INUTILíSIMO
Rizar el rizo postizo
Sobran los motivos para recurrir a pelucas, añadidos, rizos y lo que ahora se denomina extensiones: “si se tiene el pelo sucio, desprolijo o ralo, si se produce caída del cabello, si se es alérgica a las tinturas y no se desea exhibir canas”. Por todas estas razones, y algunas otras, es un error creer que sólo los calvos acuden a elementos tan convenientes y estéticos como, por ejemplo, el bisoñé. Así lo hace saber El arte de peinarse las señoras a sí mismas, de M. Villaret (Ediciones Almarabu, Madrid, 1987, facsímil de la publicación de la Librería Pérez, 1832). “Estoy seguro de que en este género, el peluquero que sea observador, no sólo puede emular sino también aventajar a la misma naturaleza”, sostiene el caballero Villaret.
La leyenda negra que afirma que las pelucas son antihigiénicas, que provocan transpiración y alergias o dan mal olor es rotundamente desmentida por el autor de El arte... En su opinión, la cabellera postiza no sólo contribuye al adorno de la cabeza sino también a darle fuerza y vigor: “Preserva de resfriados, de males de oído, jaquecas, oftalmias, gota serena, etcétera. Y muchas personas atacadas por reuma de cerebro deben su curación al uso de la peluca, preferentemente forrada en franela”.
Tomen nota, pues, de las múltiples ventajas que eludimos si no apelamos a estos aditamentos pilosos. Por supuesto, las pelucas de las señoras –así como los casquetes, peluquines, postizos y pericos– han alcanzado “un grado total de perfección gracias a la implantación que imita la disposición del pelo en la cabeza”. Obviamente, “las pelucas deben encajar justo, sin sumir el rostro y sin formar ningún pliegue por detrás”.
Las que no poseen suficiente pelo pueden aumentar su volumen por medio de “rizos invisibles, así llamados porque se confunden con los propios y son muy cómodos para arreglarse en cualquier urgencia”. Ahora bien, este tipo de añadidos exige ciertos cuidados: si el pelo está seco, se lo suavizará con una sustancia mantecosa que renueve su brillo, “y se emplea nata de estoraque, que sea en poca cantidad para que el batido se haga sin impedimento”.
Los rizos y otros artilugios se guardan en una caja, pero poniéndoles previamente papillotes para tenerlos siempre a punto y no recurrir a los hierros candentes que terminan por quemar el pelo. Desde luego, si hablamos de pelucas, “las personas que sudan mucho por la cabeza deben tener por lo menos dos para alternar”. Y si es posible, lavar de vez en cuando el propio pelo, por escaso que sea.