INUTILíSIMO
En los primeros añitos de vida de nuestros hijos quedan establecidas las normas de conducta, de higiene, de alimentación, de moral, que los marcarán para siempre a lo largo de su existencia. El manual La mujer en la familia (Montaner y Simon Editores, Barcelona, 1907), dedicado a La Mujer, La Esposa, La Madre, nos brinda enseñanzas atemporales y esenciales sobre los cuidados de todo orden que hemos de poner en práctica si queremos ser las artífices de niños fuertes y sanos en todo sentido.
Por cierto que el capítulo de la comida —es decir, los nutrientes y la manera de administrarlos— reviste capital importancia desde el momento mismo del alumbramiento: el libro citado indica no tomar una nodriza por razones egoístas (perder las formas juveniles, etcétera), al tiempo que nos recuerda el sabio refrán español: “Si los hijos salen a los padres de quien nacen, ¿cómo no saldrán a las amas de quien pacen?” (sic), trazando un simpático paralelo con las hierbas que come el ganado. Además de los múltiples riesgos de la leche ajena (incluso la posibilidad de que la nodriza beba alcohol a escondidas), hay que señalar otro aspecto negativo de esta forma de amamantar: por desidia, por comodidad, estas amas lácteas suelen fomentar en las criaturitas a su merced caprichos y antojos que más tarde causarán desesperación en la madre, cuando intente empezar a darle papillas. Porque esos párvulos ya desgraciadamente malcriados, acostumbrados a horarios irregulares, se resistirán al orden y a los menús establecidos. Y a mayor angustia y preocupación de la madre frente al rechazo de esa cucharada de sustancioso puré, mayor será el empecinamiento del niño.
Otro obstáculo para que el niño coma con ganas y disciplinadamente lo que la autora de sus días le ofrece en la mesa, es el desdichado vicio de la glotonería que, desde luego, la inocente criatura no contrae por propia decisión. Es que nunca falta quien les inculca esta adicción: “Muchas personas se figuran quererlos porque los hartan de golosinas que pueden ocasionar indigestiones y entorpecimiento en su desarrollo”. Por eso, toda madre responsable debe convertirse en una guardiana constante de lo que un hijo se lleva a la boca.
Un niño que ingiere cantidades adecuadas de alimentos con puntualidad y al que se le marcan los buenos modales desde muy temprano, también se dormirá a la hora indicada por la rutina diaria, con un sueño tranquilo, largo y profundo, nos garantiza La mujer... Pero ojo con el decorado del cuarto infantil: “Es aconsejable que los objetos que rodean la cuna o camita no llamen su atención, porque los ojitos tomarían, antes de dormirse y al despertarse, direcciones contrarias, lo cual tendría como consecuencia inevitable el estrabismo”. Poniendo la mano sobre el corazón, ¿cuántas de vosotras, atentas lectoras, no habíais tenido en cuenta hasta el presente semejante riesgo?
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