Vie 22.08.2003
las12

POLITICA

Nunca más la impunidad

Por Patricia Walsh *

Hace 31 años, el 22 de agosto de 1972, nos conmovió la llamada masacre de Trelew. Un grupo de prisioneros desarmados, custodiados por fuerzas de seguridad del Estado nacional, fueron sacados de sus celdas y fusilados despiadadamente. Yo tenía veinte años, y mi generación, que creció de dictadura en dictadura, no estaba dispuesta a callarse la boca. Aun hoy no sabemos bien todos los nombres de los asesinos, herederos de los fusiladores del ‘56, predecesores de las Tres A y de los genocidas de la última dictadura militar, cuando las Tres A se volvieron las Tres Armas.
¿Qué hilo macabro fue enhebrando estas operaciones masacres?
La impunidad. Cada impunidad de un crimen ejecutado por el terrorismo de Estado, habilitó hacia el futuro un crimen mayor.
Se desarrolló una dialéctica entre crímenes e impunidad que produjo una trágica escalada. Fue así que el terrorismo de Estado ascendió a genocidio, y la impunidad se convirtió en Ley de la Nación Argentina. Las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, sancionadas por un Congreso arrodillado, le cerraron la puerta a la Justicia. El pueblo las bautizó bien: leyes de impunidad. La doble llave a la Justicia cerró mejor con el imperdonable perdón: el de los decretos de indulto a los terroristas de Estado, durante la década trágica de Menem.
La ley de Obediencia Debida fue el punto final para cualquier atisbo de justicia que las instituciones argentinas pudieran haber conseguido. Paralizó las causas judiciales, y dejó en libertad a la enorme mayoría de los responsables de crímenes de lesa humanidad. Semejante aberración ética produjo consecuencias más profundas que las que aún hoy se pueden pensar y enumerar. Unos cuantos (demasiados) usurpadores del poder del Estado, genocidas, torturadores, violadores y desaparecedores de personas no eran culpables, por haber obedecido a sus superiores. Una ley monstruosa estableció que un criminal no es un criminal si obedeció órdenes superiores.
Es la ley que sancionó la impunidad en la Argentina. Es la ley que autorizó, facilitó y extendió la generalización de la impunidad en el país. La que borró no sólo la culpabilidad sino también la responsabilidad de todos los actos de corrupción desde el Estado de los últimos 20 años. Si Alfonsín aplastó con el codo cualquier insinuación de justicia, desmintiendo el “Nunca más”, Menem fue la consecuencia lógica. El que continuó y reafirmó con sus indultos a los terroristas de Estado la impunidad estructural.
Fue una ley funcional al genocidio. La que permitió la libertad de la mayoría de sus responsables. Y, peor aún, la que permitió su continuidad como genocidio económico, social y cultural. El imperio de la cultura de la impunidad, que permitió dejar sin empleo a centenares de miles de trabajadores, y deteriorar a niveles inéditos, en nuestro país, la salud y la educación. Dejar en la miseria y la pobreza a la enorme mayoría.
Pero a esa connivencia entre genocidio e impunidad, entre genocidio y plan económico neoliberal, se le opuso desde siempre la lucha de nuestro pueblo. Desde la histórica resistencia peronista, el Cordobazo, y las innumerables y recientes luchas de los partidos políticos y agrupaciones de izquierda, las organizaciones sociales, los movimientos piqueteros. Pero muy especialmente la larga marcha de los organismos de derechos humanos, en los que las mujeres ocuparon desde siempre un lugar inclaudicable. El ejemplo de los pañuelos blancos, las Abuelas, las Madres, las Familiares, las hijas de H.I.J.O.S, las ex detenidas desaparecidas. La militante convicción de tantas mujeres que siempre creyeron que se puede, y construyeron que se pueda.
Nada de esto hubiera ocurrido, y nada finalmente ocurrirá, si no sostenemos la constante lucha popular. Es por esa resistencia y esa lucha que se le puede poner un punto final al Punto Final. Y que la única obediencia debida empiece a ser la que dé urgente respuesta a las necesidades impostergables del pueblo.
Esta lucha no puede detenerse. Ahora vamos por la nulidad absoluta de los indultos a los terroristas de Estado. Este será el mejor homenaje a nuestros desaparecidos, y también a los fusilados de los basurales de José León Suárez y de Trelew.


* Diputada nacional - Izquierda Unida.

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