INUTILíSIMO
Aunque casi todo el mundo lo hace hoy por teléfono, lo socialmente correcto es respetar la tradición –como ocurre en las altas esferas– e invitar mediante tarjetas apropiadas que respeten los códigos correspondientes. Al igual que en otras oportunidades, Jacobita Echániz y su indispensable Libro de Etiqueta (Editorial Bell, Buenos Aires, 1951) vienen en nuestro socorro para que no incurramos en gaffes imperdonables a la hora de dar una recepción como la gente.
Al menos para las grandes ocasiones –bailes, cenas de etiqueta–, afortunadamente para doña Jacobita, se siguen enviando hoy invitaciones especialmente impresas, en las que sólo hay que poner en la línea de puntos el nombre de los destinatarios. “Además, la gente que hace mucha sociedad, emplea con frecuencia para eventos menos destacados tarjetas que se pueden adaptar a diversas circunstancias”, escribe la autora del citado manual. “Los tarjetones deben ser de cartulina blanca y estar grabados en elegante letra cursiva inclinada. El texto es encabezado por el nombre de quienes ofrecen el ágape y continúa con la frase: ‘Tienen el placer de invitar a...’, o bien: ‘Recibirán a...’. En algunos países se considera incorrecto que estos tarjetones lleven la dirección de la reunión abajo, pero en nuestro país ese detalle es aceptado.”
Cuando no se ha de recibir a muchas personas o la ocasión no es de suficiente gala, se pueden usar las tarjetas de visita sobre las que se anota a mano una frase corta y cortés: “Y si se invita de esta manera para almorzar, comer o jugar al bridge, se puede completar el texto con el consabido RSVP, siempre, por supuesto, que no se trate de tés o cocktails. Tampoco es bien visto, por ejemplo, invitar a un baile a una niña que tenga hermanas de su edad aproximada sin hacer extensiva la propuesta a las otras”.
Las invitaciones se hacen con la anticipación necesaria, según su importancia: a un té, con uno o dos días; pero si se trata de una comida o una reunión danzante, cuanto más temprano, mejor. Si la reunión es con motivo de alguna celebración personal, se debe mencionar sutilmente esta situación. “Porque –nos recuerda la señora Echániz– no hay nada más desagradable que llegar con las manos vacías a un lugar cuando todo el mundo ha traído un regalo.”
Desde luego, también hay una etiqueta para aceptar invitaciones: si el tarjetón llega con la inscripción RSVP se impone responder por el mismo medio de comunicación (o por carta, si lo prefiere), con una fórmula redactada, claro está en tercera persona. Es decir, el colmo de la finura.
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