Vie 15.08.2014
las12

MONDO FISHION

El pop up de Gatti

› Por Victoria Lescano

Diseñador de las portadas que cimentaron los comienzos del rock argentino y fotógrafo de modas, antes de erigirse en director de arte de Vogue Italia y de crear las célebres gráficas y posters para los films de Pedro Almodóvar, en Buenos Aires circa 1970, el artista Juan Gatti acostumbró a hacer accesorios de moda (de pulseras de cuero que homenajeaban a las Hermanas Norma y Mimí Pons, a carteras y ropas) que vendieron selectas tiendas de la Galería del Este, como Etcétera. Luego de varias muestras celebratorias de su obra en Madrid y en Buenos Aires, y de ser convocado por Carol Lim y Humberto León (los nuevos diseñadores de Kenzo) para idear una línea de prints que acompañó el relanzamiento de esa firma, Gatti trasladó su compulsión por la botánica, sus estudios de la anatomía y el cine clásico a una colección propia donde distintos soportes textiles, de pañuelos a fundas para almohadones y remeras, devienen campos fértiles para la experimentación de sus trazos pictóricos. Hasta el 28 de agosto la colección Gattimanía realiza su primer pop up store en Buenos Aires y en la tienda Ramírez, situada en San Telmo. De ahí que el jueves 7 en la inauguración, los maniquíes de la tienda Ramírez ostentaron estampas por primera vez: ya en los foulards de seda y las tshirts con estampas de joyas realizadas por Gatti y que desde la vidriera prologaron el imaginario del artista renacentista y rocker, que emergen a modo de banquete en la mesa central de la tienda que oficia de exhibidor. Las piezas más emblemáticas de la Gattimanía son los pañuelos de seda natural, que en medidas cincuenta por cincuenta ofician cual bandanas góticos y que se extienden a un metro por un metro para oficiar de foulards o cual sarong. Ostentan una selección de abejas dispuestas sobre un fondo color miel –y recuerdan un guiño surrealista– los collares con insectos trazados por Elsa Schiaparelli; continúa con bandanas góticos y también renacentistas, los pañuelos Memphis –un guiño a la escuela italiana de diseño– así como también pañuelos atiborrados de mariposas y de magnolias sobre fondos verdáceos. Puertas adentro cautivó la puesta de fundas para almohadones con estampas de calaveras remixadas con flores, una pareja de calaveras danzando entre una plantación floral, esqueletos con alas de mariposas y pájaros volando en los aledaños de un cerebelo.

Asomaron, además, relecturas del estilo escandinavo según Gatti: estampas y planos microscópicos de hojas, y una bitácora de peces. Los modelos más risqué admiten encantadores tórax rellenos de claveles o un esqueleto posando cual covergirl. Así como también el print “cabeza”, que consiste en un cráneo relleno de crisantemos y su contracara, la estampa de un sombrero sobre una usuaria de rostro victoriano y atiborrado de flores y de pájaros en technicolor, trazados sobre superficies de lino y sobre fine cotton.

La rareza y pieza más exquisita de esas fundas remite a la serie símil gobelinos que fueron desarrollados en Bélgica por manos de expertos artesanos, según los patterns de Juan Gatti. En ese apartado, los modelos Frutas, Insectos y Pájaros, en técnicas de tapiz. En el cóctel de apertura, los anfitriones de esa tienda efímera dentro de otra tienda, Pablo Ramírez y Gonzalo Barbadillo, recibían junto con el artista –vestido para la ocasión con un traje a medida en estampa príncipe de Gales–, mientras el asistente en muchas de las realizaciones de Gatti, Patricio Binaghi, documentaba las piezas y las acciones. Un mix de artistas de los sixties y las actuales generaciones: de Juan Stoppani y la periodista y musa de Gatti, Felisa Pinto, a los fotógrafos Gustavo di Mario, Luciana Val & Franco Musso, debatían sobre la contemporaneidad de sus obras y elogiaban las técnicas y las estampas que causaron tanta conmoción como su portada del disco Artaud y creaciones para Billy Bond y la Pesada del Rock.

Los inicios de la compulsión por la moda de Juan Gatti podrían situarse en la casa de su infancia, donde las revistas Burda y las Vogue que atesoraba su madre, una modista de alta costura, dispararon sus primeros collages visuales. Unos años más tarde, mientras estudiaba Bellas Artes en Buenos Aires, Juan ideó las pulseras de cuero inspiradas en divas de Hollywood y que hicieron lugar a las estrellas de la revista porteña Norma y Mimí Pons (Juan las pintó a mano de modo tal que una representaba un ángel y otra un demonio, e instruyó a las usuarias y usuarios para usar una en la mano izquierda y otra en la derecha). Y con la ayuda de su madre cosió su colección de ropa trazada exclusivamente en blanco y negro –un gran punto de encuentro con la obra de Ramírez–, y a la que por entonces Juan Gatti apodó Medio Luto.

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