INUTILíSIMO
Si la última cuenta de la tintorería la escandalizó, amiga lectora, el ahorro de ese gasto estará en sus propias manos: sólo tiene que hacerse cargo de esas manchas que le quitan el sueño siguiendo las precisas instrucciones de la revista Chabela (enero de 1961). En primera instancia, se nos recomienda repasar aquellas prendas usadas durante el verano y que quedaron al parecer indeleblemente marcadas después de pasar por el lavarropas. Nada es imposible si se dispone de un buen quitamanchas, nos reconforta la citada publicación. Sólo es cuestión de saber cómo proceder con cada suciedad, sea cual fuere su origen. A continuación, la forma más expeditiva de esquivar la tintorería en los siguientes casos:
Lapiceras a bolilla: En vestidos o blusas que no tengan rayón, lo mejor es usar alcohol metílico aplicado con una esponja. Si la tela en cuestión “reacciona desfavorablemente, póngale tetracloruro de carbono o un producto similar”. Y una vez que se haya disuelto la tinta, frotar sobre y alrededor de la mancha con un algodoncito humedecido en el mismo quitamanchas.
Cerveza: Si después del lavado queda una huella, vuelva a enjuagar con agua caliente (cada medio litro, una cucharadita de amoníaco). Si se trata de prendas no lavables, humedezca apenas el género con alcohol metílico, frotándolo con las yemas de los dedos enjabonadas. Deje secar y cepille vigorosamente.
Grosella, frambuesa, ciruela: Si se manchó durante un picnic en el bosque, vierta encima un poco de sal y lave la zona no bien llegue a casa. Si la tela es lavable, extienda la parte manchada sobre una palangana, espolvoréela con bórax y vierta agua hirviendo desde cierta altura. Luego ponga la parte manchada en el recipiente y déjela ahí unos diez minutos. Enjuague bien y lave con jabón. Si la mancha está seca y parece imborrable, no se descorazone: humedézcala con agua fría, aplíquele una gotas de glicerina y frote, deje reposar una hora, humedezca con jugo de limón o un poco de vinagre blanco y enjuague con agua tibia.
Sangre: Si es fresca, moje con agua fría, preferentemente salada (una cucharada de postre por cada medio litro) y deje toda la noche, luego lave con agua jabonosa caliente. Si se trata de una tela blanca, pruebe con agua oxigenada o polvo blanqueador. En caso de que la tela no sea lavable, haga una pasta con agua fría y almidón, cubra la mancha y deje secar. Quite con cepillo.
Aceite de barcos: Hay quitamanchas especiales, pero también se puede sumergir la parte manchada en un poco de parafina, lavando luego con agua caliente. En manchas añejas, emplear solvente.
Alquitrán: Luego de despegar todo lo posible los restos pegados a la tela con un cuchillo sin afilar, humedezca la mancha con un trapo embebido en aceite de eucalipto, benzol o turpentina, para enseguida lavar con agua jabonosa a 40 grados.
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