MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
Transcurrió otra edición de Bafweek, la semana de la moda argentina, cuya campaña institucional aludió a los “Territorios Argentinos” con odas al gaucho look, citas al estilo del Noroeste Argentino y de la Patagonia sin omitir un tributo a la flor del ceibo. Unos y otros recursos se corporizaron entre los estilos imperantes para el invierno 2014: hubo ponchos cruza con capa gótica en la colección de Kostume así como también abrigos tejidos en color camel y negro con juegos geométricos que recordaron modos de usos camperos de las chalinas de vicuña, aunque los modelos llevasen las bocas pintadas de negro y portaran gafas de marco negro afines a las que popularizó Yves Saint Laurent. A sus holgadas siluetas andróginas, Kostume sumaría jeanswear y vestidos plisados y el naranja como provocación cromática. La diseñadora Vicki Otero, cultora de la sastrería con recursos masculinos y quien regresó a la moda luego de una pausa de dos años, recurrió al estilismo de collares con espigas y los chambergos a modo de tocado; su sastrería admitió variaciones sobre las faldas de paisana, los pantalones cruza de bombachas de campo con bloomers y una estampa en blanco y negro pictórica y con dejos de un barracán.
Desde el periódico oficial, Noel Romero, la diseñadora de Ay not dead, la firma que celebró sus diez años bajo el título “Since 2003”, posó con un facón, cual si se tratara de un accesorio punk afín al imaginario de sus colecciones. Un pequeño desfile celebrado en la antesala del local de esa firma situado en el Paseo Alcorta demostró el uso del cuero y el terciopelo, las chaquetas bomber, los buzos con ironías y esencialmente, el rescate de las siluetas del músico Richard Hell.
La celebración de Vero Ivaldi tuvo música ambient del experto Diego Vainer y el escenario de la Plaza Alemania donde Ivaldi suele llevar a jugar a su hijo Fermín, camino al colegio. Transcurrió en un atardecer de tormenta tropical, donde los nubarrones negros sobre la cabeza de las modelos con rostros pintados de maquillaje kabuki hicieron pensar en alguna de las puestas deliberademente dramáticas de la vasta trayectora de Ivaldi. Pese a un súbito chaparrón y un corte de luz, Vero pudo exhibir una colección exquisita cuyo punto de partida consistió en rescates del kimono como patrón representativo de la morfología oriental y de fetiches de los años cuarenta como anclaje en el hemisferio occidental. Ivaldi aprendió a sortear pogos y escollos desde sus comienzos como vestuarista de la mítica banda Los Brujos, su colección celebratoria fue dedicada a su pareja desde entonces y coequiper en las puestas, el músico Ricky Rúa. Corresponde destacar que entre los tailleurs, vestidos y abrigos de paño con su minucioso estudio de la moldería exaltó el recurso de variaciones cromáticas: sus geishas exhibieron recursos pictóricos en tonos naranja y fucsia resultantes de un experimento con pigmentos naturales extraídos de ciertas raíces y de minerales cual si se tratase de estampas de flores de cerezo.
Como soporte y correlato de la campaña folk de Baf, se presentaron tres micro desfiles con mecenazgos de la firma Natura y como prólogo de otras colecciones (Vicki O, Juana de Argo y Kostume). Así se pudieron ver los abrigos en lana de oveja, llama y vicuña del catamarqueño Atilio Paez, los innovadores ponchos y el efecto capa sobre capa de Fernando Martumanian –diseñador de la UBA– y también los desarrollos en técnicas de telar, crochet, dos agujas y macramé de la cordobesa Patricia Marazina (fue muy aplaudida cuando asomó en el saludo final, vestida con una camisa de flores y un pantalón y sin ninguna impostación de moda).
Otros gestos arts and crafts asomaron en Semillero UBA y la colección de Manuela Mosquera con innovadores hilados y morfología (y un souvenir de pequeños fragmentos de palo santo y semilla en la primera fila).
En el contexto de La Ciudad de Moda, la pasarela para emergentes ideada por el Gobierno de la Ciudad y el Centro Metropolitano de Diseño, aconteció el debut de Juan Hernández Daels, graduado en la Royal Academy of Arts de Antwerp, ¡el semillero de los Antwerp Six! Su abordaje a la alta costura y la prédica de nuevas reglas y modismos con gestos punk, se tradujo a una línea de sastrería femenina (de faldas largas en paño que dejaban ver una pierna, contrastadas con chaquetas cortas y entalladas a faldas en seda con pequeñas minicrinolinas). Entre unas y otras cautivaron las espaldas descubiertas de sus vestidos y ciertas licencias, el catsuit con flecos o tachas. En una conversación, afirmó que sus lazos con Bélgica son anteriores a sus estudios. Creció en el contexto de una abuela belga llamada Françoise quien vivió entre Bélgica, Buenos Aires y Río de Janeiro y, además del feminismo, predicó un lenguaje indumentario con colores y formas insólitas. Su actual estudio de diseño funciona en el hogar de zona norte que perteneció a ella, de quien conserva el empapelado original en la que fuera su habitación: allí trabaja junto a tres asistentes formadas en la Universidad de Buenos Aires.
Otro de los destacados de LCDM fue la colección de Daniela Sartori, quien construyó un estilo en base a innovaciones sobre tipologías orientales para mujeres y hombres, de saris a los dhotis, pasando por los atavíos que ella usa para sus habituales prácticas de danzas de la India. La llamó “Bangladesh dos”, en alusión a la tragedia textil, acontecida en Asia en abril de 2013: el derrumbe de un edificio de ocho pisos que cobijaba innumerables talleres de confección, y su apuesta resultó frugal y chic, innovadora en sus siluetas para hombre y para mujer (de los austeros vestidos jumper en terciopelo a trajes masculinos en paño naval, sin otro artificio que su moldería). Es ineludible mencionar sus prédicas para difundir moda desde Instragram, predicando el uso del sistema “copyleft”. Lo explicó del siguiente modo: “Quiero hacer del diseño una herramienta de transformación social y busco liberarlo para que cualquier persona pueda reproducirlo de manera particular, evitando las cadenas productivas, la explotación y el sobreprecio, de modo tal que el objeto diseñado no sea una pieza de lujo, sino que se vuelva accesible”.
El viernes 28, la colección de abrigos en paños nobles y colores plenos del azafrán al negro, contrastados con remixes de azulinos, rojos y violetas y cuidadas morfologías ideados por Rubén Troilo y Constanza von Niederhausem, los diseñadores de Garza Lobos, ilustraron el cierre de Bafweek, celebrado en el Salón Central, la sala más elegante y amable de la Rural.
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