PERFILES
› Por Roxana Sandá
Y Jessica lo hizo de nuevo. Les pasó el trapo a Helena Bonham Carter, Minnie Driver, Sarah Paulson, Cicely Tyson y Kristen Wiig. “La legendaria”, como la llamaron para justificarle el Emmy a Mejor Actriz los atrevidos que nunca comprenderán a esa reina de reinas que fue y será siempre la Lange, agradeció “profundamente sorprendida”, pero serena y emocionada, el reconocimiento por su interpretación en la miniserie American Horror Story. Hubo aplauso cerrado para quien desde 2011 participa en la serie de terror creada y producida por Ryan Murphy y Brad Falchuk para el canal FX. A lo largo de cuatro temporadas, Jessica Lange fue Constance Langdon en Murder House, la hermana Jude Martin en Asylum, la bruja Fiona Goode en Coven, y Elsa Mars en Freak Show, personajes siempre nominados en la piel de una mujer para quien el mejor premio no es “el cariño de su público”, como suelen decir algunas fallutas vernáculas y foráneas, sino la certeza íntima de poder seguir haciendo lo que se le cante. “Estoy llegando al final de mi carrera”, deslizó el año pasado en una entrevista para Los Angeles Times, con languidez impostada. Se adivinó recelo en la frase: AHS le devolvió una vidriera estelarizada que había perdido, es cierto, pero esta rubia de 65 años tiene en su haber kilómetros de actuación y pocas ganas de que ahora lxs jóvenxs la redescubran “como una actriz interesante. Tengo una lista; otra obra de teatro, quizás una o dos películas, una temporada más de American Horror Story... y eso es todo para mí”. El cuadro de situación lo completa su cabaña en el norte americano. “Hay algo en el agua que me conecta con ese lugar. También hay ahí una sensación de aislamiento y soledad de las que nunca he sido capaz de librarme.”
Algo tuvo que ver la fotografía, que descubrió en los sesenta, de romance con otro fotógrafo, Francisco Grande, y que volvió a abrazar a principios de los noventa, cuando ya se había deshecho del amante español y constituía junto a Sam Shepard una de las parejas más cool de Hollywood. Entonces él le regaló una Leica M6 y ella lo idolatró aún más. Quiso recrear instantes de sus hijos en “imágenes preciosas en blanco y negro”, captar luces y sombras, esconderse en su irremediable timidez. Una de sus mejores amigas, Patti Smith, asegura que “sus fotografías son escollos sin más pretensiones que hacer visible el movimiento de la vida”.
Antes de Sheppard fue Mijail Baryshnikov, que ofició de marido engañado gracias a Jack Nicholson durante el rodaje de El cartero llama dos veces. La actuación de Jessica opacó al mismísimo Jack y por momentos hizo olvidar la versión original que había consagrado a Lana Turner, otra blonda versión años cuarenta. Interpretó las vidas trágicas de Frances Farmer y Patsy Cline. Ganó dos Oscar por su presencia en Tootsie y el protagónico de Blue Sky. Martin Scorsese la amaba; se lo recordó en Cabo de miedo.
Esta semana, previa entrega de los Emmy, las redes sociales viralizaron el anuncio de su muerte. En una página-fraude se publicó que “el lunes, aproximadamente a las 11 am, nuestra amada actriz falleció. Jessica Lange nació el 20 de abril de 1949 en Cloquet. La vamos a extrañar, pero nunca la vamos a olvidar. Por favor mostrad vuestra simpatía y condolencias a través de comentarios en esta página”. La broma no es de tan mal gusto, el más allá le sienta bien. Quién podría olvidar a su Muerte de capelina y túnica vaporosa que en All That Jazz aguardaba con paciencia enamorada al coreógrafo Joe Gideon (bah, Bob Fosse) moqueando apichonado: al final del túnel lo esperaba tremenda mujer.
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