Sáb 19.04.2014
las12

ALBúMINA

Aullido

› Por Guadalupe Treibel

Para dar inicio, algunas palabras amorosas que ha preservado la historia: “Reconozcámoslo: la mujer es un animal inepto y estúpido, aunque agradable y gracioso” (Erasmo de Rotterdam dixit); “La hembra es hembra en virtud de cierta falta de cualidades” (Aristóteles); “La mujer es un animal de cabellos largos e inteligencia corta” (un clásico de Arthur Schopenhauer). A saber: desde cientos de añares hasta la fecha, la olla que cuece misoginia hierve que te hierve, quema que te quema. Y aunque menos “elocuentes” que ciertos pensadores, muchos hombres siguen replicando la fórmula de “mujer igual a animal”, escondiéndose tras el anonimato que ofrece el acoso callejero. Y tras esa figura tan soez como lo es el piropo grosero, que se nutre de palabras del tipo pajarita, gata, zorra, pollita, perra, etcétera. Pff, una monada...

De allí que, consciente de la denigrante y deshumanizante ecuación, la artista inglesa Rachel Graves haya querido denunciar la situación de hecho y se haya embarcado en un proyecto titulado Ménagerie donde, de manera dramática y literal, encarna los bestiales epítetos y se autorretrata. “Es mi manera de replicar y reapropiarme de mí misma cada vez”, ofreció la fotógrafa al Huffington Post. Y agregó: “Se trata de algo más que vestirme y pintarme representando los insultos que me lanzan en la calle, de simplemente convertirme en el objeto que ven en mí los acosadores. Es, en todo caso, ser yo de nuevo, capaz de lanzar palabras a la distancia y recuperar el control”. Y, en el ínterin, evidenciar –lo que ella llama– el vínculo intrínseco entre la dominación y explotación de la mujer, y la dominación y explotación de los animales. Lo que se dice una verdadera fiera.

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