Vie 27.02.2015
las12

CINE

En trance

Una mujer en pie de guerra frente a la naturaleza y con una sola y fundamental herramienta, su alma, aunque herida y torpe, entera.

› Por Marina Yuszczuk

Alma salvaje empieza con un grito: Reese Witherspoon llega a la cima de una montaña, se descarga una mochila insoportablemente grande y después de sacarse una bota descubre un pie sangrante y lastimado. La uña del dedo gordo está prácticamente suelta y no queda otra que arrancarla, así que lo hace. Y grita, grita de dolor como una sólo se atreve a hacerlo cuando sabe que no hay nadie escuchando. Lo que esa chica está haciendo o tratando de hacer en medio de un paisaje que no está preparada para enfrentar tiene que ver con el dolor, pero uno mucho más profundo: la película está basada en Wild: From Lost to Found on the Pacific Crest Trail, el best-seller donde Cheryl Strayed cuenta en primera persona un viaje a pie por casi dos mil kilómetros de la zona montañosa de la costa oeste de Estados Unidos que va desde México hasta Canadá.

La idea de turismo estaba lejos de las intenciones de la autora, más lejos imposible: después de ver y acompañar la muerte de la madre (interpretada en la película por una Laura Dern irresistible, que claramente no tenía que morirse nunca) a los 45 años Cheryl se alejó del marido, se puso a coger con cuanto tipo se le cruzara y a inyectarse heroína con tal de conseguir un poco de aturdimiento, algo que en ese caos le pareció lo más cercano al alivio. Hasta que tocó fondo, se quedó sin matrimonio y recurrió a la soledad en el paisaje como una solución desesperada.

Alma salvaje sigue ese trayecto de Cheryl que acá tiene el cuerpo menudo y sin maquillaje de Reese Witherspoon (que lucha por mantener a raya ese encanto de carita de nena y mayormente lo consigue), y la muestra en el trance de enfrentarse a problemas más inmediatos que la mayoría de las veces tienen que ver con la inexperiencia o la torpeza. Quedarse sin agua, que no sirva la garrafita del gas para prender un fuego, cruzar un arroyo correntoso son algunas de las aventuras de la que se cargó la mochila al hombro como manotazo y de ahogado y en un punto se pregunta: “¿Para qué carajo estoy acá? ¿Qué estaba pensando?”. Mientras tanto, el pasado se asoma como un recuerdo confuso y empieza a transformar el entorno, a borronearlo. La madre muerta se pasea entre plantas salvajes, una Cheryl nena juega a embarrarse con la mamá, un caballo tiene que ser sacrificado, y la película evita el gran riesgo de volverse explicativa y de abusar de la trillada voz en off para darles forma verbal a las emociones de la protagonista, recurriendo, como Cheryl, al silencio (a pesar de que el uso algo recurrente de “El cóndor pasa” está a punto de arruinarlo). Alma salvaje extrae su potencia de un guión coescrito entre Strayed y Nick Hornby (el autor de Alta fidelidad, Un gran chico y Amor en juego, que dieron buenas películas), y de la inteligencia para saberse cine y confiar en las imágenes. A pesar de la proximidad física, de compartir la sed, la frustración y el cansancio, no se sabe muy bien lo que le pasa a la protagonista –gracias a que las frases de autoayuda están sabiamente reducidas al mínimo– a lo largo de las varias semanas que dura el viaje. Lo que sí se sabe es lo que mira, y la película en buena medida es eso, paisajes mirados con esa intensidad especial que sólo pueden dar las emociones fuertes. Eso, superpuesto con esa casi otra película que conforman los encuentros de Cheryl y otros mochileros a lo largo de los días: el que está trabajando en el campo y le ofrece una ducha y cena en su casa –y cuando sugiere “Esperame en la camioneta” no podemos dejar de desear que Cheryl salga corriendo ya–, los dos tipos que la encuentran en el medio de la nada y se dicen entre ellos “está buena, ¿no?, tiene buen cuerpo”, la única mujer del camino a la que Cheryl abraza aliviada, o los distintos varones que, protectores, le ofrecen ayuda. Por ese lado Alma salvaje termina contando otra historia, la de una violencia latente que no se toma vacaciones y una mujer que se puede alejar de su vida pero sigue llevando lo peor y lo mejor de ser mujer en la mochila.

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