PERFILES > ESMERALDA MITRE
› Por Flor Monfort
No está mal maquillada, tampoco blanca como el vestido por el susto del convite: Esmeralda Mitre está pálida como un cumulus nimbus por decisión propia. Según le dijeron sus asesores a este diario, esa máscara mortecina que le cubre el rostro es porque quiso lucir teatral. Y bien que lo logra, ella y todo el ágape reunido en pos de celebrar su unión con el ex ministro de Cultura y miembro fundador del Sushi club Darío Lopérfido, el último fin de semana en el Tenis Club Argentino de Palermo.
Su biografía en Wikipedia acusa estudios actorales en diversos países y algunos papeles en series de televisión, con sus respectivos años. Una ausencia prolongada entre 2007 y 2014 de los reflectores dan cuenta de la importancia que Esme (así la llama amorosamente el novio) le dio a su noviazgo con Lopérfido, como toda chica “bien” que fue al Northlands, igual que la reina Máxima, y ha decidido seguir sus pasiones sin descuidar el armado de una hermosa familia (aunque aclara que los varones tienen que ser padres a los 45 y las mujeres a los 36, así que a ellxs les falta para arrojar descendencia). No hay que olvidar el ejemplo de su padre Bartolomé, quien tras la disolución de su primer matrimonio con Blanca Isabel Alvarez de Toledo decidió volver a apostar al amor y se unió con la modelo Nequi Galloti, que entonces cursaba sus treintipico. La diferencia de cuatro décadas entre ellos no hizo mella en el romance y escupió un nuevo heredero, de nombre Santos.
Pero volvamos a lxs novixs. Ya que todos y todas las luminarias necesitan por estos días diseñar una estrategia de venta de cada paso que dan, los mismos asesores que informan de su look blancuzco (además de que lucir bronceado es de otra época, dicen) difunden una gacetilla para quienes quieran replicar este importante evento donde tan fundamentales figurines desfilaron con orgullo. Destacan al final que la comida sobrante será gentilmente donada a la Asociación Civil Por los Chicos y al Proyecto Plato Lleno. Es así como podemos imaginar a niños y niñas de algún comedor del Gran Buenos Aires degustar algunas de estas delicias, también informada por la gacetilla: gnocchis aireados con crema de curry, papillote de brie y honey mustard o chupito de gazpacho con cerezas. Es de esperar que el champagne de Barón B, el vino Terrazas de los Andes Malbec y Terrazas de los Andes Chardonnay también sea convidado a los pobres, gracias a la infinita solidaridad de lxs novixs, detalle que también hay que agradecer a Alvarez de Toledo, la madre de la novia, quien según ella aseguraba en una entrevista de hace dos años al Diario Veloz “siempre vivió como si fuéramos pobres”, lo que no quitó que le regalara una tiara de 1920 realizada en oro, plata y brillantes de la colección privada de la joyería de Jean Pierre.
A juzgar por lo variopinta de sus invitadxs, la amplitud de estos dos cerebros: rockeros como Mike Amigorena y Diego Tuñón, actrices como María Socas y Cecilia Roth, mujeres de carácter como Lilita Carrió y Leonor Benedetto, ganadores del Oscar como Eugenio Zanetti o bestselleristas como Jorge Fernández Díaz llegaron temprano para no perderse el cortejo de los pequeños de apellidos Zavaleta (bien de marido de Trilliza de Oro), Bullrich (como el conocido shopping y como la señora Patricia, también presente) y Goldenhorn (difícil de pronunciar pero digno de destacar).
Tini de Bucourt dice en su reciente libro, Mujeres felices, que la felicidad se logra articulando los módulos internos (presencia, musicalidad corporal, voz y experiencia) con los externos (ropa, maquillaje, pelo) y que la única manera de verse bien es “respondiendo a la pregunta sobre qué quiere uno en la vida, poniendo en marcha eso que uno intuye, contra viento y marea. Porque habrá obstáculos a vencer, pero si no te animás a probar, te irás secando, volviendo invisible, porque algo se va entristeciendo adentro tuyo”. Nada de esto ocurre con Esme, quien piensa grabar un disco en cuanto vuelva de su luna de miel, siguiendo esa otra pasión suya de cantar, y quien se tomó su tiempo para conocer a Darío, de quien se decía que era gay cuando lo conoció.
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