PERFILES
› Por Flor Monfort
Cuando un acto de rebeldía termina siendo aplaudido por aquellos contra quienes fue perpetrado, cabe preguntarse cuán rebelde fue. Dos mujeres se subieron a la pasarela de un desfile de Ricky Sarkany con los cuerpos pintados a lo Pussy Riot (dicen que son su inspiración) y leyendas como “Mi cuerpo no está mal, tu moda sí” y “Cuerpos más sanos”. Minutos antes había desfilado Oriana Sabatini, al ritmo de esas plataformas casi zancos que se usan ahora, y otras modelos con esos cuerpos cuestionados, siluetas talladas a fuerza de gimnasia, buenos genes y juventud. Pero resulta que las chicas en topless y bombachita no eran tan distintas de Oriana y Ricky terminó aplaudiéndolas. ¿Cuánto vale entonces un gesto que lejos de ser repudiado casi pasa inadvertido por la fuerza de su liviandad?
A la velocidad de los tuits y los mensajes de WhatsApp, la noticia tiene que irrumpir con violencia. “Dos gordas se subieron a la pasarela de Sarkany y dieron un mensaje antisistema” parece ser el subtexto de los titulares, pero cuando se profundiza en la noticia, son dos chicas bastante flacas y tonificadas. ¿Qué habría pasado si realmente fueran obesas, adiposas, si aplaudieran con la panza y si se burlaran de las modelos en vez de exigirles que cambien su moda?
En 2014, la moda no es de nadie, ya no importa si usás taco chino o stilettos, las tendencias salen de la calle y en la calle cada quien se viste como puede, lo que no está permitido es tener un cuerpo diverso de la norma. Y se cuestionan los rollos en nombre de la salud y con el hacha del buen vivir detrás. Colesterol, alta presión, morbilidad y demás términos médicos son figurita repetida: no hay que ser flacx sólo porque es lindo, hay que ser flacx porque es sano. Y así el despliegue en forma de bombardeo de dietas, remedios, fórmulas, viandas y demás mantras cotidianos que mandan que la silueta debe ser cualquier cosa menos generosa en grasa.
Las chicas que subieron a la pasarela de Sarkany con buenas intenciones y pocos kilos demás (¿o ninguno?) se declaran no feministas, desconociendo que el impulso tiene por definición la marca performática de las luchas de género. Dicen ellas que son “simples chicas de barrio”, que sintieron el impulso y armaron la cruzada, casi un favorcito a Ricky para generar más prensa en un desfile cualquiera que jamás habría trascendido de no ser por las insurrectas. Tal vez éste sea el momento de plantear una estrategia más sólida y que las cordobesas funcionen como inspiración, porque sobre el halo en el aire para el debate, las chicas no dejaron nada, más que unas fotos graciosas.
“No voy a tener más días gordos. No voy a ser mandada por la mierda mediática patriarcal que me dice que no soy buena” dice @gordazine desde su cuenta de Twitter. Ella es la activista Laura Contrera, militante contra la obsesión por la delgadez y creadora del fanzine Gorda!, quien le dijo a este suplemento: “Yo creo que el régimen permanente de los cuerpos y el peligro de la obesidad son armas de distracción masiva que nos vende día a día la industria de la dieta. La salud viene en todos los talles y tamaños. Basta de patologizar la gordura y disfrazar de salud pública el odio a las corporalidades disidentes de la norma”, condensando la primera persona, el odio al diagrama fálico que manda que la mirada masculina es la que marca la norma y la denuncia a esa megaindustria que bombardea con sus productos antikilos, cómplices del gran ojo capitalista que todo debe controlar.
Y todo, sin moverse de su casa.
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