SEXUALIDAD
Las mujeres vemos porno, pero dar con lo que a cada una le calienta no es tan fácil: hay que bucear en la web, cliquear, chusmear, probar y afilar el ojo. ¿A quién la excita esa obscenidad burda de coito falso entre chicas ultradepiladas con hombres trabados de gimnasio, llenos de aceite, que tratan a la vulva como un pozo ciego? A muy pocas. Por eso esta guía para perderse en el vasto universo del porno on line que celebra otros cuerpos, otros goces, otros puntos de vista. Lo que queremos ver.
› Por Malena Rey
Cuán alejado está el porno tradicional y normativizado de nuestra vida es algo que se comprueba con sólo mirar durante unos segundos cualquier video que nos arroje al azar YouPorn: eso no es lo que hacemos en casa, ni tampoco lo que fantaseamos. Pero eso tampoco es todo lo que existe.
Hace ya diez años llegó el primer cimbronazo para la megaindustria del porno, con sede en los Estados Unidos: el consumo de películas XXX que se buscaban disimuladamente en la parte más escondida del videoclub perdió terreno ante la web 2.0. Ahora nos parece una obviedad que el porno se consuma en la web: esos viejos cassettes o revistas son reliquias que nuestrxs hijxs mirarán asombradxs. Pero para que la difusión masiva del porno se convirtiera en democratización definitiva faltaba un paso más: que cualquiera pudiera subir sus propios videos garchando, para que cualquiera los vea desde lugares recónditos del mundo. Las webcams y los teléfonos inteligentes lo hicieron posible. Y miles de mujeres y hombres que antes sólo miraban, ahora también producen contenidos propios, a su manera. El amateurismo contrasta y a la vez emula al porno tradicional, sólo que la actriz profesional es reemplazada por la mujer que calza lencería de entrecasa, y los miembros de los hombres son de tamaños un poco más proporcionados. Personas reales, sudadas y calientes, con cuerpos entrados en años o en kilos, usan su propio cuarto como escenario del coito que les mostrarán a todxs –ahí están las sábanas gastadas, la decoración cotidiana, la iluminación un poco defectuosa–, y prueban ponerse en pose. ¿Son excitantes? Depende de lo que estemos buscando y de cuánto disfrutemos el morbo.
Una forma definitiva de introducirse en este vasto universo es ingresando a la fascinante web Cam4 (es.cam4.com) en la que, sin necesidad de registrarse, y después de aceptar que vamos a ver “material explícito”, aparece ante nosotras un menú con distintas pantallas: cada una de ellas indica qué usuarix está filmándose en este preciso momento en alguna parte del mundo. Sexo y porno amateur en streaming; miles de cámaras prendidas en las que otrxs cogen o se masturban ante sus computadoras. Las categorías son pocas y vagas (“mujeres”, “hombres”, “parejas”, “trans”). En este preciso instante, por ejemplo, en una de las pantallas hay un gay tocándose fuerte en algún lugar de México, mientras lo miran 1101 visitantes desde sus casas, que aprovechan para chatearle y hacerle comentarios. En otra, dos chicas sexies de unos 20 años, con bombachitas blancas, están conectadas en Inglaterra, y con el correr de los minutos van dejando la timidez atrás: se sacan las remeras y se acarician las tetas, frotándose. En otra pantalla, una trans veterana, muy maquillada y con pronunciadísimo escote, fuma ante el monitor y se masturba despacito, sin tantas ganas. Cada tanto levanta la cabeza, mira el monitor y contesta algún mensaje: se escucha amplificado el clac clac mientras tipea. También hay una pareja en el living de su casa practicando sexo oral. Ella se puso medias de red pero se dejó el corpiño puesto. El se sacó el pantalón hace un rato, y trabaja con la lengua entre sus piernas. Es más difícil explicar que entender cómo funciona esta web Cam4: con un vistazo nos damos cuenta de que es el sueño del voyeur hecho realidad. Pero también es la confirmación de que a las personas las excita muchísimo saber que otrxs quieren espiarlas desde el ojo de la cámara, provocar una intimidad que sí se mira pero no se toca.
En el plano local, la comunidad donde reina el amateurismo es Poringa –la réplica del sitio colaborativo Taringa, pero orientado al “placer colectivo”–. Aunque ahí gobierne el sexismo explícito, es una muestra acabada de cómo la “gente común” visibiliza sus perversiones buscando interacción y comentarios aprobatorios. Se pueden encontrar posteos curiosos con títulos como “Cogiendo en el Tigre al aire libre”, o el sugerente “Mariela se saca selfie mientras le chupo la concha”, que bien pueden ser videos, secuencias de fotos, y hasta escritos para lxs que se calienten con la lectura. Todo esto sin demasiadas pretensiones estéticas ni mucho cuidado al enfocar la cámara, porque ahí no está el punto.
Pero la última novedad del porno amateur viene de la mano de la GoPro, esa cámara minúscula y versátil que filma en HD un plano gran angular, y que puede colocarse en distintas partes del cuerpo, acompañando los contorneos sexuales. Usada para filmar porno tiene excelentes resultados, porque permite un enfoque súper personal, una suerte de “porno sensorial”, con primeros planos que fijan las expresiones de placer o muestran la penetración con mucho detalle. Esta grabación es tan poco intrusiva que hace que todxs se sientan más cómodxs, incluso lxs espectadorxs. Y si bien por ahora se sigue priorizando el punto de vista masculino (el clásico: el hombre filma cómo la mujer se la chupa...), hay mucho por investigar en este campo. Se puede buscar, por ejemplo, bajo la categoría POV (“point of view”), en el portal pornhd.com o en el popular PornHub.
Entre el porno sexista e hipercodificado, y el vale todo del amateurismo, están las cuidadas producciones de posporno de quienes disfrutan teniendo sexo y filmándose de manera profesional. Mujeres con gran oficio y excelentes virtudes a la hora de excitar, que participan de videos cuidados, para paladares –o genitales, mejor dicho– exigentes.
En pocas palabras: el posporno abreva en la tradición del feminismo, el movimiento queer –en favor de la sexualidad disidente y contra la heteronorma–, y el do-it-yourself del punk. Para no perderse en este vasto universo, el sitio web Militancia Erótica (militanciaeroti.ca) confeccionó una muy útil y clara Guía del Porno Independiente, donde se puede encontrar una interesante cantidad de productoras de contenidos XXX que tienen en cuenta a las mujeres como espectadoras, creadoras y directoras. La mirada sobre el deseo, el cuerpo y el placer están en el otro extremo del machismo, la misoginia y la falsedad de las producciones tradicionales, plagadas de mujeres que fingen orgasmos aparatosamente, deformadas por las siliconas. Acá no se explota ni obliga a las estrellas a realizar actos sexuales, sino que son ellas mismas las que tienen el control de la situación y hacen lo que desean; el sexo que vemos es real: los orgasmos son reales, hay gritos, gemidos, estremecimientos, puños que aprietan fuerte las sábanas, fluidos que se despiden con la potencia de una descarga intensa.
En materia de porno queer, los premios se los lleva la serie Crash Pad (crashpadseries.com), basada en la película The Crash Pad, de 2006, ganadora del Feminist Porn Award. Ya van por la temporada ¡27! y pasaron el episodio 188, todos de unos 20 minutos de duración, armados con mínimos argumentos, protagonizados por una vasta fauna de lesbianas, trans masculinos y femeninas, flacas, gordas, blancas, negras, orientales, peludas y un elástico etcétera. Solas, en parejas o en tríos, abundan los videos de parejas o tríos que llegan al clímax usando arneses peneanos, variedad de dildos y palmadas en las colas, entre otros artilugios. Se pueden ver los capítulos online, pero pagando una suma por mes. (Esto de la suscripción y la paga es moneda corriente en los sitios de porno no convencional: si no sos ducha a la hora de descargar torrents, es la mejor alternativa una vez que encontrás el material o la productora que te cope. Si no se quiere pagar, siempre se pueden ver trailers y fotos, o visitar distintos tumblrs con escenas en loop, como el estetizado gopornpornpronthings.tumblr.com)
Una verdadera estrella alternativa que protagoniza varios episodios de Crash Pad, pero que fue más allá y fundó su propia productora. Es James Darling, un trans hombre, pornógrafo, activista y educador sexual. En las películas que protagoniza, los cuerpos son imperfectos y exploran el goce de manera diversa y auténtica, celebrando la diversidad de géneros, naturalizando todas las sexualidades disponibles y jugueteando con objetos. Sus videos y fotos se localizan con un clic en ftmfucker.com.
Luces rojas, música como de striptease y Courtney Trouble mostrando todo el territorio de su carne, acariciándose sola la prominente panza y las nalgas, es solo la presentación de Lesbian Curves (lesbiancurves.com), una serie de películas de porno queer de su productora Trouble Films. En el primer episodio, la voluptuosa Courtney se besa apasionadamente con una bella morocha, casi tan tatuada como ella: las dos llevan tacos aguja plateados que se clavan en las sábanas, y se acarician los contornos, se pasan la mano por debajo del coulotte. Pero Courtney toma la delantera: es una experimentada. Sin palabras, solo con gestos, dedos y lengua, envuelve a su ocasional compañera entre sus pliegues, le separa las piernas, y trabaja su clítoris con dedicación. La morocha disfruta, se pone boca abajo, agarra fuerte la almohada y la deja hacer. Cuando acaba, cambian de posición. Ahora es Trouble la que se saca el bombachón y deja que sus muslos se desplieguen y ocupen gran parte de la pantalla. La morocha le masajea el monte redondo de su cola, le sacude las tetas, habilita el roce. Al rato Courtney acaba, y siguen abasteciéndose de sexo, pero esta vez incluyen un consolador. Como éste, hay varios otros episodios similares, con parejas que van alternándose y subiendo la temperatura. Trouble es la creadora de la muy visitada web indiepornrevolution.com y su nombre es sinónimo del romance entre mujeres que habilitan un amplio espectro de fantasías y combinaciones sexuales, con cuerpos que desobedecen abiertamente los cánones ridículos del 90-60-90. Ella define su trabajo como “una reminiscencia de la era dorada del cine erótico y el movimiento riot grrrrl”, y vaya si lo es.
Otro sitio de porno queer pero de aficionadas, con oferta variada de videos y protagonistas, es gooddykeporn.com. “En el espíritu del do-it-yourself, lxs dykes de este sitio se identifican como lesbianas, queers, bisexuales, transgénero, mujeres, exhibicionistas, dominatrix, sumisas y otras, haciendo cosas con sus propios cuerpos y sus propias manos. Con el estilo de un documental y una mínima edición, capturamos la verdadera intimidad de lo que ocurre entre mujeres”, avisan en la presentación. Otro proyecto dedicado a la producción de cortos pornográficos alternativos, con videos en los que las fantasías se mezclan con la música como en un videoclip indie XXX es A Four Chambered Heart (afourchamberedheart.com), realizado por un colectivo inglés que combate la banalidad del porno comercial. En uno de ellos, llamado “fijación oral”, por ejemplo, dos chicas desnudas con el pelo de colores juegan con un helado entre sus pieles, haciendo estallar todo el frío que chupan con el calor que sienten. Recomendado para ir iniciándose en los placeres de la carne, de impacto moderado, y gratis.
Quien busque una experiencia más fuerte, un goce más excéntrico y morboso, puede visitar el sitio Lezpoo (lezpoo.com), una web de fotos y videos de lesbianas excitándose literalmente con excrementos, untando sus cuerpos –depiladitos y bronceados, eso sí– con caca, o directamente cagando sugerentemente ante la cámara.
Y para las que quieran ir por la senda del porno gay, deben saber que es un terreno profuso y exuberante. Una buena productora para investigar es Cockyboys, con pornografía masculina cuidada, de orgías a pajas y parejas que cumplen fantasías con extraños disfraces. Otro personaje para tener en cuenta en este ambiente es el machote Colby Keller, un actor barbudo, rubio y bien dotado (que además es escritor y artista, y un poco nerd) que inauguró el proyecto “Colby does América”, con la idea de recorrer los Estados Unidos y Canadá buscando en cada ciudad voluntarios para grabar escenas hot, financiado vía crowdfunding. Además de sus videos XXX, sus aventuras pueden seguirse en su bigshoediaries.blogspot.com.ar
“Acariciate. Cerrá los ojos. Imaginá una escena de tu vida que te excite mucho, muchísimo. ¿No te gustaría retenerla para siempre? ¿Te gustaría guardar un recuerdo de tus encuentros íntimos, especiales, e incluso regalarlo? ¿Por qué no? No es ninguna locura, sobre todo si está bien hecho”, invita la experimentada actriz Yla Ronson desde su página web (ver recuadro), y nos imaginamos que lo dice con voz susurrada. Es que ella entendió que gran parte del público que consume pornografía, o que incluso se filma de forma amateur, tiene la fantasía de aparecer en una película, aunque más no sea para ver con la pareja. Así que el servicio que ofrece en su productora Pig Movies (laronsonpigmovies.com) se adapta al presupuesto y los deseos de lxs interesadxs, replicando los códigos del porno tanto como los géneros (en su “Porno a la carta” se puede filmar un documental, una peli de acción hot, un melodrama, etc., solo es cuestión de ponerse en manos de lxs especialistas).
Un nombre ineludible en el ambiente del porno alternativo es el de Erika Lust, que en su último proyecto también conjuga fantasías de gente real con su propia experiencia como directora. Esta sueca que vive en Barcelona, y que se dedica hace años a un tipo de producción estetizada y artística, dirigida a las mujeres, propone ahora un ida y vuelta con sus espectadorxs. En XConfessions (xconfessions.com) invita a escribir una fantasía en 2000 caracteres. Cada mes elige dos que son filmadas poniendo en juego no sólo el aspecto visual y sexy, sino también la erótica de la escritura y el hecho de hacer público un secreto: vean si no el video que replica la fantasía del campamento. Dos desconocidos se quedan despiertos toda la noche mientras sus parejas duermen. Ella lo desea, él la desea a ella: se entregan, cogen en los matorrales, a la vera de un arroyo, y vuelven al campamento al amanecer, como si nada hubiera pasado. Combinación explosiva: lujuria, secreto y bosque.
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