ALBúMINA
› Por Guadalupe Treibel
Los cangrejos ermitaños –o paguroideos– son un tipo de crustáceo decápodo que utiliza conchas vacías de moluscos para habitarlas. Y no por afición okupa sino por lisa y llana subsistencia. De abdomen blandengue en comparación con otras familias de la misma especie, los pinzudos animalitos necesitan proteger la barriga sin exoesqueleto y, por tanto, se entregan a la búsqueda del tesoro: caparazones adecuados a su tamaño que irán cambiando a medida que el refugio quede pequeño. Consciente de esta “circunstancia vital”, y preocupada por la falta de opciones estilísticas disponibles para los mudables bichos, una artista japonesa decidió poner manos en la masa creativa y creó Why Not Hand Over a Sherter to Hermit Crabs, proyecto que tiene por fin otorgarles originales receptáculos transparentes para que los moren.
Así, tras estudiar las conchas compatibles y proveer a sus diseños de la forma interior adecuada, Aki Inomata (Tokio, 1983) desbarrancó con el afuera, dándole su toque personal al exterior. Adaptando entonces pequeñas esculturas que emulan la arquitectura de ciudades varias –Nueva York y Bangkok, entre ellas–, diseñó reconocibles edificios o highlights, los reprodujo en plástico gracias a la impresión 3D y los dejó a disposición de los paguros, exultantes de tener –¡por fin!– refugios con onda. Pequeñas obras de arte sobre sus espaldas que, acorde con la propia palabra de la autora, metaforizan la realidad migratoria de tantísimas personas y los cambios de nacionalidad. “Los cangrejos parecen cruzar fronteras y, aunque su cuerpo sea igual, el exterior modifica su aspecto por completo, permitiendo interrogarse: ‘¿Quién eres en verdad?’”
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