Vie 24.09.2004
las12

INUTILíSIMO

Coser, cantar y ahorrar

Juntar recortes de telas diversas es un clásico de las amas de casa habilidosas con la aguja (y la máquina de coser, claro): estas buenas señoras no se deciden nunca a tirar ningún sobrante y los van acumulando en un cajón de la cómoda, con la ilusión de que ya les va a llegar la hora de ser utilizados. Y así pasan los días, a veces los años, hasta el cajón rebosa de coloridos requechos: este el impostergable momento de tomar la gran decisión y de poner manos a la obra de selección. El primer paso: revisar los recortes uno por uno, desechando los muy pequeños (salvo que por su diseño sirvan para adornar almohadones, toallas, un vestidito de nena) y separando los más rústicos y absorbentes, “inapreciables para la limpieza de muebles, espejos, metales, especialmente para pulimentar la plata”, según nos recomienda el Anuario de la Mujer (Buenos Aires, 1933).
En cuanto a “los trozos mayores, por ejemplo, de floridas cretonas, son muchas las posibilidades de aplicarlos, en particular si se trata de tiras largas que podrán añadir un nuevo encanto y más confort a las sillas coloniales”. La sugerencia es cubrir el espaldar con una funda hasta donde alcance el género, mientras que el asiento llevará un almohadón más chato. “Cuanto más alegre y decorativo sea el dibujo, mayor resultará el efecto de este arreglo que rejuvenecerá las sillas si están gastadas”.
Ya que estamos en tren de aprovechar retazos, se nos aconseja emplear esos restos de toallas viejas que no nos atrevimos a tirar, en bonitos repasadores bordeados de trencillas de colores contrastantes, dejando los recortes más chicos para la cocina (y ahorrándonos así un trapo rejilla). Para que todo el ajuar de esta zona de la casa haga juego, lo ideal sería fabricar unas prácticas agarraderas con el mismo estampado que usamos para las aplicaciones de los repasadores. Y si todavía nos queda algo de cretonas y de trencillas, las podemos combinar con un género liso para hacer individuales y servilletas que pueden ir a la mesa o sobre bandejas (en cuyo caso habrá que respetar su formato). Ni qué decir de lo primoroso que sería hacernos un coqueto delantalito al tono, si todavía quedan suficientes recortes.
Si disponen de géneros vaporosos tipo voile que han quedado después de confeccionar cortinas, nada más mono que fabricar un romántico dosel para el cuarto de huéspedes. El único riesgo es que con semejante marco para reposar, las visitas no se van a querer ir nunca.

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