TRATA
La muerte del fiscal Alberto Nisman derivó en la disolución de la ex Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE). Las sospechas sobre los agentes se extienden a su participación en redes de trata y explotación de mujeres. Lorena Martins denunció a su padre, Raúl Martins, ex agente desde la dictadura, por gerenciar prostíbulos en la Ciudad de Buenos Aires y cuenta que le llegó una propuesta, de parte de Jaime Stiuso, para abrir un prostíbulo en Misiones.
› Por Luciana Peker
“Tal vez ahora pueda volver a la Argentina. Yo me tuve que ir del país porque me operó la SIDE. El Lauchón (Pedro Tomás Viale), un ex agente de la SIDE (que murió asesinado el 9 de julio del 2013 en un enfrentamiento con la Policía Bonaerense en su casa de Moreno) me puso matones. Estuve con custodia con cuatro agentes de Gendarmería dispuestos por el Ministerio de Seguridad, pero no quería vivir así. Es imposible jugar con la SIDE en contra. Sólo si siguen depurando (como empezaron cuando lo sacaron a Jaime –Stiusso– en noviembre pasado) me atrevería a volver a la Argentina”, dice Lorena Martins, desde España, donde vive con su pequeña hija Sofía.
Ella se mudó a Europa después de denunciar, en el 2011, a su padre, Raúl Martins, ex agente de la ya disuelta Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), por gerenciar una red de trata de personas con prostíbulos en la Ciudad de Buenos Aires y en México. Raúl Martins vive, actualmente, en Cancún. Desde la costa con mar turquesa lo señala como tratante, también, la periodista mexicana Lydia Cacho en su libro Esclavas del poder. La causa que inició Lorena Martins ante la jueza María Servini de Cubría no prosperó. También la Fundación La Alameda, junto a Fernando “Pino” Solanas, recurrieron a la Justicia para explicitar la existencia de una red de trata y en un comunicado aludieron a la influencia de una de las hijas de Stiuso para lograr frenar la investigación.
En la nota de Las12 “El efecto mordaza”, del 21 de diciembre del 2012, Lorena Martins hablaba, entre otros factores, de la complicidad de agentes de la SIDE en las puertas cerradas frente a su palabra: “Las pruebas eran muchas y sólidas. Eso no significa que la Justicia esté dispuesta a investigar. Se destaparía algo muy gordo. Mi denuncia no sólo afecta a una de las redes de trata más antiguas de la Capital, sino que evidencia la complicidad que tiene esta red con personas importantes del mundo de la política, del Poder Judicial, de la policía y agentes de la SIDE. Si realmente investigaran sería de una gravedad institucional inmensa lo que llegarían a descubrir. No me cabe ninguna duda de que habría un antes y un después, en referencia a la trata de personas, si se esclarece el caso Martins. Nunca nadie había hablado de cómo es, desde adentro, el mundo de la trata. Y esto pudo darse porque el jefe de la banda es mi propio padre. Entregué agendas, videos, fotos. Difícilmente se produzca un caso similar. Pero, como en la mayoría de los casos de trata, es una lucha de David contra Goliat. La organización mafiosa que denuncié cuenta con muchos contactos en el poder, tiene despachos de abogados trabajando para ellos, dinero como para corromper a todo el que puedan e, incluso, cuentas millonarias en las Islas Caimán, fruto del lavado de dinero. Yo soy sólo una denunciante y ellos gozan de una impunidad absoluta”.
Dos años y un mes después, el lunes 26 de enero, la presidenta Cristina Fernández anunció, por cadena nacional, la disolución de la ex SIDE y la creación de una Agencia Federal de Inteligencia. El proyecto para modificar la Ley Nacional de Inteligencia va a ser tratado por el Congreso nacional, en sesiones extraordinarias, a partir del 1º de febrero. El cambio se produjo después de la muerte del fiscal Alberto Nisman, caratulada por la Justicia como muerte dudosa –en donde se investiga si fue un suicidio, un suicidio inducido o un asesinato–, después de denunciar a la Presidenta por encubrimiento en la causa AMIA. El juez Rodolfo Canicoba Corral declaró que Jaime Stiuso había comandado la investigación de Nisman. Stiuso era integrante de la SIDE desde 1972, director de Operaciones y peso pesado del organismo hasta que fue desplazado en noviembre del año pasado.
Lorena Martins respalda la decisión presidencial de barajar y dar de nuevo en un organismo clave para la seguridad nacional: “Es una decisión valiente. Lo que yo vi de la SIDE es nefasto. Todos los agentes que son noticia en este momento no fueron nombrados ahora, sino hace cuarenta años. Mi viejo entró a la SIDE en el ’74 y Jaime Stiuso en el ’72. La culpa si pasa algo con Stiuso o con mi viejo, que se lo vio sorteando mujeres en un video en televisión, no es de este gobierno. Es algo que se arrastraba y nadie se atrevió a poner el punto final por miedo a toda la información que manejaban. Por eso es de una valentía enorme la decisión de disolverla”.
¿La denuncia judicial o la muerte de un fiscal pueden estar relacionados con el intento de limpieza en el organismo de Inteligencia? “Yo sabía que la remoción en la Secretaría de Inteligencia iba a traer una venganza. Me crié siendo la hija de un SIDE y escuchaba las conversaciones entre los que estaban en la dictadura. Por eso tenía clarísimo que se la iban a cobrar”, responde Martins.
Ella también apunta que en su denuncia judicial figuraba el presunto lazo de los agentes que, actualmente, están bajo la lupa con redes de explotación sexual. “El Lauchón viene a un edificio de mi papá en la calle Anchorena y me pide: ‘Decile a tu viejo que la SIDE tiene un prostíbulo en la Triple Frontera y que hay un socio que se retira del negocio y queremos que entre él’. Yo lo miraba con cara de asombro. Me cuenta que el lugar era de tres plantas, que las chicas vivían ahí y tenían sus camas y que había juego clandestino y que Stiuso conocía todo esto.”
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