VIOLENCIAS El Observatorio de Género de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires denunció los apremios ilegales y torturas que habría sufrido Celina Benítez en la comisaría de Villa Astolfi, en Pilar, donde la acusaron de ser “mala madre”. La joven permanece detenida por orden de la fiscal Carolina Carballido Calatayud por el femicidio que cometió su pareja, Luis Carlos Alonzo, contra su beba Milagros, pese a que ella no se encontraba en la casa el día del crimen y desconociendo el historial de violencias a las que era sometida por el individuo, único imputado en la causa y hoy suicidado.
› Por Roxana Sandá
Apremios ilegales, malos tratos, insultos y torturas. Ese listado de aberraciones habría padecido Celina Benítez, la joven detenida por la muerte de su hija Milagros, en la comisaría de Villa Astolfi, de Pilar, según denunció el Observatorio de Violencia de Género (OVG) de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires y que surge de una entrevista reveladora con la víctima. Celina permanece detenida en una unidad especial de Melchor Romero por orden de la titular de la fiscalía especializada en violencia de género, Carolina Carballido Calatayud, aun cuando no se encontraba en la casa el día que ocurrió el hecho y pese al historial de violencias a las que la sometió su pareja, Luis Carlos Alonzo, también detenido y único imputado de “homicidio simple y abuso sexual agravado por la situación de convivencia” contra la beba de un año y once meses. Alonzo apareció suicidado en una celda de la jefatura departamental de San Martín en circunstancias dudosas, que siguen agregando fojas al expediente que investiga Carballido Calatayud, la misma fiscal que mantuvo detenida durante casi dos años a una joven con retraso madurativo, Yanina González, por el femicidio de su beba Lumila a manos de su ex pareja Alejandro Fernández. A diferencia de Yanina, presa hasta su absolución en marzo del cargo de “abandono de persona seguido de muerte”, Fernández espera el juicio en libertad gracias a la fiscal, que nunca libró una orden de detención, desdobló la causa y llegó a citarlo como testigo contra quien era su víctima, siendo el único imputado por la muerte de Lumila. El martes, Carballido Calatayud aceptó la recusación planteada por la abogada Gabriela Conder, que representa a Yanina, ante el Juzgado de Garantías Nº6, por lo que resta esperar la designación de una nueva fiscalía. Si bien no trascendieron los motivos que la llevaron a abandonar el caso, el desenlace debería ser una consecuencia lógica del dictamen de la fiscal Daniela Bersi ante la Sala II de la Cámara de Casación bonaerense, que la semana pasada desistió el recurso de apelación presentado por Carballido Calatayud después de que un tribunal de San Isidro absolviera a Yanina en forma unánime. De esta manera, queda firme la sentencia absolutoria de Yanina González en primera instancia, y echa por tierra todo lo actuado por la fiscal. La coordinadora Feminista Antirrepresiva, una de las organizaciones que acompañan y asisten a Yanina, exigió en un comunicado “que estas fiscalías tengan al frente a personas idóneas para ejercer el cargo. Los casos de Yanina González y de Celina Benítez, imputada por Carballido Calatayud en un contexto similar, son una muestra de la violencia institucional que reciben las mujeres de Pilar cuando recurren a esta fiscalía, que lejos de protegerlas las criminaliza”. Fuentes que asisten a Celina Benítez confiaron a este suplemento que personal de esa unidad fiscal se resistía a tomar la denuncia de la OVG sobre posibles apremios y torturas, y hasta llegaron a preguntar “¿a qué les llaman torturas?” Las defensorías oficiales también siguen aportando sus manitos de brea: como en el caso de Yanina, a Celina le recomendaron que no declare, cuando es evidente que el testimonio de la víctima es fundamental para su propia defensa. ¿Quién va a dar cuenta de los horrores vividos si la voz de Celina permanece silenciada durante el proceso?
“Me hicieron sentar en una silla esposada y con frío en un patio afuera. Luego me llevaron a una celda chiquita. La mujer policía me pegaba piñas en la panza y cachetadas. Me decía ‘paraguaya de mierda, confesá que vos entregaste a tu hija’. Que como yo no valía nada como mujer la entregué a ella para que (Alonzo) la abusara. Me volvía a pegar y a decirme `paraguaya de mierda, por qué no te volvés a tu país. Hija de puta`. No me dejaba mirarla ni levantar la cabeza. Yo lloraba y me decía `no llores estúpida`. Se quedaba parada mirándome toda la noche. Me tenía todo el tiempo la cabeza para abajo.” El relato surge de la entrevista que la titular de la OVG, Laurana Malacalza, y la abogada Sofía Caravelos mantuvieron con Celina en la Unidad 45 del complejo penitenciario de Melchor Romero, en La Plata, y que fue incorporada a la denuncia que el organismo presentó en la Fiscalía Descentralizada especializada en Violencia de Género del Departamento Judicial de San Isidro y en la Auditoría de Asuntos internos del Ministerio de Seguridad provincial sobre los aprietes y golpes que tres policías, dos mujeres y un varón, le dedicaron durante toda una noche a la joven en la comisaría de Villa Astolfi, antes de presentarse en la fiscalía.
“A las siete de la mañana me sacan de nuevo al patio y me dejan en una silla con las esposas al frío. Me pegaban para que declare que fui yo. Me llevaron ellos en una camioneta a la fiscalía. Me decían que era una mala madre. Yo no soy una mala madre, siempre la crié solita.”
La entrevista constituye un aporte fundamental, porque a través del relato de Celina se expone un contexto de vida que hasta ahora no fue valorado en la causa y describe la situación de extrema pobreza que atravesaba en el asentamiento La Escondida, en Astolfi, donde la joven vivía con Alonzo desde hacía cuatro meses. El hombre siempre manifestó su violencia contra Celina y Milagros y le prohibía ver a su familia o al padre de la beba. Estos antecedentes de violencia de género también fueron incluidos en la denuncia que el Observatorio presentó también a la Defensoría oficial.
“Era muy violento. No me dejaba salir. No me dejaba hablar con la vecina, salir a la casa. Nada. Tenía miedo de que me encontrara con el papá de Melina. Decía que si salía era porque tenía otro. Antes, al principio de la relación, no era así. Me decía que era una vaga, que no me gustaba trabajar. Yo siempre le tenía las cosas preparadas cuando volvía a la casa. Le dejaba las cosas listas para que se bañara.”
Celina relató que Alonzo le pegaba con lo que tenía a mano, pero nunca se atrevió a contarlo porque temía lo que pudiera hacerle a ella y a la niña. “Me pegaba en la cara con una ojota. Se me ponía todo rojo, pero no me dejaba moretones. Me torcía la mano y los dedos. Ahí sí me dejaba marcas. No le conté a nadie. Me amenazó con matarme con un cuchillo. El era robusto, alto. Media como 1,75. Yo le decía que no me pegara delante de la criatura. Me decía que me iba a tirar al pozo de la casa y que nadie se iba a enterar de que yo estaba allí. Le tenía miedo.”
Antes de despedirse, la joven les contó a las integrantes de la OVG que el miércoles 3 de junio, una semana antes del femicidio de Milagros, ella y Alonzo miraban la marcha Ni una menos en el televisor. Hacía un rato se habían peleado. “Muchas veces me pegaba y yo le decía que lo iba a denunciar. Ese día, cuando vi la marcha, volví a decirle `yo a vos te voy a denunciar`.”
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux