Vie 21.01.2005
las12

INUTILíSIMO

El bronce es más sentador

Ya pasó a la historia el concepto de la piel blanca –sin tostar– como signo de status. Por eso, cuando las elegantes de Palm Beach, Niza, Biarritz o Mar del Plata vuelven a la ciudad después de sus vacaciones, parecen delicadas estatuillas de bronce recién lustrado. Así lo afirma el manual La mujer (más de 1000 recetas y procedimientos prácticos para ser bella, de Editorial Atlántida, años ‘30), “porque la moda actual está en los cutis dorados, humectados, de aspecto sano y avezados en el deporte. La mujer moderna debe tener la epidermis lisa, con una cálida tonalidad que respire salud y aleje toda idea de fragilidad”. Naturalmente, para obtener este preciado color, la piel debe exponerse a los rayos solares, tomando algunas precauciones para evitar los efectos quemantes del astro rey: “Prudencia y mucha grasa es la consigna. No se expongan sin recubrirse bien con aceite de almendras dulce. El bronceado que se adquiere bajo esa capa oleosa es mucho más hermoso y duradero”.
Por cierto, no basta con una sola aplicación aceitosa, puesto que “la capa oleosa ha de renovarse cuando se calienta, es decir, cada diez minutos, evitando de este modo que la piel se cubra de manchas rojas”. Además, asegura el texto consultado, siempre se puede pedir una ayudita para extender el producto sobre la espalda, si hay algún galán confiable en las cercanías. Las pieles más delicadas –las de las rubias y pelirrojas, las de las alérgicas– se tratarán de este modo antes de su exposición a Febo: “Colóquense compresas de agua hervida con salicilato de soda. Si aparecen escoriaciones, recúrrase al óxido de cinc y a los polvos de almidón”.
En todas las circunstancias, el baño de sol debe ser progresivo y metódico: el primer día, descubrir los pies cinco minutos, en dos o tres sesiones espaciadas. El segundo, exponer las piernas cinco minutos y los pies diez minutos, en la misma cantidad de sesiones. El tercer día les toca a los muslos, cinco minutos, diez las piernas y quince los pies. Y así sucesivamente hasta llegar al rostro, recordando que la nueva tonalidad del cutis exige un cambio radical en el make up: cremas, polvos, y rouge deberán acentuar los matices en concordancia con el color que va tomando nuestra epidermis.

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