Vie 04.01.2013
las12

MATERNIDAD

No me iré sin mi hijo

Se considera una motivadora y una gran artífice de la ley de fertilización asistida de la provincia de Buenos Aires. La periodista Marisa Brel acaba de publicar Mamá... ¡otra vez!, un libro donde cuenta el largo proceso por el cual decidió acudir a los servicios de una agencia norteamericana de maternidad subrogada para lograr tener a su segundo hijo, Timoteo. De la insistencia en el hijo biológico, la posibilidad de una ley nacional y el valor de un testimonio anclado en una práctica que sale miles de dólares habla en esta nota.

› Por Flor Monfort

Ya desde los títulos de sus libros hay algo irritante en la postura de la periodista Marisa Brel. Voy a ser madre a pesar de todo y Mamá... ¡otra vez! resaltan el valor de la maternidad biológica de un modo que cualquier intento por fuera de ese “poner el cuerpo, cueste lo que cueste” parece un gesto menos maternal. Por más que la autora aclare que ella intentó la adopción tanto nacional como internacional y que las trabas la hicieron desistir, el modelo que impera es el de la madre que pone todo lo que tiene que poner: ovarios y amor, óvulos y dolor, un marido contenedor, un deseo irrefrenable de que su cuerpo le dé un varón envuelto en el Edipo y, tan digno ejercicio de la feminidad, que es el cuerpo de otra mujer (sacrificada) el que trae al mundo al vástago. Y lo hace por servicio. No es la única grieta que abre el discurso de esta especialista en espectáculos devenida escritora best-seller. La posibilidad de legislar la subrogación de vientres en Argentina, si bien está lejos, tiene una única traba según su mirada, y son las mujeres que lo harían por el dinero, sin pensar en lo importante: su capacidad de ser vehículos de otros.

Se llama a sí misma motivadora, tiene una respuesta para todo y dice que no es por ego aclararlo, pero contar a Obama entre sus seguidores de Twitter no es casualidad: que tengamos una ley provincial de fertilización asistida es algo para agradecer sin cuestionar. “Tuve el honor de participar en la creación de la ley porque me invitó el gobernador Daniel Scioli, primero a trabajar en el proyecto en el 2010 casualmente con la salida de mi primer libro, que hoy en día es best-seller en toda América. Evidentemente había una necesidad de información, de contención, de un referente, de alguien que haya pasado por esto. La gente no hablaba hasta ese momento, era un tema tabú, y la verdad es que todo eso fue influyendo para que saliera la ley. El trabajo del gobernador fue increíble y se votó en forma unánime. Desde el 2009 se empezó a trabajar con la conciencia de que era una necesidad de la gente. Estamos hablando de un tema de salud, estamos hablando de dar vida, entonces tanto diputados como senadores entendieron que había una voluntad política y una necesidad social. Pero así como yo me involucré en cuerpo, alma, mente y corazón en la ley de la provincia, en la nacional solamente colaboro desde mi corazón

¿Por qué?

–Porque no sé quiénes están. Yo me quedé con el anuncio de la Presidenta cuando abrió el 2012 diciendo que iba a tener prioridad la ley de fertilización. También lo dijo sobre la ley de adopción y la de maternidad subrogada. Hay que tener mucho cuidado con eso, porque la gente que no puede tener hijos está muy sensible, sufre mucho, no es fácil.

Y no te voy a mentir, estoy enojada: terminó el año y se cayó todo. Cuando dijeron “vamos a sacar el voto a los 16” salió en dos minutos, y la Presidenta pidió una sesión extraordinaria para la ley de trata. Pero lo podría haber hecho también para la ley de fertilización.

¿Qué opina de la letra de la ley provincial? Hay quienes dicen que es muy restrictiva...

–Es restrictiva como toda ley y como todo contrato. Una obra social o una prepaga tienen un contrato que dice que podés entrar si no tenés enfermedades preexistentes. Entonces sí, es restrictiva, se aplica de 30 a 40 años.

¿No piensa que eso se podría haber ampliado? Muchos de los grupos que trabajan en los proyectos de ley nacional dicen que cientos de mujeres quedan afuera, las del mismo sexo, por ejemplo.

–Yo sé del tema y trato de despertar conciencia. La restricción no es algo caprichoso que se dice al boleo; los especialistas más importantes se sentaron y dijeron que la edad para hacer los tratamientos in vitro es a partir de los 30 y hasta los 40 por una cuestión de salud. Hasta los 30 porque hasta esa edad se puede probar, se puede curar una endometriosis, una trombofilia. Y después de los 40 los médicos consideran que los óvulos pueden ser viejos. Esto es así. Yo, gracias a Dios, pude usar mis óvulos a los 42 recién cumplidos pero corrí un riesgo. Así como se creó una ley se creó todo un sistema que no existía porque los especialistas en fertilidad son privados. Se tuvo que formar gente en el Hospital de La Plata, y no sabés la cantidad de médicos que se siguen formando. Cada dos meses se suma un hospital, y esto no lo dice nadie. Es una maravilla. Ya nacieron casi veinte bebés, hay más de cien embarazadas y las estadísticas no cuentan todos los que nacieron en institutos privados gracias a la ley. El Dr. Pasqualini atiende cincuenta personas por día por la ley y es totalmente gratuito, creo que en total en todo el tratamiento se pagan 400 pesos.

¿Qué piensa de que acá se implemente la maternidad subrogada?

–Dejame terminar de decir el mensaje para la gente: la ley de la provincia está en pañales, la idea es ampliarla. Una de cada seis parejas tiene problemas para concebir, es mucho, el sistema está desbordado, por eso te dan turno para dentro de seis meses. Y hay tres intentos, para eso también tiene que haber un límite. Cuando se discutió la ley, de maternidad subrogada ni se habló. Yo creo que acá estamos muy lejos, en cuanto a salud estamos listos porque es el mismo tratamiento in vitro que se le transfiere a otra mujer y por la parte legal, yo tengo el contrato de Estados Unidos, lo copiamos y ya está. Lo que falta en Argentina es despertar de conciencia. En Twitter yo tengo 150.000 seguidores y alguno me puso “¿te pensás que lo hizo por amor?” y el signo de plata al lado y yo pienso “pobre, no entiende nada”.

¿Cuánta cobró Joy, la madre sustituta?

–Diez mil dólares, repartí eso en un año. Ella está casada, tiene dos hijos, es gerenta de una empresa, vive en un barrio privado. Yo he estado en la casa, me quedé a dormir, viven como yo, no lo hicieron por plata, lo hicieron por amor, porque son espirituales y quieren ayudar y eso es lo que falta acá. En Argentina sale la ley de subrogación y van a ir quinientas millones de mujeres a decir “ay, yo alquilo mi vientre: diez mil dólares”.

¿No piensa que puede haber mujeres pobres que lo hagan para subsistir? ¿Qué pasa con el mercado humano que se puede generar?

–Eso tendrá que ver con cada uno.

Y también con el marco legal de la ley.

–Como siempre. En la ley de adopción hay un marco legal pero también hay un mercado negro de chicos. Yo si quería lo podría haber hecho acá, tengo una abogada que lo hace, acá no es ilegal pero hay un vacío legal.

En el libro usted dice que al principio tenía miedo de lo que pudiera pasar con su hijo...

–Sí, pero la primera vez que hablé por teléfono con ella se me fue. Fuimos a comer todos juntos, conocimos a los hijos. Cuando salimos del hospital y fuimos a la casa de Joy, nos esperaban con la torta de Halloween. Joy es mi familia, tuvo parto natural sin anestesia, sin nada.

¿Cómo fue el encuentro con su hijo?

–Me quedé paralizada, porque yo estuve muy conectada con él cuando estaba en la panza. Yo tengo una vida espiritual bastante evolucionada y como estuvimos gran parte a la distancia, yo cerraba los ojos y me conectaba con él. De hecho mis estudios eran los de una mujer embarazada, y al estar tan conectada a través de la tecnología, a través de la paz que me daba Joy, cuando recibí a Timoteo fue como si hubiera salido de mi panza. Yo no sufrí porque haya estado en otro vientre, para mí todos somos vehículos para que vengan seres de luz a este plano. Así como Paloma pudo venir a pesar de todo a través de mi cuerpo, esta vez mi cuerpo ya era un vehículo averiado y tuvo que venir a través de otro.

¿Por qué la insistencia en el hijo biológico? ¿Qué pasa con la adopción?

–La adopción sigue siendo una posibilidad para mí pero acá tenemos una ley vieja. Yo fui a un juzgado donde me dijeron que tendría que esperar 10 años. Yo no sabía si a los 50 iba a tener energía, ganas de ser madre. Cuando no podés tener un hijo en forma natural, la gente te dice “bueno, andá a adoptar” como si fuera ir al supermercado. Adoptar es muy difícil, te piden entre 8 y 10 años. A mí me gustaría que adoptar no sea exclusivo de la gente que no puede tener hijos. Si todos adoptáramos, no habría chicos en los institutos. Para mí Angelina Jolie y Brad Pitt son el modelo de familia, tienen hijos y adoptan. Eso es amor. Eso es de verdad. No adoptan un negrito porque es lindo. Está bien, ellos tienen el dinero, pero si todos tuviéramos esa conciencia... Con la ley vigente, los jueces de familia no tienen un tiempo límite para decidir si los chicos que están en los hogares pueden volver con sus padres o deben ser adoptados, porque primero está el derecho del niño y después está el derecho de los padres biológicos, que más allá de haberlo violado, drogado, maltratado, tienen derecho de tener psicólogos y reinsertarse en la sociedad. Si los jueces ven que se ponen bien los chicos tienen que volver con ellos. Por eso hay muy pocos chicos para adoptar. Y hay dieciséis mil familias anotadas en provincia, cinco mil chicos institucionalizados y para adoptar en este momento habrá 600 chicos. Afortunadamente no tenemos tantos chicos abandonados. Y los chicos pobres están con sus padres. Por eso, yo estoy trabajando con Scioli en una nueva ley de adopción, que si Dios quiere, sale este año porque ya tiene media sanción. La nueva ley tiene máximo un año de plazo para que los jueces decidan.

¿Ud. adoptaría?

–Ahora acabo de ser mamá, pero sí. Con el tema de Haití yo avancé mucho, pero las adopciones internacionales están cerradas por Cancillería. Los chicos que entraron al país es porque se tramitaron antes del terremoto. Hay que hacerle primero juicio al Estado, ganarlo y ahí pedir la adopción. Nosotros hicimos todo el proceso para iniciar el juicio, lo ganamos en tiempo record y, cuando fuimos a Haití, yo había elegido una de tres fundaciones y empezamos todos los trámites. El proceso tarda un año, y cuando ya estaba todo encaminado, una abogada de España que hace 20 años hace adopciones en Haití, me llamó y me dijo NO. Porque no estaban haciendo las adopciones legalmente. Casi me muero. Y cambiar la fundación era empezar todo de nuevo. Ahí fue cuando presento mi libro en Miami y conozco al Dr. Ackerman. La maternidad subrogada siempre había sido mi fantasía.

¿Qué pasa con la enorme cantidad de gente que no tiene la posibilidad de costear estos tratamientos? Porque Joy cobró muy poco pero las agencias cobran fortunas.

–Hay gente que se queda sin tener hijos, antes se quedaban sin tener hijos porque no existían estos tratamientos pero ahora porque no tienen plata, obvio. Yo le digo a cada uno de mis seguidores que tenga fe, que la ciencia evoluciona; cada día trae nuevas soluciones, y yo tengo fe en que va a salir la ley nacional, no es una utopía. Pero, más allá de eso, yo soy de las que no bajan los brazos, la gente tiene la fantasía de que porque una es famosa tiene plata: yo he vendido todo lo que se te ocurra. Tuve la bendición de toparme con un médico como Pasqualini que ayuda mucho, tiene una fundación increíble, y no lo cuenta. A mí me ayudó en diez tratamientos. Tuve que vender miles de cosas en el camino. Ahora tuve la bendición de toparme con el Dr. Fernando Ackerman y la agencia Open Arms, que me ayudaron económicamente, pero igual me salió mucha plata. Yo he vendido –queda feo decirlo–, pero literalmente hasta las bombachas, muebles, toda mi ropa, zapatos, yo no te puedo explicar lo que he vendido y pedido prestado. Vos venís a mi casa y está despojada. No me arrepiento en absoluto y estoy feliz y orgullosa. Y no me llaman para laburar porque se quedaron con que soy una escritora best-seller y piensan que soy millonaria, cuando yo gano cuatro pesos por libro.

¿Qué le gustaría hacer a nivel laboral?

–Tengo ganas de hacer un programa para la mujer que toque temas de actualidad, salud, maternidad, economía, de todo para la mujer moderna. Yo con todo esto de la maternidad me convertí en un referente de la mujer y estaría bueno capitalizarlo. A mí me sigue Barack Obama en Twitter porque sabe que logramos una ley de fertilización asistida gratuita.

¿Qué piensa de Flor de la V?

–Yo no juzgo. Todo acto de amor está bien. A mí me molesta la gente que juzga. En el recital de Madonna la vi, no es amiga mía pero tengo buena onda. Ahora mi caso es diferente, yo pude alquilar un vientre porque tengo comprobado que no puedo concebir. Que le digan mamá y es papá es un tema de ellos, ya lo resolverán. Lo importante es el amor. Fort quiso ser padre solo. Y seguramente Flor es mucho más mujer que muchas mujeres.

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