TRATA
El 25 de octubre de 2009, Yamila Cuello salió de su casa y le pidió a su abuela Eulalia que le preparara el agua caliente para bañarse. Nunca más la vieron. Un novio mucho más grande que ella, que la explotaba sexualmente para pagar deudas de juego y también la maltrataba, fue el principal sospechoso de la desaparición, caratulada como trata de personas, aunque fue sobreseído. Yamila es la única desaparecida reportada por Córdoba para el informe “Desaparición en democracia” de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas. En esa provincia, donde la ley local de trata persigue sobre todo a quienes se reconocen como trabajadoras sexuales, a Yamila no se la buscó hasta pasadas 72 horas de presentada la denuncia, y ni siquiera ahora su foto aparece en los medios ni su ausencia está en la agenda pública. Soledad, la hermana de Yamila, está dispuesta a golpear cualquier puerta para encontrarla.
› Por Sonia Tessa
Yamila Cuello desapareció el 25 de octubre de 2009. Al mediodía, se fue a almorzar con unos amigos pero antes de salir le pidió a su abuela Eulalia, con quien vivía, que preparara el agua caliente para bañarse a la vuelta. Nunca volvió. Yamila Cuello tenía 22 años. Hoy tiene 27. Vivía en el barrio coronel Olmedo, de Córdoba. A 45 minutos en colectivo del centro, en este barrio las calles son de tierra y las casas, de ladrillos huecos. Yamila vuelve a desaparecer todos los días. Porque su búsqueda es invisible en los medios de comunicación nacionales, porque su foto no aparece casi nunca en los noticieros, ni siquiera en los de Córdoba. Desaparece todos los días porque Néstor Simone, el único imputado que tuvo el expediente por trata de personas que se abrió en la Justicia federal fue sobreseído el 2 de noviembre de 2011. El propio fiscal Enrique Senestrari asegura que fue una causa “muy manoseada”. Yamila es también el único caso de desaparición por trata denunciado en su provincia. Este mes, en la desesperada búsqueda de su hermana, Soledad Cuello se entrevistó con el secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda, y con la coordinadora del Programa Nacional de Rescate a Personas Damnificadas por el Delito de Trata, Zaida Gatti.
Yamila adoraba a su abuela, que la había criado, y estaba empeñada en terminar la secundaria, con mucho esfuerzo. Cuando llovía mucho, Yamila tenía que caminar descalza unas cuantas cuadras desde su casa hasta la ruta, con un trapito en el bolso, para limpiarse el barro de los pies antes de ponerse las zapatillas con las que sí llegaba a la escuela.
Según el informe “Desaparición en democracia”, de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas, Córdoba es una de las cuatro provincias que no proveyó ningún dato sobre personas desaparecidas. La activista Noe Gall, que integró la Coordinadora por la Aparición con Vida de Yamila Cuello y aún acompaña a Soledad, es muy crítica del accionar de la policía provincial a partir de la ley provincial de lucha contra la trata, conocida como “Ley De la Sota”. “Es tan ambigua que las únicas que están presas son las chicas, y no hay ni un solo chulo (proxeneta) preso. Cuando todo es trata, nada es trata, y mientras se criminaliza el trabajo sexual, se pierde un tiempo precioso para encontrar a Yamila, que está desaparecida desde hace seis años.” Ammar Córdoba, liderado por María Eugenia Aravena, denuncia que las trabajadoras sexuales son perseguidas, pero los proxenetas no.
¿Quién es el sospechoso que alguna vez estuvo imputado en una de las causas judiciales que se abrió por la desaparición de Yamila Cuello? Néstor Simone es una ex pareja, un hombre violento de 45 años. Yamila se había separado más de un año antes de su desaparición. La ruptura no fue sencilla: tomó la decisión después de que él la encerró durante días y la golpeó. Después, Yamila armó otra pareja, pero Soledad relata que Simone hostigaba a su hermana sin tregua con mensajes de textos y amenazas. En los últimos días antes de la desaparición, Yamila volvió a ver a Simone alguna vez. La última comunicación telefónica rastreada en el celular de ella fue con él. Según testimonios que no son directos pero sí repetidos, ese hombre apostaba encuentros sexuales de Yamila en juegos de cartas. Yamila firmó cheques con los que Simone concretó una estafa en la compra de neumáticos el 21 de octubre, cuatro días antes de la última vez que la vio su familia. La boleta de esa compra estaba en la casa de Yamila. En la siniestra serie de Marita Verón, Florencia Penacchi, María Cash y tantas otras se inscribe el nombre de Yamila Cuello. El informe sobre desaparición en democracia señala que en la Argentina hay 6040 personas buscadas, de las cuales 3231 son niñas, adolescentes y mujeres adultas. El mismo informe admite su deficiencia, ya que el aparato burocrático estatal tiene múltiples maneras –y falencias– para registrar las desapariciones, lo que hace “muy difícil estimar la certeza de los datos” y dificulta la confección de estadísticas certeras. Lo mismo señaló la coordinadora del Programa Nacional de Rescate y Asistencia a Personas Damnificadas por el delito de trata, Zaida Gatti. “Hay pocos casos documentados, pero hay muchísimos más, aunque cualquier número que diga está alejado de la realidad”, afirmó la funcionaria.
En el caso de Yamila, aunque el Programa está centrado en el Rescate y Asistencia, Gatti prestó colaboración para encausar la investigación. “La singularidad de este caso es la situación posible de que si no se ha tratado de una venta a una red de prostitución, también puede ser un caso de femicidio, porque el sujeto era maltratador y la había obligado a prostituirse para pagar deudas de juego. Esta situación remite a una explotación sexual, no necesariamente a trata de personas, aunque siempre decimos que el hilo entre las dos es muy finito.”
“Yamila”, dice el tatuaje del antebrazo izquierdo de su hermana Soledad. Desde 2009 pide respuestas, y está dispuesta a seguir golpeando todas las puertas que pueda. “Yo digo ella salió viva, yo la quiero viva. Capaz que debo ser la única tarada que debe buscar viva a su hermana desaparecida hace seis años. Que vengan y me digan que puede estar muerta: bueno, la quiero ver muerta. Más allá de lo que pueda pasar, o que no esté con vida, pero hasta que no lo vea no lo creo. Si yo la vi viva, la quiero viva también”, enfatiza Soledad sentada en una mesa de plástico fuera de la ínfima casa en la que convive con sus tres hijos, Benjamín (10 años), Ludmila (9) y Tiago (6).
En los volantes y prendedores que se hicieron para buscarla, Yamila mira sonriente. Soledad la recuerda simpática, extrovertida, saludando amigos por todo el barrio. Eran compinches, se ayudaban. Soledad fue a rescatar a Yamila cuando Simone la tuvo encerrada. Yamila ayudó “mucho” cuando el marido de Soledad se suicidó, también en 2009, tres meses antes de aquel 25 de octubre.
El relato de Soledad sale a borbotones, repleto de detalles. “El mismo día de la desaparición fuimos a la comisaría y nos dijeron que ellos no podían tomar la denuncia hasta que no pasaran 72 horas, y que recién ahí volviéramos con la foto para que ellos recién pudieran asentar la denuncia, y que tuviéramos en cuenta que mi hermana tenía 21 años y que ella podía decidir irse de la casa. Todos te justificaban como si la conocieran mejor que vos”, se indigna y continúa: “Mi abuela me contó que antes de salir ella tuvo un llamado de teléfono, que la puso mal, que insultaba a la persona que le hablaba por teléfono. Y Yamila no era de insultar nunca, a la única persona que podía llegar a insultar era al ex”.
Soledad está convencida de que Néstor Simone, el ex de Yamila, vendió a su hermana para pagar deudas de juego. Y tiene que ver con aquella última comunicación telefónica de Yamila. “Mi abuela me dice que ese llamado la puso mal y yo le dije que debía ser el Néstor, otro no podía ser.” La abuela asintió: “Sí, encima a mí me dejó la duda, porque ella dijo no me trates mal porque, si no, no voy a ir, o algo así”. Apenas cortó Yamila, la abuela le preguntó qué pasaba. “No te preocupes, no es nada”, respondió la nieta.
Ese domingo, en la comisaría, como no les tomaron la denuncia, Soledad pidió que un móvil policial las acompañara a Villa Boedo, el barrio donde vivía Simone. Y eso sí lo consiguió. “Fuimos a la casa, preguntamos, nos dijeron que el Néstor se había cambiado de casa hacía una semana y que no sabían adónde se fue. Yo pregunté si no habían visto a mi hermana por ahí y me dijeron que hacía un par de días los habían visto discutir en la esquina”, sigue Soledad. La incursión en Villa Boedo se cortó abruptamente: “Después aparecieron unos pibitos que apedrearon el móvil. Entonces, la policía dijo que no se podían quedar más ahí. Nos tuvimos que ir”.
Al día siguiente, Simone apareció por la casa de Soledad y les dijo que no sabía nada de Yamila desde que se habían peleado. Ese dato está desmentido en el expediente por los cheques, que se comprobó habían sido firmados por Yamila el día antes de su desaparición. “Sos cínico, le dije. Entonces, si hace un montón que no la ves, por qué cuando la veías en el centro mi hermana tenía que largarse a correr para que no la molestes. Al colegio tenía que acompañarla un amigo para que vos no te pararas con ella, tenía que andar cuidándose de vos”, lo increpó Soledad y le dijo que ya lo vería en Tribunales. Todavía tiene atragantada la respuesta de Simone: “Probalo”.
La desaparición de Yamila tuvo dos causas judiciales. La primera fue provincial, por averiguación de paradero. Más tarde, la investigación llegó a la Justicia federal por trata de persona. El 29 de diciembre de 2009, el fiscal federal Gustavo Vidal Lascano promovió acción contra Néstor Simone y lo hizo detener, pero cuando fue a buscarlo el hombre de 45 años estaba preso por una estafa con la compra de neumáticos. En esa causa hay cheques firmados por Yamila y la factura de la compra se encontró en la casa de ella. En marzo de 2010, el juez Alejandro Sánchez Freites dictó la falta de mérito, paso previo al sobreseimiento, que fue dispuesto el 2 de noviembre de ese año. Desde entonces, Simone está desvinculado y no se lo podrá volver a juzgar por el mismo delito. Más tarde, el expediente quedó en manos del fiscal federal Enrique Senestrari, el mismo que tiene a su cargo causas de gran impacto público, como la de la financiera CBI y la que involucra a la cúpula de la División de Drogas Peligrosas de la policía provincial con el narcotráfico. Sobre Yamila, Senestrari le dijo a Las12: “Yo agarro un caso muy manoseado. Interviene primero la Justicia provincial, después interviene un fiscal federal, el doctor Vidal Lascano, que produce la detención de un sospechoso, que termina sobreseído. Este hombre era novio de ella, tiene su historia como para pensar que no está lejos de, como mínimo, saber lo que pasó, pero para eso hay que tener pruebas concretas. El problema es que ya fue sobreseído, porque a uno le cierra las posibilidades de juzgamiento si el hecho fuera el mismo”.
Yamila y Soledad son hijas de Graciela Contreras y Nicolás Cuello. De Graciela, personas vinculadas a la investigación dicen que promovía la prostitución de sus hijas, una sospecha que cae también sobre Sonia Cuello, una de las tías paternas de Yamila. Cuando Soledad tenía dos años, y Yamila era bebé, el padre de las chicas se fue a vivir a Mar del Plata, donde armó otra familia. Soledad está distanciada de su padre, no quiere tener ninguna relación con él, Yamila sí estaba en contacto. De hecho, Nicolás Cuello es querellante en la causa, patrocinado por la defensora María de las Mercedes Crespi, dentro del programa de querellas de la Defensoría General de la Nación. Crespi tiene la causa totalmente subrayada, marcada con stickers. La ha estudiado para ver qué se podía comprobar de todas las medidas que –asegura– se fueron tomando, muchas a instancias de su querella. “Cuando yo me incorporo en la causa encuentro un montón de testimonios y la causa paralizada, frenada. Como si se hubiera avanzado hasta un punto en el que había dos hipótesis fuertes, pero luego se hubiera estancado”, describe Crespi, quien se propuso ir probando algunas hipótesis para convertir lo que considera “chismes” en pruebas judiciales. Crespi también sostiene que hay “una situación familiar que pone a Yamila en una clara situación de vulnerabilidad”. Justamente, un “bocado” para las redes de trata.
El fiscal Senestrari tomó dos rondas de testimonios de familiares y allegados de Yamila. Su trabajo se bifurcó en dos hipótesis. Una, la de Simone. En ésta juega fuerte que Simone haya mentido en la causa al decir que no veía a Yamila desde hacía tiempo. Las pruebas demuestran que se vieron, seguro, cuatro días antes de la desaparición.
La otra hipótesis apunta a la propia familia. Yamila tenía un tío que “la molía a palos”. Se llama Pedro Contreras, vivía en la misma casa que la joven y la abuela. Por esa sospecha, se rastrilló el terreno donde está construida la casa, sin resultados. En la parte trasera del terreno hay un criadero de chanchos, de modo que se buscan dientes, lo único que no devoran esos animales. La búsqueda fue “superficial”, asegura Senestrari, y entonces se convocó al Equipo Argentino de Antropología Forense, que trató de utilizar nuevas técnicas, pero llegó a la conclusión de que eran inaplicables en ese terreno, donde hubo un criadero de cerdos familiar. A instancias de la Protex se convocó a la ong Acciones Coordinadas Contra la Trata. El terreno fue vendido, allí se levantará un country. Hoy existe una medida cautelar que impide construir hasta que terminen los peritajes judiciales. Habrá nuevos estudios del terreno.
Para Nicolás Cuello, el padre de Yamila, el tío Pedro es “el segundo sospechoso”. Por teléfono, Nicolás cuenta que estaba permanentemente en contacto con su hija más pequeña, y que le había propuesto ir a vivir a Mar del Plata, ya que Yamila se quejaba del trato que le daba Pedro. “Se levantó cruzado y me echó”, le contó Yamila una de las últimas veces que hablaron. El padre le propuso que se fuera a Mar del Plata. Yamila no dijo que no, pero sí prometió: “Cuanto termine la escuela, me falta tan poco”. En un año, Yamila tendría su título secundario. Nicolás siempre la llamaba el día 20, porque le sobraban minutos en el abono de su teléfono fijo. Hablaban en el fijo de la casa de la abuela Eulalia, donde vivía Yamila. El último 20 antes de la desaparición, Yamila no pudo estar en la casa, aunque se habían comunicado antes por SMS para combinar la llamada. Bastante más tarde, ella le escribió un mensaje. “Hoy no pude, papi.” No hablaron.
Contreras era violento con Yamila y lo siguió siendo tras la desaparición de Yamila. En mayo de 2014 fue denunciado por violencia contra su madre, Eulalia, la abuela de Yamila. Otro indicio que los funcionarios judiciales ponen en la balanza contra el tío es que el celular de Yamila no había podido encontrarse tras la desaparición y un día, inexplicablemente, apareció en una cómoda de la casa, con todos los datos borrados. Una amiga declaró en la Justicia que “Yamila jamás salía sin su celular, vivía pegada a él”. Y esa misma amiga recordó que tras la desaparición ya se había buscado el celular en el mismo lugar, sin éxito. Luego se encontró.
El titular de la Procuraduría contra la Trata y Explotación de Personas (Protex), Marcelo Colombo, sugirió en octubre una batería de medidas de prueba para encontrar a Yamila. En el documento firmado por Colombo se dice con todas las letras algo que otros entrevistados soslayaron: “De los elementos reunidos en la causa se desprende que, con anterioridad a su desaparición, Yamila se habría encontrado en situación de prostitución, aunque no queda en claro la modalidad en la que tal ejercicio habría sido llevado a cabo, lo que plantea un gran interrogante, ya que en ningún testimonio se indicó que ella se hubiera encontrando ofreciendo servicios sexuales en un prostíbulo concreto. Por el contrario, en los momentos en los que el entorno de Yamila se manifestó a este respecto, refirieron que, o bien conseguía los clientes por intermedio de su madre o de su tía, o en aquellas ocasiones en las que frecuentaba el bar Dany, o por mandato de Néstor Simone, argumentando para ello que Simone la habría ofrecido en varias oportunidades a otros hombres a los fines de saldar sus deudas de juego”. Colombo habla de una relación de “sometimiento” con Simone, pero también sostiene que “no se puede descartar la hipótesis de que la desaparición de Yamila Cuello encuentre motivo en un caso de violencia de género”, en relación con Pedro Contreras.
Lo de las deudas de juego, en el bar, lo dice con todas las letras Linda Palomeque, una amiga de Yamila. Pero las personas que frecuentan el bar Dany –adonde Simone iba a jugar, muchas veces con Yamila– fueron más bien esquivas. “Son testimonios lejanos. No hay nadie que diga: ‘Yo fui uno de los que tuvo sexo con Yamila para cobrarle una deuda a Néstor’. No existe esa prueba, si existiera, la cosa sería diferente. Cuando vamos a buscar, entramos en una nebulosa. Es un ambiente bastante difícil, el de las deudas de juego posibles de este hombre, porque hay mucha clandestinidad. Todos tienen miedo. Acá venían testigos que parecía que te tomaban el pelo, porque no decían nada. No van a decir lo que saben porque tienen miedo a ser captados por sus conductas ilícitas”, afirmó Senestrari.
Colombo pidió once medidas de prueba, y Crespi asegura que hoy –después de un tiempo de parálisis– la causa está activa. Las medidas para encontrarla incluyen pedidos de información a morgues, cementerios, hospitales y también registros de salida del país. A Soledad le urge saber qué pasó. No acepta la respuesta de los funcionarios judiciales. “Que vengan y me digan a mí que el principal sospechoso queda sobreseído, que no lo investigaron, que no tuvieron en cuenta... Por lo menos, si no tuviste en cuenta las pruebas que te aporté, seguí investigando por tu cuenta. Pero no, ellos decidieron sobreseerlo sin investigar nada y ahora ¿qué hago? Siento que quedé en bolas”, se queja Soledad, que estalla en llanto cuando piensa cuánto extraña a su hermana. Ludmila, su hija, le pide: “Mami, no llores”. El silencio invade la tarde. Y Yamila sigue desapareciendo.
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