“Partir de lo simple y volver a lo complejo”, dice la letra de la canción “Ganas”, de Los Galgos, una frase que resume la búsqueda de esta banda que tiene terminados los temas para su primer disco, Fuerza y tempestad. “Aprendimos a hacer las cosas de otra manera, a tener una sensibilidad con la música y a comportarnos como profesionales”, asegura Helena Pérez Bellas, la cantante del grupo que conforman además Martín Ramos Mejía en guitarra, teclados y programación, y Daniela Ruiz en bajo.

La música de Los Galgos es etérea, melancólica pero vital, con melodías que fluyen. Hace dos años editaron el EP En el corazón sucede lo que sucede, con canciones que colocan dentro del indie rock, más por una estética que por una pretensión de independencia. “Le tengo cariño al término indie, por la relación que guarda con los ’90. Acá la gente es indie porque no le queda otra, nadie elige ser independiente. Acá no hay sellos discográficos independientes serios. Indie rock tiene que ver con una cuestión estética y musical”, dice Helena. “Corazón blanco” es otro de los temas nuevos que conformarán el primer disco, con un tono más oscuro y una letra que habla sobre el sentimiento cotidiano de angustia por la lejanía: “El disco nuevo va a salir este año, pero siempre está el tema económico. No lo vamos a hacer así nomás; no me da igual, defiendo mucho el formato físico, a mí todavía me importa un montón, quiero que el disco salga también en vinilo”.

Su música está enmarcada por influencias culturales que tienen que ver con el cine y la literatura, y a pesar del interés por cuestiones sociales no hay bajada de línea en las letras ni canciones de protesta. “Escribo más desde lo poético que desde lo político porque es lo que me sale mejor, no descarto poder ponerle una carga más política a mis letras en algún momento, pero ahora me sale así. No hay mejor catalizador que la música para canalizar el dolor”, asegura la cantante, que considera que todavía existe una mirada compasiva del hombre hacia la mujer en el ambiente del rock: “Lo que hay que discutir en el rock es el maltrato que sufren todos, tanto hombres como mujeres, por eso esa mirada compasiva la tienen que tener hacia cualquier banda por todo lo que tiene que pasar: porque hay que pagar para tocar, hay pocos lugares, el Estado tiene demasiada presencia, se mete demasiado pero no soluciona. Queda inhabilitada la mirada compasiva del hombre hacia la mujer desde el momento en que están siendo tan explotados como yo. Es una mirada que subsiste, pero es ridícula”.

Helena plantea un feminismo que tiene más que ver con la vida cotidiana que con grandes batallas colectivas. “Lo que hay que lograr como feministas es hacer lo que vos querés. La victoria es desarrollar lo que vos querés en tus propios términos, no en los términos de los demás. Una tiene que cuestionarse como feminista qué quiere en su vida privada, esas contradicciones son las que me interesan. Para mí el feminismo tiene que ver con armar relaciones placenteras entre mujeres y entre hombres. Tal vez los otros esperan que diga que estoy a favor del aborto, sí, estoy a favor del aborto, pero no sé cuántas veces más lo puedo decir y no sé cuánto más hace falta decirlo”, afirma.

Las letras de la banda vuelven una y otra vez al tema del desamor, el desencuentro, pero sobre todo a la importancia fundamental del amor en la vida de las personas. Helena cree que si una relación no va hay que tener el valor de irse sin miedo a quedarse solo: “No quiero ser tolerante con las cosas que me hacen sufrir. En el amor importa decir amo así; si entro en una relación, entro en serio, entusiasmada, no de una manera relajada, que las cosas se vayan dando, hay que trabajar con el amor, yo quiero construir. Si creés que puede ser un gran amor, debés tener el valor de quedarte, pero hay que trabajar para eso. Las relaciones tienen que ser mejores y más fructíferas para una y para los demás”.