Una imagen que traduce una voz. Una voz que expresa sentimientos, pensamientos y experiencias. Luego, el espacio urbano. Salir a la calle con ese dibujo-altavoz. Porque es ahí donde sucede la intervención, en el “teórico –hoy por hoy– espacio público”, como lo define la artista Marula Di Como, fundadora junto con Florencia Young del colectivo Migrantas. Las dos son inmigradas a Alemania, post crisis del 2001. Por esos tiempos, fueron sus propias historias las que nutrieron el proyecto. Ellas, migrantas, eran las protagonistas de sus propios pictogramas. Ese es el lenguaje visual que utilizan, el que les permite llegar a una síntesis expresiva. Se conocían de Buenos Aires (donde Marula trabajaba con pictogramas como parte de su obra), pero se reencontraron en Berlín y le dieron forma a la idea: contar historias de migrantxs a través de pictogramas. ¿Qué les sucede verdaderamente? “Dijimos agarremos un foco y pongámosle luz a esto. La propuesta fue darles un lápiz y una hoja en blanco para que reflexionaran acerca de su condición. La herramienta es el dibujo, el detonador va a ser el lápiz y la bala será el afiche con el pictograma en la calle”, sintetiza Marula.

“Migrantas es de quien lo trabaja”, coinciden. Todxs lxs que participan dejaron sus países para vivir en un lugar nuevo. Dejaron sus culturas, sus idiomas, la tierra de cada unx, el propio lugar, el aire que se respira y se siente familiar. Ese es el denominador común, la materia prima. “Contame cómo te sentís”, proponen. Después, identifican elementos claves y temáticas constantes en los dibujos, y los traducen a los pictogramas. Cada proyecto tiene aproximadamente trescientos dibujos de los que salen alrededor de quince pictogramas. Por eso, la inserción de los pictogramas en el espacio público es un aspecto decisivo. A través de afiches, animaciones digitales, distribución de postales, o impresión de bolsas para las compras visibilizan temas como la migración, la identidad y el diálogo intercultural. Marula y Florencia van al encuentro de lxs migrantxs que generalmente se reúnen en asociaciones según las nacionalidades o los credos, con el objetivo de pensar estas temáticas, que a pesar de ser fenómenos centrales de nuestro tiempo permanecen invisibles. “Queremos contarle a la sociedad lo que sentimos, compartir lo que nos pasa, que salga de las cuatro paredes en las que reflexionamos solas. Migrantas abre la puerta y saca el altavoz para que se escuche afuera”, apunta Florencia.

El equipo de trabajo realiza talleres con analfabetxs, académicxs, refugiadxs, legales e ilegales. El dibujo original cuenta mucho. Marula y Florencia condensan lo que ven y lo que escuchan para que salga a la luz el pictograma, síntesis de las historias. El abanico es infinito y siempre están las dos caras de la moneda. “Estoy contentísima de estar acá porque mis hijos pueden ir a la escuela.” O “No puedo parar de llorar”, “Todos los días me pregunto cómo voy a hacer”, “No puedo creer el clima.” Cinco años después de comenzado el proyecto empezaron a aparecer pictogramas de hombres. “Si hablamos de género lo que podemos decir que diferencia a un pictograma de un hombre de uno de una mujer es que la mujer siempre va a poner el tema de lxs hijxs. La que se pregunta ¿Qué va a pasar? ¿Cómo hago? ¿Cómo los cuido, cómo los crío? ¿Dónde se van a educar, cómo van a estar...?, es la mujer. El hombre se pregunta cómo subsisto y cómo llego”, ilustra Florencia.

Migrantas es un proyecto que viaja, un colectivo que se abre y se cierra según las características de cada experiencia. El fin de semana pasado, Marula y Florencia participaron en el Centro Metropolitano de Diseño, del Festival Rodante, Edición Diseño en el marco de los veinte años de hermandad entre Berlín y Buenos Aires. Seguirán por Barcelona y Noruega con talleres, seminarios y acciones urbanas que hablen de historias de migrantxs, para ser parte de la ciudad y poder decir, como en uno de los pictogramas: “Aquí y allí, mi país.” l

Más info: migrantas.org