EL MEGáFONO
› Por Carola Martínez *
Durante cinco años coordiné un programa bellísimo, tuvo varios nombres: 3 X 1, Biblioteca Personal, Leer para Crecer y LPC. El programa entregaba tres libros por año para todos los alumnos de la gestión estatal de la Ciudad de Buenos Aires, desde sala de cinco años al último año de la escuela media, incluidas escuelas especiales y de adultos. El programa reunió a diferentes especialistas y docentes, con cada uno de ellos fue un placer y un aprendizaje trabajar y a todos les agradezco enormemente.
Nuestras selecciones fueron cuidadas, todas pensadas en términos de calidad literaria y estética. Y es una alegría que muchos niños de la ciudad hayan recibido por primera vez en su vida un libro, y más aún saber que ese libro era, por ejemplo, mi favorito: Donde viven los monstruos. Pensamos en las bibliotecas de los chicos y cómo se irían conformando, cómo cada libro se sentaría al lado del otro. Los tapas duras al principio y, luego, cada vez con más letras. Todos los años, por ejemplo, entregamos El diario de Ana Frank, de esta manera todos los chicos de doce años leerían que una nena de su misma edad vivió encerrada y murió en un campo de exterminio por ser diferente. Entregamos autores como Juan Gelman, Rodolfo Walsh, Alejandro Dolina, Liliana Bodoc, Max Velthuijs, Gustavo Roldán, Ian Mc Ewan, la Tere Andruetto, Isol y muchos más. Siempre tuvimos en la cabeza potenciar las pequeñas editoriales y hacer visibles a autores que nos parecían interesantes.
Hace tres años me enfermé gravemente, resistí un año entero y luego pedí licencia. En el año 2014 no se entregaron los libros de literatura y en el 2015 está por verse. A finales de diciembre recibí el mail de una asesora del ministerio, anunciándome que dan de baja mi contrato, que tenía desde el año 2007. Para mi suerte, me mantienen las horas cátedra (diez), lo que me permite mantener la obra social.
Más allá de mi situación personal, llevo días pensando en los libros y los niños. Y en cómo los chicos los recibían y reclamaban como un derecho. Es una pena que esa relación se trunque. Es una pena y es también una ofensa, una falta de respeto a esos años de trabajo, míos y de mis compañeros, a esa inversión –económica y profesional– que les costó dinero a todos los contribuyentes de la ciudad. Ojalá después de tanto alboroto no den de baja el programa. Pero aun cuando continúe, si no es dirigido por personas probas en la materia, llegarán a los niños libros de la talla de El regreso del joven príncipe de A. Roemmers (que fue entregado en el 2013). Y en ese caso el dinero de los contribuyentes se invertiría en material de escasa calidad literaria. Porque trabajar en el Estado no es gerenciar una empresa y es necesario leer para crecer.
* Psicóloga y especialista en literatura infantil y juvenil. Autora del blog www.dondevivenloslibros.com, ganador en 2012 del Premio Pregonero a Publicación Digital (entregado por la Fundación El Libro).
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