RESISTENCIAS
En los festejos por el Día de la Mujer en Malmö, la tercera ciudad en importancia de Suecia, un hecho de violencia perpetuado por grupos neonazis dejó en coma a un hombre y herida a una mujer activista. El rebrote de este tipo de grupos es responsable de este y otros hechos discriminatorios, contado en primera persona por Florencia, una feminista sueca que quiere preservar su identidad pero difundir que hasta los países del Primer Mundo sufren los embates de la violencia machista.
› Por Mabel Bellucci
8 de marzo de 2014. Una de las primeras veces en las que el sol brilla después de meses de invierno. Se oye por varios lados la referencia a una “primavera feminista”. Desde temprano, en la ciudad de Malmö hubo charlas, reuniones, coros feministas, pequeñas celebraciones que nos conmueven: éste es el día en que las luchas de todos los días se potencian. Al mediodía, en que la manifestación anual está convocada, 1800 personas nos encontramos reunidxs en Folkets Park (Parque del Pueblo), desde donde sale la marcha después de intensos discursos por parte de los grupos organizadores. Nuevamente reclamamos igualdad salarial y distribución de la representación política, denunciamos la inacción ante repetidas violaciones a mujeres por parte de hombres, estos últimos liberados en muchos casos. Exigimos respuestas ante la ola de conservadurismo y fascismo que se expande por toda Europa, donde cada vez más grupos y partidos políticos intentan anular beneficios por los que el feminismo luchó durante décadas, como por ejemplo el aborto libre y legal. También son los que condenan a las personas cuyas prácticas sexuales, identidades y expresiones de género no coinciden con el modelo de “familia nuclear”.
Una demanda fundamental se hace presente: entre las organizaciones que convocan están las feministas racializadas, es decir, aquellas personas cuyas vidas y experiencias son invisibilizadas por gran parte de la población blanca y también por algunos sectores del feminismo, con un pasado de izquierda y actualmente devenidas en liberales. Las oradoras exigen a la multitud comprender las diferentes experiencias que existen dentro del feminismo y dejar de hablar “en nombre de” bajo un discurso de victimización.
En esta manifestación, en particular, la crítica quedó clara y fue aplaudida con fuerza: el feminismo debe ser explícitamente antirracista.
Debe destacarse que Malmö es la tercera ciudad más grande de Suecia, con la mayor diversidad del país y uno de los principales centros de la lucha antirracista. Se encuentra en la provincia de Skåne, donde los partidos racistas han obtenido un alto apoyo comparado con otras regiones del país.
El sábado de sol finalizó con dos grandes fiestas paralelas que reunieron a igual cantidad de personas, donde escritoras, artistas y activistas conversaron y nos dieron ánimo para seguir luchando a pesar de los aires fascistas que se respiran. Una de ellas es “Ta Natten Tillbaka” (“Recuperamos la Noche”), constituida por diferentes agrupaciones de izquierda no parlamentarias que congrega anualmente, de manera separatista, a mujeres y personas trans. Es una celebración ambulante que recorre simbólicamente la ciudad para exigir el poder caminar por los espacios públicos con tranquilidad, sin tener miedo de ser golpeadxs, violadxs o aterrorizadxs por estar en la calle o porque sea de noche. Y justamente fue eso lo que pasó.
Al día siguiente, nos levantamos con la alegría de las fiestas, con el sentimiento de unión después de haber andado cuadras y cuadras con nuestras banderas. No duró mucho: empezaron a llegar mensajes sobre una concentración en la plaza Möllevångstorget a pocas horas, para manifestarnos contra un ataque nazi. La información comenzó a esparcirse y nos enteramos de que, al final de la fiesta “Ta Natten Tillbaka”, seis neonazis habían atacado con cuchillos y golpes a cinco personas que se retiraban. Entre ellas, Showan Shattak, un reconocido hincha del club de fútbol Malmö Fotbollförening, además de luchador contra el racismo y la homofobia en el fútbol, que con su activismo generó una fuerte conciencia dentro de la cultura de las hinchadas. Showan recibió la agresión más brutal y por severas contusiones se encuentra en coma inducido. Lxs demás agredidos, activistas de izquierda, feministas antirracistas, sufrieron puñaladas y fueron hospitalizados, aunque están fuera de peligro. Una de ellas, Charlotte Johannsen, es una feminista danesa.
Tres de los agresores fueron detenidos por la policía, que llegó última al lugar del ataque. Uno de ellos, identificado unos días después como Andreas Carlsson, viajó recientemente a Ucrania para colaborar con el movimiento neonazi organizado. De hecho, el día del ataque, llevaba un gorro con el símbolo del partido de extrema derecha ucraniano Svoboda. Los tres detenidos son militantes del Partido de los Suecos (Svenkarnas Parti), una organización política de extrema derecha no parlamentaria, pero que tiene intenciones de presentarse a elecciones el próximo septiembre. Mientras que otro partido racista, Sverigedemokraterna (Demócratas Suecos), que ingresó en el Parlamento en las elecciones de 2010, se empeña, sin mayor éxito, en limpiar todo rastro de la ola neonazi de los años ’90 que llevó a su creación. El Partido de los Suecos habla sin disimulo de la superioridad de la raza aria y de la necesidad de proteger al país y a los suecos “étnicos”. Según la Policía de Seguridad (Säpo), grupos de extrema derecha han sido responsables de catorce asesinatos en los últimos años. La cifra correspondiente a hechos semejantes por parte de lo que la policía llama “extrema izquierda” es cero. A pesar de conocer durante mucho tiempo esta información y ni siquiera haber visto lo que había sucedido, la policía caracterizó el hecho como intento de homicidio durante una pelea entre la “extrema izquierda” y la extrema derecha: Andreas Carlsson fue liberado.
Es 9 de marzo, 1000 personas nos reunimos en la misma plaza donde culminó la fiesta: Möllevångstorget, en el centro del barrio en donde vivimos principalmente estudiantes, inmigrantes, feministas, activistas antirracistas, de izquierda parlamentaria y no parlamentaria. Charlas, manifestaciones, afiches y actividades culturales han logrado que esta zona estuviera libre de fascismo. Pero ya no. Los agresores nazis vinieron con un propósito: el de cuestionar nuestra visión del mundo y de la sociedad, nuestra lucha diaria y nuestra seguridad física. En medio de un discurso escuchamos desconcertados cantos provenientes de un grupo que se dirigía hacia nosotrxs. El silencio fue atroz. Durante segundos no supimos quiénes eran, hasta que con el altavoz alguien dijo: “Llegaron los (antifascistas) daneses”. Y esos miles respiramos con alivio al mismo tiempo.
El resurgimiento del fascismo y nazismo, que se está viviendo en Suecia y en gran parte de los países europeos, tiene como principal objetivo detener la inmigración y la solidaridad internacional. Cuando el terrorista noruego Anders Breivik asesinó a cerca de 70 jóvenes socialdemócratas, lo hizo siguiendo los mandatos de su manifiesto, donde indica que los principales enemigos de Europa son, además del Islam, el feminismo y el marxismo.
Esto explica por qué el ataque posterior al 8 de marzo no fue casual. El feminismo sueco les está costando caro a quienes defienden una sociedad basada en la norma masculina, en el racismo, en la defensa de roles de género arbitrarios que conducen a una clara injusticia social.
Nuestro feminismo, que es anticapitalista y antirracista, genera incomodidades. Plantea una fuerte crítica a las estructuras que oprimen a gran parte de la población y, en particular, a las personas racializadas, es decir, aquellas que por nuestro origen o nuestros cuerpos somos construidas en oposición a la población blanca y occidental, quienes debemos probar una y otra vez ante la sociedad nuestra humanidad. Esta corriente disputa fronteras y desde los márgenes interpela a los centros de poder y a los discursos hegemónicos. Y esto seguiremos haciendo, inquebrantables.
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