Volvemos a encontrarnos, amiguitos, amiguitas, amiguetes! Esta vez para recordarles lo que ya todos sabemos: a los/las/les angurrientos/tas los/las/les vomita Dios/a Deseo. ¿O acaso existe quien pueda comer dulce de leche sin límite y sin empalague? No, adorados/doradas, de ninguna manera. No hay placer que resista la repetición sin apetito que se renueve después del décimo banquete. Y es por eso que el consejillo/a de esta semana se refiere, ni más ni menos, que a esa previsión de buenos amantes que saben guardar para cuando falte/n. Veamos:
1. Domine el tiempo de sus caricias: Muy bien, felicitaciones. Usted ha encontrado el punto álgido, el talón de Aquiles, podría decirse, el lugar donde su compañero/a emite indiscutibles sonidos de placer. ¿Pero es necesario quedarse a insistir hasta convertir en callo la zona erógena? De ninguna manera, ¡deténgase antes del primer ronquido!
2. Una vez está bien, todas es vicio: ¡Ah, picarones/as! Han descubierto ustedes el sabor de la confusión de un magma de cuerpos que lo/a/e/s recibe/n con generosidad y alegría. Han ido un fin de semana, perdieron el miedo en el segundo, la vergüenza en el tercero... ¡Basta! El cuarto consecutivo asegura la pérdida del placer.
3. Los/las desconocidas/os alguna vez dejan de serlo: No es una novedad ni mucho menos. Cualquiera ha fantaseado alguna vez con abrir la puerta al sodero/vendedora ambulante con las partes al viento y el ánimo listo para una relación carnal. Inténtelo si quiere, pero no insista, cuando el/la susodicha/o pretende que usted se tome un cajón de soda por día, ¡sospeche! Los intereses comerciales se están filtrando en la concreción de su fantasía.
4. Efebos y doncellas sufren el paso del tiempo: Es así, lamento mucho desilusionarlos/les/las, pero no puede usted evitar que los jóvenes maduren y que usted mismo/isma deje de tener el cuerpo esbelto de los años mozos/as. Concretar la fantasía de tener a su lado para siempre alguien de lozanos 20, pues la fantasía se marchitará como todo lo demás. Y apúrese si pretende vestir portaligas, además de ser una fantasía común y chabacana, llega un momento en que queda francamente mal.