MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
Cuando en 2009 la diseñadora Sonia Rykiel celebró sus cuarenta años en la moda, su hija y colaboradora –Nathalie– la sorprendió con un homenaje inédito: un show paralelo a su desfile de verano y en el transcurso del cual treinta de los diseñadores más influyentes del siglo XX y XXI (entre ellos Jean Paul Gaultier, Jean Charles Castelbajac, los belgas Martin Margiela y Olivier Theyskens, los americanos Donna Karan, Ralph Lauren y Michael Kors, las británicas Vivienne Westwood y Stella McCartney y el japonés Yohji Yamamoto) mostrarían un atuendo celebratorio del estilo Rykiel. Lejos del homenaje que admitió esculturas con agujas crochet, trajes a rayas y abrigos que simulaban el peinado sauvage de la diseñadora, el actual apogeo de los tejidos en las pasarelas internacionales y los dictados de las tendencias hicieron pensar en un flashback de esa celebración a la “reina del tricot” (un apodo que le fuera adjudicado a Sonia por la prensa americana circa 1967 cuando empezó con un pequeño suéter negro y continuó con tejidos con rayas, slogans e inscripciones, tanto en tamaño pequeño como en siluetas holgadas).
Las colecciones para el invierno 2014 se jactan del abrigo: la lana irrumpió en piezas de sastrería, en reformulaciones del cardigan y como materia prima de los vestidos. Mientras que en Lanvin asomaron vestidos negros con cortes al bies, las odas al democrático cardigan gris y las bufandas a tono destacaron tanto en Michael Kors como en Marc Jacobs. Hubo además vestidos asimétricos y con tapaditos en gamas de marrón que culminaron en lazos en el pecho –con la etiqueta de Stella McCartney–, piezas de austera sastrería en punto según Heider Ackerman y vestidos con reformulaciones de las guardas peruanas en la pasarela de Calvin Klein. La imagen más representativa de la tendencia podría resumirse en el vestido símil tapado beige de Sonia Rykiel con un simulacro de solapa y de mangas blancas superpuestas.
Sobre la diversidad de prendas y el protagonismo de los tejidos trasladados a la escena local y a las colecciones del invierno 2014 vale remitirse a los diseños de Lena Martorello, la firma de Martinica, Lena y Joan Martorello, quienes afirman que sus diseños “nacen de una ideología ante la moda y la filosofía textil que admite la belleza imperfecta, la simpleza, la rusticidad y la búsqueda del potencial materializado sobre las superficies que encierra cada prenda”. En su colección debut, apodada Deriva 229, sus prendas para mujer y hombre van de túnicas preciosistas a tapados de lana, suéteres que en ocasiones culminan en flecos y otras admiten una trama símil red.
Joan Martorello es uno de los referentes de la moda emergente de las últimas temporadas. Suele destacar su militancia por revalorizar la mano de obra, recuperar los oficios y dejar a un lado las máquinas, al tiempo que lleva una barba prominente de estilo folk matizado con un tatuaje de Ren & Stimpy en su brazo derecho. En sus desfiles en La Ciudad de Moda o el Faena supo lookear a sus modelos con gorros de lana (a imagen y semejanza de los que él usa). Martinica, su asistente en anteriores colecciones y actual socia, presentó la colección Luna Roja mucho antes del eclipse solar avistado este semana; fue a través del formato fashion films y valiéndose de siluetas amplias y cómodas y la revalorización del tejido manual.
Otro referente ineludible de los nuevos usos del tricot es Paula Ledesma, diseñadora graduada en indumentaria y textil en la UBA y quien creció en el contexto de una familia dedicada a los hilados. Su tienda propia está en Scalabrini Ortiz 1033 y a ambos lados se sitúan las firmas Led Lan (que fuera fundada por su padre y su tía en 1990 y donde ella empezó a colaborar en desarrollos mientras estudiaba) y también la casa de lanas Ambar. En Tejido 3D, su colección para el invierno 2014, Ledesma exalta las composiciones tridimensionales, los volúmenes y las estructuras inesperadas que resumen su estilo y que –según el linaje de los tejidos– fueron agrupadas en las categorías haute couture y street wear. La colección de alta costura o “de altos tejidos” admite bordados sobre tricots, la técnica de dos agujas con intervenciones de crochet y drapeados. En su desarrollo priman los ovillos de seda con lana de alpaca, el algodón mercerizado, la lana merino, la alpaca baby peruana y se destaca la nobleza de la lana ciento por ciento merino superwash, mohair y poliamida, ya en tonos gris, nude, morado pálido, crudo y negro. Pero su línea más cotidiana y casera pregona geometrías y prendas bicolores que fueron tejidas laboriosamente valiéndose de los puntos garbanzo y arroz en tonos azul, rojo, verde inglés, marrón y negro.
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