Frente de Mujeres de Hip-Hop, que es un grupo que se comenzó a articular en San Pablo, después se fueron uniendo Minas Gerais, Bahía y Río. Cada uno con su punto de actuación y su lenguaje. La cultura hip-hop hace un tiempo tenía mucho ese rasgo de ser una cultura machista, con un discurso marcado de ese tipo. Pero considero que este discurso está comenzando a cambiar porque las mujeres dicen hoy mucho más qué es lo que quieren. Y en forma mucho más fuerte.”

“Disfruto del rap y dubstep, trabajo con Clebin Quirino, que tiene una productora en su casa que se llama Producto Tosco, y lo que hacemos guarda la idea del nombre: músicas que tienen fallas, que cuentan con defectos, algo que sonoramente también dialoga con el espacio urbano. En ese diálogo hacemos una versión del dubstep que es un sonido sensorial que logra propagarse dentro del cuerpo, subir y consigue que las personas sientan esa frecuencia de sonido como una variación sutil. La idea es intervenir vocalmente dentro de esos procesos sonoros”, dice Zaika y confiesa que de sus letras, la que más le gusta es “Círculo”, “porque la vida es un círculo y nosotros estamos en constante movimiento”. Dice así: “La lluvia cayó, lo nuevo surgió, el tiempo pasó, lo viejo acabó, el mundo mudó, el diario ya habló, el niño ni vio, se volvió un joven señor. La joven flor ya se abrió, la cinta de la vida ya se rebobinó, la era de la máquina ya comenzó, pero la moda antigua también retornó. Quien era un bebé se vuelve madre, joven y abuela, y el ciclo de la vida continuó”.

Zaika Dos Santos encuentra todo intercalado en la ciudad como universo y fuente de inspiración, canta sobre lo cotidiano antes y después de volver a su trabajo como educadora social y a su responsabilidad como estudiante de artes audiovisuales.

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